Usted está aquí: miércoles 20 de abril de 2005 Opinión El paisaje desde la cima de Hubbert

Alejandro Nadal

El paisaje desde la cima de Hubbert

Hace 50 años el geólogo King Hubbert mostró cómo la extracción de petróleo de un pozo, de un campo petrolero o de un país aumenta a lo largo del tiempo hasta alcanzar una cima, la cual representa el nivel más alto de producción y se alcanza más o menos cuando se agota la mitad del crudo almacenado en los yacimientos. A partir de ese punto en la cúspide, el camino es de bajada y la producción anual se reduce inexorablemente hasta llegar a cero.

Antes de alcanzar la cima de la curva es posible controlar la evolución del precio del crudo porque se puede aumentar la producción. Cualquier aumento coyuntural en el precio puede ser contrarrestado por aumentos en la oferta porque los yacimientos contienen el suficiente petróleo. Si los yacimientos son grandes se puede garantizar un periodo relativamente largo de precios bajos y estables. En contraste, cuando la producción ha rebasado ese punto límite, cuando se ha pasado la cima de Hubbert, la tendencia en el movimiento de los precios sólo puede apuntar en una dirección. Los precios irán al alza porque cada vez hay más restricción sobre la oferta.

La primera mitad de la curva de Hubbert describe la producción ascendente con costos bajos, pues normalmente se explotan primero los yacimientos más fáciles de recuperar. La mitad del petróleo en la segunda parte de la curva se compone de los yacimientos de más difícil recuperación, donde los costos de extracción son más elevados. Normalmente, el crudo es de menor calidad en esos yacimientos.

Tal como predijo Hubbert, la producción en Estados Unidos alcanzó la cima en 1970 y desde entonces se ha ido reduciendo. Los yacimientos en la vertiente norte de Alaska no fueron suficientes para revertir esta tendencia. Por otro lado, los del Mar del Norte comenzaron a declinar en 1999. Y así ha sucedido en muchos otros países. México no es una excepción: el yacimiento de Cantarell es responsable de 50 por ciento de la producción nacional total y el año pasado entró en declinación. La tasa de explotación se mantiene sólo por la inyección masiva de nitrógeno para mantener la presión en el yacimiento (la demanda mundial de nitrógeno se duplicó desde que se inició la recuperación secundaria). Pemex calcula que Cantarell declinará a partir de 2006 a una tasa de 14 por ciento anual.

Las señales de que ya estamos muy cerca, o incluso en la cima de Hubbert, son muchas. La primera es el fuerte incremento en los precios de crudo y el rompimiento del techo de 50 dólares por barril. Pero como las distorsiones de precios son el pan de todos los días se podría pensar que la lenta recuperación estadunidense, la guerra y la demanda china son los factores que explican ese incremento de precios. Según ese tipo de análisis, una vez que se corrijan esos factores coyunturales que distorsionan los precios se podría esperar que el mercado regrese a sus niveles históricos. Desgraciadamente, ese análisis es erróneo. Los precios altos (y el fin de la era del petróleo barato) reflejan una situación estructural más profunda.

Si se analizan las tendencias del mercado petrolero en términos físicos, se puede apreciar la situación con mayor claridad. Desde 1967 los descubrimientos de nuevos yacimientos se han ido reduciendo y a partir de 1980 el consumo mundial anual de petróleo ha superado el volumen de los nuevos descubrimientos. Los yacimientos gigantes y supergigantes que actualmente están siendo explotados tienen entre 30 y 50 años de haber sido descubiertos. Finalmente, de los 42 mil pozos petroleros en explotación, apenas uno por ciento es responsable de 75 por ciento de todo el petróleo descubierto desde hace 150 años. Eso quiere decir que ni los productores de la OPEP tienen la capacidad para inyectar más crudo al mercado ni de estabilizar los precios en niveles reducidos. Un análisis parecido procede para el caso del gas natural.

Lo único que divide la opinión de los expertos es la fecha exacta para alcanzar la cima de Hubbert a escala mundial. Algunos análisis fijan la fecha en 2010, pero otros señalan que los libros de historia dirán que fue 2005. Cualquiera que sea la hora y fecha exacta, lo cierto es que la época del petróleo barato ya se acabó y el mundo parece estar muy mal preparado para enfrentar esa realidad.

Para comenzar, la civilización del automóvil será la primera en sufrir. Todo el sistema de transporte mundial, el tejido de la producción industrial y la red de energía eléctrica dependen fundamentalmente del petróleo, así que también recibirán el impacto de lleno y tendrán que enfrentar las consecuencias. Hasta en la esfera financiera se van a manifestar los efectos. La volatilidad en el valor de las principales divisas del mundo tendrá que aumentar. Después de todo, las divisas duras son las de las economías más glotonas de petróleo. Así que desde la cima de Hubbert el paisaje para la economía mundial no es muy alentador. La mala noticia es que casi nadie lo está viendo.

 
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