Usted está aquí: sábado 23 de abril de 2005 Cultura El vuelo del arcángel Bernstein

El vuelo del arcángel Bernstein

En los casilleros de novedades de las tiendas de discos esplende un tesoro: una cajita de diseño alemán exquisito, arriba a la derecha el emblemático sello Deutsche Gramophon y al centro la mirada azul, sumergida en un océano de ideas, de uno de los gigantes de la batuta del siglo XX.

El título de la caja-tesoro: Leonard Bernstein. Sibelius. Complete Recordings on Deutsche Grammophon. En tres discos que cortan el aliento, el melómano tiene en sus manos y en sus oídos y en su corazón una lectura impresionante del universo sinfónico del músico finlandés, ese célebre desconocido porque mucho se habla de él, pero pocos -caso parecido con los misterios de Brahms- conocen verdaderamente los abismos, cráteres y cielos de esta música tan profunda y elevada al mismo tiempo.

A excepción de las sinfonías 3 y 4, todo el cosmos sinfónico de Sibelius gravita en estas grabaciones realizadas en la última década de vida de este maestro de todos tan querido. En esta compilación de privilegio se incluyen las Variaciones Enigma de Sir Edward Elgar y los Cuatro Interludios Marinos de Benjamin Britten.

Ocho años median entre la más temprana de estas grabaciones: las Variaciones Enigma las grabó Bernstein en abril de 1982 en Londres y los Interludios marinos el 19 de agosto de 1990 en Tanglewood, sólo dos meses antes de su muerte.

En el cuadernillo de este banquete platónico y socrático, se incluyen varias fotografías, como es normal, del director involucrado. Pero la última de ellas conmueve hasta las lágrimas y mueve el diapasón entero de emociones en la banda ancha de melómanos que por legiones amamos en vida a Bernstein y seguimos con fruición sus novedades post mortem, y todo su legado inmortal.

Se trata de la última fotografía en vida de Leonard Bernstein, cuando descendió del podio, al frente de la Sinfónica de Boston, la noche del 19 de agosto de hace 15 años y se alejó, flotando como lo que es: un ángel que vino a la Tierra con una misión certera: traer belleza al mundo, concitar el amor, enaltecer al género humano. Todo eso lo sigue haciendo con sus grabaciones discográficas.

Qué mejor manera de celebrar los 15 años del vuelo de Bernstein de regreso, que escuchar sus versiones de las sinfo-nías de Sibelius. Su final de la Quinta Sinfonía, así como su manejo de los tempi en la etapa final de su vida, nos hace estremecer de la misma manera como crepitan en su vuelo las alas de los ángeles.

Pablo Espinosa

 
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