Usted está aquí: miércoles 27 de abril de 2005 Opinión BAJO LA LUPA

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Petróleo, ¿a 380 dólares el barril en diez años?

EU apuesta al gas, afectando el transporte

PARA QUIENES SE QUEDARON paralizados en el viejo paradigma del "petróleo barato" -anterior al 11 de septiembre y a la guerra de la dupla anglosajona contra Irak-, seguramente sonará descabellada la cifra de 380 dólares el barril en los próximos 10 años (calculada a una tasa de inflación agregada de 2.5 por ciento anual), como consecuencia del futuro déficit mundial de 8 millones de barriles diarios, según el estrujante reporte del banco de inversiones francés Ixe-CIB, realizado por los economistas en energía Patrick Artus y Mocef Kaabi (Al-Jazeera; 21/4/05): "si se toma en cuenta el nivel de los anteriores choques petroleros, como el de la década de los 70, no se puede eliminar tal probabilidad". Como tampoco se han desarrollado aún las fuentes alternativas de energía, el "mundo dependerá de los tradicionales fósiles de hidrocarburo". Repiten lo archisabido sobre la presión de la demanda proveniente de China debido a su producción industrial acelerada y su rápida urbanización (se olvidan de India que es todavía más dependiente). Tampoco la futura demanda puede ser paliada por los nuevos descubrimientos de campos petroleros.

LOS ONCE FRENTES DEL 11 de septiembre: una guerra multidimensional (Ed. Cadmo & Europa 2003), nuestro libro, resalta la similitud con la década de los 70, cuando el precio se disparó casi 20 veces al pasar de 2 dólares el barril en 1971 a 39 en 1979 en plena revolución jomeinista, con la fase actual financiero-económico-geopolítica. Sin meternos a soporíferos cálculos econometristas, si partimos de un piso de 20 dólares, en que se cotizaba el barril con antelación al cambio de paradigma geoestratégico del 11 de septiembre, que desembocó en la guerra contra Irak, un aumento similar de 20 veces muy bien pudiera llevar la cotización de nueva cuenta en el lapso de una década a los linderos de 400 dólares, que no dista mucho de los 380 de los economistas galos, cuyo cálculo perturbador supera por mucho las elevadas cifras que parecían alucinantes y que fueron proferidas sin rubor en fechas recientes por la correduría Goldman Sachs (102 dólares), el conocido Osama Bin Laden (144 dólares) y Matthew Simmons (182 dólares), banquero especialista en inversiones energéticas e íntimo de la dupla Cheney-Bush.

LA TRASCENDENCIA geoestratégica del petróleo y el gas, como se nota, no es un asunto para la mente ultrarreduccionista de los fiscalistas neoliberales de la tripleta salinista-zedillista-foxiana, quienes han hecho el ridículo con sus pronósticos descabellados que, a nuestro juicio, encubren la voluntad de regalar el petróleo mexicano a sus controladores texanos: desde Téllez Kuenzler (anterior secretario de Energía y actual representante del Grupo Carlyle, conglomerado petrolero y de venta de armas de la dinastía bushiana), quien juró un precio de 6 dólares el barril ante un Congreso ignaro, hasta Fox (un superignorante en materia energética, dicho sea con respeto a su investidura) y Hurtado López, actual subsecretario de Hacienda, quienes aseguraron un precio máximo de 23 dólares para este año.

EN UN REPORTE RECIENTE, el analista mexicano Rodolfo Sosa, de Consultoría Galileo, y Liu Qiang, investigador de la Academia de Ciencias Sociales de China, abordan los "cambios geoeconómicos" que se están generando en Latinoamérica debido a los acuerdos con China, que busca "diversificar su abastecimiento energético". Sosa y Qiang señalan que las inversiones energéticas de China en Brasil, Cuba, Venezuela, Perú y Ecuador serán por 15 mil millones de dólares, que no es tanto, si se comparan con los arreglos de seis dígitos de China con Canadá e Irán, ya no se diga los inminentes acuerdos con Rusia y los países ribereños del mar Caspio. Lo interesante radica en la penetración de China a América Latina, Canadá y Africa, que, en sinergia con las empresas de India, compite sin complejos con las petroleras anglosajonas.

"DOSSIERS & DOCUMENTS" , de Le Monde (4/05), retoma las recientes proyecciones de la Agencia Internacional de Energía (AIE) con sede en París: la "demanda de energía aumentará 60 por ciento de aquí a 2030"; afirma que "85 por ciento de las nuevas necesidades del planeta serían cubiertas por productos fósiles, petróleo, gas y carbón", y sostiene en forma optimista que pese a la gran demanda "la Tierra es más que suficiente para responder a la demanda hasta 2030 y aun después". Lo mejor de la AIE viene cuando asevera sin rubicundez que "quien controle (sic) la energía poseerá una de las llaves (sic) del futuro (sic). Pero no a cualquier (sic) precio; las naciones no piensan solamente en términos de ganancias (sic): desean más ética (sic) y se comprometen (sic) a reducir la gran pobreza" (sic). Como que suena exageradamente desconcertante que la industria petrolera, bajo control anglosajón, se transmute súbitamente a la "ética" y se ocupe por la "reducción de la pobreza". ¿No se habrá equivocado la AIE de cosmos?

EN CONTRAPUNTO CON el optimismo desbordante de la AIE sobre las supuestas pletóricas reservas planetarias, John Vidal, "editor en medio ambiente" de The Guardian ("El fin del petróleo está más cerca de lo que se piensa"; 21/4/05) asienta en forma alarmante que la declinación de la producción del petróleo comenzará en un año. ¿A quién creer entre los asertos en las antípodas de la AIE y John Vidal? Por desgracia, la desinformación deliberada es la tónica en el medio energético. En Bajo la Lupa creemos más a los ambientalistas que a los depredadores petroleros y lo peor sería sucumbir a las mendacidades de la AIE, que no suele ser muy acertada.

DE DEFENSA, CENTRO DE pensamiento estratégico-militar con sede en Bruselas (24/4/05), aborda el angustiante reporte de Artus y Kaabi. La diferencia es crucial con la década de los 70: "se trata de una perspectiva de crisis sin precedente. (...) La crisis petrolera de los 70 fue especulativa, debido sobre todo a la voluntad de la OPEP, encabezada por Irán, de incrementar el precio del crudo". Tiene razón De Defensa, los matices son fundamentales: "mientras en los 70 el incremento de los precios provocó la crisis, ahora la crisis en la producción por disminución de las reservas ocasiona el aumento".

EN FORMA PARADOJICA la "abundancia de petróleo posterior a la crisis de la década de 70 provocó un agotamiento de las divisas en la URSS", mientras "ahora el declive de la producción corre en paralelo al crecimiento continuo y acelerado de la demanda". A su juicio, "debido al orden de magnitud, las cifras de 380 dólares el barril son insostenibles para el sistema internacional" por lo que la "perspectiva de crisis global es radicalmente desestabilizadora y sus efectos serán anteriores a su manifestación en plenitud" que llevarán a tomar acciones preventivas y a cambios radicales de alianzas" que desquiciarán la "estabilidad interna de las naciones". Cita como consecuencia específica la "exacerbación bélica de EU que obligará al servicio militar generalizado". La "crisis de la producción del petróleo", como describe en términos trágicos De Defensa, representa una "amenaza trasnacional de nuevo tipo, suscitada por desarrollos naturales en los que la política no tiene ninguna influencia y cuya perspectiva es negada por la misma política. Tales amenazas tienen que ver directamente con la cohesión general del sistema mundial". ¡Uf!, el legado decantado de la globalización financiera habrá gestado no solamente una crisis petrolera desestabilizadora, sino, peor aún, una devastación climática.

EL DEPREDADOR UNILATERALISMO bushiano ha sucumbido a una preocupante negación de la realidad sobre la ontología planetaria. En este tenor, el libanés-estadunidense Jad Mouawad, reportero de The New York Times (23/4/05), pone de relieve que el "menor papel que juega el petróleo en la economía estadunidense limita el daño de los precios altos". Considera que los "temores" sobre una recesión (con quiebras de empresas, desempleo e hiperinflación) "son exagerados, a pesar de un precio superior a los 50 dólares el barril.

"HASTA AHORA LA ECONOMIA de EU ha sorteado el incremento de los precios con una facilidad (sic) remarcable (sic) y hay razón para creer (sic) que los altos costos de combustible no tendrán el impacto que tuvieron antes"; asegura que el petróleo, como sucedió en la etapa manufacturera, no forma parte central de la economía estadunidense más enfocada a los servicios. Inclusive, "la manufactura y las plantas generadoras de energía dependen más del gas, carbón y, en menor grado, del poder nuclear". Es un secreto a voces propalar que EU ha apostado más en el gas que en el petróleo, lo que afecta considerablemente al transporte. La factura del alza sería así absorbida por los conductores.

MOUAWAD REPITE LA TESIS de Stratfor -centro de pensamiento israelí-estadunidense vinculado con las trasnacionales petroleras-: "hoy la economía de EU es más eficiente (sic) que hace tres décadas" y el "ingreso de los estadunidenses se ha duplicado" por lo que la merma en los ingresos personales y en los costos energéticos se ha reducido a la mitad.

SI NO DAÑA EL ALZA brutal del petróleo a EU, entonces, ¿a quién perjudica? Nuestra hipótesis "multidimensional" (geopolítica, geoconómica y geofinanciera) apunta como supremos perjudicados a los competidores de EU, quienes carecen de "oro negro": la Unión Europea (UE), India, China y Brasil, sumados de su anterior aliado Sudcorea (que se ha acercado a China) y su nuevo socio militar, Japón, ambos muy dependientes del "oro negro".

ES CURIOSO QUE el alza del petróleo afecte más a quienes posean las mayores reservas de dólares. A nuestro juicio, mediante el alza descomunal del petróleo, EU hipoteca en forma perversa tanto las reservas monetarias de Japón, por más de 800 mil millones de dólares, como su tenencia de más de 38 por ciento de todos los Bonos del Tesoro. El mismo diseño maligno es también aplicable a China, que posee las segundas reservas monetarias en dólares del planeta y otro tanto en Bonos del Tesoro. Nada samaritano, mucho menos "ético" (sic), se puede esperar del depredador unilateralismo bushiano.

 
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