¡Viva Beethoven!
DESDE LOS PRIMEROS golpes secos, los iniciales dos relámpagos que estallan en timbales y alientos-maderas y metales, ese romperle la crisma en dos mazazos a un gigante malo de cualquier historia mitológica, desde que suenan esos dos primeros compases el escucha ya sabe que lo que viene será epopéyico. Habrá quienes opinen que Wilhelm Furtwaengler es insuperable en Beethoven, o bien que las versiones de Toscanini o de Celibidache no tienen parangón, pero la verdad es que las versiones de Bernstein a Beethoven (las dos Bes) son verdaderas maravillas. En el caso de la Tercera Sinfonía de Beethoven, cuya portada original reproducimos aquí, pero que es asequible en otras ediciones, otros ámbitos, el factor definitivo es el ímpetu, la energía vital, el altísimo nivel emocional que imprimió Bernstein a su vida y a sus grabaciones. En este caso se trata de algo similar al acto de echar más leña al fuego. Y alargar la cosa hasta tres "Vbes": ¡Vivan Beethoven y Bernstein!