Exige participación de la mujer en tareas evangélicas y castigo a curas pederastas
Pide el Observatorio Eclesial una Iglesia más cercana al pueblo que al Estado
Durante los más de 26 años de pontificado del papa Juan Pablo II, en la Iglesia católica se abrió una "alarmante brecha" entre los deseos y aspiraciones de la comunidad de feligreses, por un lado, y la institución y jerarquía eclesiástica, por el otro, señaló el Observatorio Eclesial, organización integrada por diversos grupos civiles de inspiración católica.
En una carta enviada al Episcopado Mexicano y a la nunciatura apostólica, dada a conocer ayer en conferencia de prensa, se pide que la Iglesia deje de ser un Estado y recupere su tradición evangélica y profética, de modo que esté más cercana a los pueblos que a los gobiernos, y sea más social que política.
Asimismo, señala que en este momento de transición, en el que se elegirá en breve a un nuevo pontífice, se debe reflexionar con sinceridad si después de 26 años del pontificado de Juan Pablo II la Iglesia católica es mejor que antes, qué tipo de Iglesia se quiere hoy y, sobre todo, distinguir con claridad no sólo qué tipo de Papa se requiere en estos momentos, sino también qué gobierno eclesiástico se necesita para enfrentar con éxito los desafíos que afronta actualmente la institución religiosa.
En conferencia de prensa ofrecida por varios de los representantes de los organismos que integran el Observatorio Eclesial, se señaló el deseo de tener una Iglesia que continúe impulsando el respeto de los derechos humanos en el mundo, pero que también los respete hacia el interior, pues tradicionalmente se ha condenado injustamente a todo aquel que se atreve a disentir de las directrices establecidas por la jerarquía.
Igualmente, se pidió que la Iglesia renueve su doctrina moral, buscando nuevos diálogos y acuerdos eclesiales en materia de sexualidad; impulse una participación más activa de la mujer en las tareas eclesiales; condene a los sacerdotes pederastas y repare el daño a las víctimas de este tipo de abusos, además de que fomente el diálogo, la corresponsabilidad, la rendición de cuentas y que dé una mayor autonomía a las iglesias locales.
Guadalupe Cruz, del Observatorio Eclesial; Lourdes Villagómez, del Centro de Estudios Ecuménicos; Aidé García, de Católicas por el Derecho a Decidir, y Jaime Laines, del Centro Antonio Montesinos, expresaron su preocupación por la situación actual de la Iglesia, en la que se ha abierto esa brecha entre la comunidad de fe y la institución, de manera particular en el tema de la sexualidad, la anticoncepción y el uso del condón. Señalaron que en estos, pero también en otros temas, la comunidad católica ya está decidiendo y ejerciendo su libertad de conciencia, indicando el camino a la institución.
Estimaron que las grandes tareas eclesiales del milenio requieren de un gobierno plural y colegiado que abra las instancias de decisión, que promueva los derechos humanos dentro y fuera de la Iglesia, que respete la diversidad eclesial, y que renuncie a ser Estado y a la infalibilidad, que impulse la paz y que renueve la doctrina moral.
De igual forma, señalaron que en este momento de transición es necesario recordar los "vientos frescos de apertura y renovación" del Concilio Vaticano II, tampoco dejaron de reconocer que sus plan-teamientos plasmados en la carta enviada a la CEM y a la nunciatura "son nuestros sueños y esperanzas".
Entre las organizaciones firmantes también están La Familia Franciscana Internacional-México, el Secretariado Social Mexicano, el Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), Serapaz y el Centro de Reflexión Teológica.