El país del desafuero
Tras el desafuero y mientras más transcurre el tiempo entiendo menos las razones que llevaron a las huestes foxistas y a sus desaforadores a cometer semejante brutalidad (parece que el término desaforador no existe; propongo incluirlo en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia como legado de Vicente Fox y asociados). Entre muchas posibilidades, destaco dos explicaciones plausibles para entender los motivos del desafuero; si bien una es peor que la otra, no son mutuamente excluyentes. Ambas rezuman desdén.
La primera explicación es que entre quienes planearon el desafuero no hubo alguna voz que alertara contra las posibles reacciones de la población ante tal barbaridad. Es impensable que entre tantos políticos desaforadores, sean panistas o priístas, no haya habido una mente suficientemente lúcida para explicarle a Vicente y a Marta que el desafuero no sólo actuaría a la corta y a la larga en su contra, sino que el acto dañaría a la nación.
La segunda hipótesis dice que quienes hurgaron esta novísima y nauseabunda jugada desprecian profundamente los sentires de la opinión pública, de quienes ven en Andrés Manuel López Obrador una buena opción para enmendar los rumbos sin rumbo de la nación y de los analistas y librepensadores en el extranjero. Al paso del tiempo es evidente que la mayor parte de la opinión pública, tanto en el país como en el extranjero, tanto de quienes simpatizan o no con AMLO, están en desacuerdo con los propósitos del acto. Hasta donde sé no hay editorial en la prensa foránea que aplauda el desafuero. La mayoría lo reprueba y considera que los desaforadores han golpeado a la democracia. Poco hay que decir del efecto que tiene y que tendrá la tropelía foxista en las clases pobres y muy pobres de nuestra nación; si antes los pobres le apostaban a las políticas del tabasqueño como una posibilidad para mejorar sus condiciones, ahora lo han hecho su mentor.
El desafuero ha sumado muchas voces que de otra forma no se hubiesen encontrado. Los pobres que ven en AMLO la salvación, los ricos que consideran que gracias a Marta y a Vicente podría haber inestabilidad social, los muy ricos que ven cómo cada día retrocede la Bolsa de Valores, los extranjeros que empiezan a retirar sus ganancias, y las voces de incontables "pensadores" independientes se han amalgamado en algunas de sus desazones. En síntesis, los presidentes y sus secuaces sumaron sumandos improbables: ¿por qué lo hicieron? Excluyo la primera hipótesis, ya que es sabido que entre los diputados panistas y priístas algunos acabaron preparatoria y otros han pisado la universidad.
La segunda hipótesis, la que sostiene que los de-saforadores menosprecian a los mexicanos que no comulgan con su ideario, así como a los analistas extranjeros, parece ser la correcta. Actos siniestros, como el ocurrido en el Tianguis Turístico de Acapulco, donde se despojó a los legisladores e invitados del listón en apoyo de AMLO, o la actitud del PRI, que impidió instalar el jurado de procedencia para desaforar a Ricardo Aldana, hacen pensar que el gobierno ha iniciado una campaña de extrema dureza -y torpeza- contra quienes disienten de sus opiniones.
De ser cierta esa idea, malos vientos soplan sobre nuestra nación. La ira de los seguidores de López, muchos, dispuestos a la violencia como resultado de su pobreza y de la falta de esperanza, aunada al rencor de muchas voces independientes, que no admiten que la razón y la justicia sean aplastadas con tanta vulgaridad, serán piedras difíciles de franquear para los deaforadores. Agrego que López Obrador ha actuado con mucha inteligencia. Sus mensajes pacificadores ridiculizan cada vez más a quienes votaron a favor del desafuero en San Lázaro.
El diccionario aludido en el primer párrafo ofrece una tercera hipótesis. Desaforar: 1. Quebrantar los fueros y privilegios que corresponden a alguien. 2. Privar a alguien del fuero o exención que goza, por haber cometido algún delito de los señalados para este caso. 3. Descomponerse, atreverse, descomedirse. Tras escuchar las declaraciones de nuestros presidentes y de su séquito creo que los desaforadores sólo leyeron el inciso tres de la definición.