Usted está aquí: miércoles 20 de abril de 2005 Opinión Benedicto XVI y Darwin

Aline Petterson*

Benedicto XVI y Darwin

Tiempos ominosos son éstos. Escribo después de escuchar la voz alborozada de Joseph Ratzinger como el nuevo Papa. Una vez más es la opresión a los "pobrecitos del Señor".

Traigo a mi memoria mi primer contacto en la niñez alrededor de las teorías de Darwin y mi inocente vigilancia de los animales para verlos evolucionar en otros diferentes, más capaces y, en el caso del género humano, más inteligentes, más buenos, más libres. Entonces se me dijo que ya había llegado la evolución a su máximo. El hombre, finalmente, estaba hecho a imagen de Dios.

Lo que no se me dijo entonces es que se puede tomar el camino inverso. Y ahora por donde se asoma la mirada, se encuentra el dominio brutal de quienes detentan el poder para subyugar, para asentar su fuerza sobre los desprotegidos. ¿Y cómo no verlo si nuestro país se convulsiona cuando se aterran los poderosos? Hay miedo de perder privilegios y a permitir un avance que aminore las carencias generalizadas de la población. No me extiendo más, ya que plumas mucho más versadas que la mía se ocupan de ello.

¿Y qué decir de los crímenes que comete el imperio con la gente de segunda que es aniquilada empleando el razonamiento de la fuerza gigantesca de las armas apoyadas por un Dios cristiano? ¿O que las teorías de Darwin son prohibidas en muchas escuelas estadunidenses?

Pero ahora la elección del cancerbero del Vaticano, Benedicto XVI, como guía "espiritual" de millones de personas me ha acabado por derramar el vaso. Ratzinger, la sombra detrás del trono y ahora el ocupante del trono; Ratzinger, el firme opositor de las mujeres, de los homosexuales; Ratzinger, el ferviente detractor de la protección contra el sida, extenderá su negro dominio sobre la población ignorante e indefensa del mundo que se acoge -en sus carencias- bajo su incipiente mandato.

Darwin acaso lo ignorara, pero vivimos una época de involución, del oscurantismo fanático más infame. La condición humana está siendo afrentada en todos sus ángulos. Y nadie con medio dedo de frente puede creer en las "bondades" de un discurso reiterado, que deja de ser doble para convertirse en unidimensional, mientras también se torna pleno de facetas ocultas.

Sin embargo, lo que más me duele es que ya no se cuidan, ni siquiera, las formas. Vivimos el imperio de la fuerza opresora que busca mantener bajo control los anhelos de justicia. El pueblo debe ser sometido por todos los medios, en el caso de México, porque la chusma ignora lo que le conviene, y será el gobierno quien lo guíe por el buen camino. En el caso de Estados Unidos, el discurso fundamentalista y tramposo conduce al grueso de sus habitantes en una dirección belicista muy infame. Y en cuanto al mundo católico, cuyos jerarcas deben plegarse a criterios de la baja Edad Media o ser silenciados, el asunto se complica, ya que por los escasos años de un tránsito terrestre -según las ideas retrógradas que imperan- comprometen la eternidad.

Bienvenida, pues, la muerte innecesaria si así se llega al Cielo. Nadie ha vuelto jamás para cantar la bienaventuranza del más allá. Lo que sí es claro es que millones de personas serán condenadas a un infierno mayor en la Tierra. A un infierno que no tendría por qué ser necesario. Sea éste por enfermedad y pobreza extremas, al aumentarse sin restricción el número de pobladores terrestres, o por haber nacido mujer, creada por Dios para el servicio ancilar, u homosexual que debe ser guiado por el camino de la rectitud establecida a priori, dentro de conductas sexuales no respetadas por miembros del clero.

Si ese Dios nos hizo a Su imagen y semejanza, ¿cómo aceptar que las mujeres carecen de capacidades mentales y que los homosexuales son unos pervertidos? Ratzinger prolongará sus juicios inapelables. Todo debe permanecer igual para satisfacción de quienes mandan en el mundo. "Nosotros sabemos que lo que conviene es lo que nos conviene a nosotros. Y nosotros sabemos bien que es mejor contener a la masa negándole su derecho a decidir."

Un pueblo cada vez más disminuido acaba por deponer su lucha. No en balde se dice que Ratzinger coqueteó con los nazis. Y aquel partido logró, en algún momento, ser apoyado por una inmensa mayoría de gente que antes había sido atemorizada hasta límites extremos. Es mejor no ofrecerles más oportunidad que la de segar el peligroso camino de reflexión para simplemente ejercer el mandato que el Espíritu Santo confirió a un hombre intolerante, para tranquilidad de las "buenas conciencias" nada dispuestas a incorporarse al conocimiento de este lamentable siglo xxi.

Dentro de los estudios sobre el género humano se sabe que la homosexualidad es una elección que no está adscrita a la patología. Se sabe también que las mujeres piensan y que aquellas que eligieron andar los caminos de la religión serán vedadas de nuevo a crecer en ese trayecto.

Ratzinger es el vicario de Cristo, ¿cómo aceptar que Dios pueda ser tan mezquino? ¡Bendito sea Dios! ¡Y bendito sea Benedicto XVI!

* Escritora.

 
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