Inculca el artista: ''yo la utilizo como un poder calmante y contra el miedo''
McFerrin: ''creo con firmeza en la música como actividad mística''
Reconocido hoy como un genio, narra que al principio los músicos sinfónicos lo veían con recelo
No concebían algunos académicos que alguien con peinado rasta les hablara de Beethoven
Ampliar la imagen "Me siento muy bien con lo que soy, con esta posibilidad de seguir siendo natural en mi m�", dice McFerrin FOTO Mar�Luisa Severiano
¿Alguien sobrenatural o una de las maravillas de la música contemporánea? Bobby McFerrin sonríe mientras medita su respuesta. ''Estoy muy lejos de siquiera creérmelo o pensar en ello", revira. ''Me siento muy bien con lo que soy, con esta posibilidad de seguir siendo natural en mi música".
El polifacético músico estadunidense, ganador de una decena de Grammy, luce apático al entrar al auditorio donde conversará con los medios informativos. Más adelante el ambiente se relajará e inclusive habrá varios detalles con sentido del humor.
Ayer MacFerrin arribó a territorio nacional, en lo que es su primera visita artística al país, adonde llega como la principal estrella de la versión 21 del Festival de México en el Centro Histórico.
Su agenda prevé un par de actuaciones: una individual, de improvisación, hoy a las 20:30 horas, en el Teatro de la Ciudad, y la otra el jueves, a las 20 horas, en el teatro Metropólitan, como director huésped de la Filarmónica de la Ciudad de México. También impartirá una clase magistral en el Palacio de Bellas Artes.
De lo clásico a lo popular
Vestido con playera blanca de algodón, jeans y huaraches, además de su peinado redlock y canosa barba de candado, Bobby McFerrin da paso a las preguntas.
Luce, en primera impresión, entre cansado y molesto. Incluso, al entrar al auditorio, no alcanza a distinguirse si tararea algo o si musita raros ruiditos guturales.
Más adelante, de manera indirecta explicará que siempre canta cuando se siente angustiado, molesto o con temor. Y quizá en ese momento tenía motivo para estar contrariado: su equipaje no apareció al llegar al aeropuerto, según comentó.
''Creo firmemente en la música como actividad mística. En el pasado se le utilizaba, por ejemplo, para alentar a los soldados en la guerra", explica.
''La utilizo como un poder calmante cuando me siento angustiado o tengo miedo; conduce a mi mente por lugares lejanos. No me parece accidental, de hecho, que en medio de la Biblia se encuentre el Libro de los salmos, que son finalmente canciones."
Ráfagas de preguntas, respuestas cortas y puntuales.
-¿Concibe a la voz como el instrumento perfecto?
-¡Definitivamente es un gran instrumento! Más aún: la voz es la madre de todos los instrumentos; y el tambor es el padre.
Curiosidad por saber que piensa McFerrin y cómo se siente de que en muchas partes sólo se le conozca por su canción Don't worry, be happy.
''De hecho -responde- es una pieza que tomó vida propia. La suya es una historia accidental; no pensé que alcanzara tal éxito. No la canto desde noviembre de 1998; no quiero ser estigmatizado como un tipo de una sola canción."
A sus 55 años el pianista, clarinetista, director de orquesta, pero sobre todo cantante, según se define, no siente empacho por transitar entre lo clásico y lo popular.
Refuta ser partidario de una división entre ambos mundos, sin embargo reconoce que ésa es una dicotomía existente a pesar de todo y que hay quienes la respetan y quienes no. Y ejemplifica lo difusa que puede ser la frontera entre los géneros, recordando que la de Mozart era tomada como música popular en su época.
Como melómano, dice, sus gustos incluyen lo mismo a Janis Joplin, Paul Simon, Ray Charles, Eric Clapton, Keith Jarrett que a grandes nombres de la música clásica, como Mozart y Beethoven. A últimas fechas, precisa, se ha centrado en la música infantil africana.
Reconoce que al principio enfrentó dificultades en el ámbito clásico, cuando en su faceta de director advertía cómo los atrilistas veían con recelo y desdén que alguien de peinado rastafari y vestido tan informalmente pudiera decirles algo acerca de, por ejemplo, Beethoven.
Arte sin nacionalidades
McFerrin aclara que su trabajo con las orquestas parte de dar libertad a los músicos y procurar que se diviertan, y precisa que su medio de comunicación para decirles cómo desea que suene la pieza en turno: es el canto.
A preguntas expresas, habla de sus experiencias con el jazzista Chick Corea y el cellista Yo Yo Ma, de su juvenil e infructuoso deseo de ser sacerdote -''el Señor quiso finalmente que la música fuera mi mundo"- y del poder curativo del arte sonoro.
También habla de la música como un arte sin nacionalidades ni fronteras, una de las pocas linguas francas que llegan ''al mismo punto del alma de todas las personas. Fomenta pasión y otros sentimientos, provoca alegría y diversión".
McFerrin platica su gusto por la improvisación. Dice que es una actividad que tiene que ver con ''dejarse ir y vencer el miedo".
Inclusive da un consejo para quienes deseen improvisar:
''Hay que perder el pánico y siempre atreverse a llegar a la siguiente nota, hasta lograr que sea algo que se presente de manera natural."