CIUDAD PERDIDA
Los Pinos: diálogo sin voluntad
Primero debe allanarse el camino de la política
RESULTA QUE ahora el gobierno federal quiere el diálogo. Pero los diálogos se construyen con buenas voluntades, o cuando menos con voluntades. Pero eso, ahora en Los Pinos, eso no existe.
MAS ALLA de las palabras, de los discursos, está el insulto constante, la diatriba que busca ofender para hacer imposible el intercambio de ideas. Hace falta un pacto entre las partes, eso es cierto, pero lo que más falta hace es limpiar, de una vez por todas, la pista de la política por donde debe transitar el diálogo, y eso tampoco es fácil.
POR LO pronto, aquí está este espacio para que nos platique de sus dichas y sus problemas.
De Arturo Villaseñor
LETRAS BREVES al ciudadano Presidente de la República: Acaso sea tiempo de callar y reflexionar. Y después de ello, tiempo de cambiar el rumbo y rectificar. La altura de un estadista se mide por la capacidad de unir tras de sí a una nación, no por su capacidad para ejercer poder. Casi siempre hay tiempo para subsanar algún daño causado por omisiones o falta de perspectiva, acaso de conocimiento de causa, nadie es infalible. La mayor crítica que se le puede plantear a usted sobre sus acciones -o por falta de ellas-, que han desembocado (tras una serie muy, muy larga de desafortunados eventos) en el actual momento, es que pareciera que se han dado completamente a ciegas, y sin perspectiva de la realidad de nuestro país. La integridad de una nación pudiera parecer algo abstracto y lejano -no lo es-, la muchedumbre que camina en las calles tampoco lo es, es bastante real y tangible. La Patria, que es y somos todos, demanda hoy una rectificación. Basta asomarse a la calle, basta mirar más allá de las ventanas para escuchar la voz que reclama -y hoy es un buen día- que hay que cambiar.
De Angeles Quevedo Estrada
DENTRO DE la escala de valores, que se abre en un abanico a partir de dos núcleos llamados dignidad y honestidad -principios básicos de los cuales nos nutre el amor, como valor universal-, en cuyas aspas se proyectan al infinito todos los valores que debieran normar nuestras vidas (humildad, veracidad, disciplina, autorespeto, exorespeto, generosidad, valentía, coraje, etcétera), los seres humanos encontramos y aplicamos aquellos que nos ubican como pretendidos seres íntegros. En estos abanicos no debe haber cabida para la falsedad, la mentira, la soberbia, la adulación, el entreguismo...; a cada una de estas manifestaciones del ser humano las conocemos como antivalores y cada uno de ellos es susceptible de precio. Lo anterior viene a cuento porque la acumulación de esos valores y/o la mayor carencia de antivalores debiesen ser considerados indispensables para que los partidos eligieran a sus candidatos a cualquier puesto de elección o de decisión -como los jueces en todas sus facetas- y los ciudadanos también las sopesáramos como factor determinante para emitir nuestro voto. Si así lo hiciésemos, quizá no tendríamos hoy disputados, como los 360 que avergüenzan al Congreso y al país, porque han probado que carecen de valores y ahora los que los "llevaron al baile" solamente les otorgaron, a cada uno, $5.5555555, eso sin descontar lo que corresponde a cada uno de los "creativos" y "desarrolladores" de todo el entramado, los cuales, haciendo una distribución justa, aplicarían 50 por ciento a distribuir entre ellos y 50 por ciento para los disputados, si es que esas personas tuvieren algún sentido de la justeza, que no de la justicia. En esta tesis, imagínese hasta dónde descendería el precio de los mentados disputados; probablemente les dejarían únicamente los decimales, porque en la economía de mercado que manejan, sólo dejan las migajas a las últimas escalas de sus sirvientes. De modo que ahora, si bien preciados, tenemos disputados de $5.5555555. Dije disputados y aclaro que no es error. Les agregué la s intermedia porque cuando se lleva signo de $ en el frente (en la frente lo llevan quienes, aun desvalorados, todavía pueden mover monigotes), se los disputan aquellos que necesitan comprar conciencias, porque en su devenir por las inmundicias del estercolero sólo han acumulado carencias.