Una adolescente confesó a su madre el origen del dinero de más que empezó a tener
Capturan a un presunto corruptor de menores empacadoras de supermercado
Según la denuncia, el sujeto las enganchaba para prostituirlas, en complicidad con una cajera
Sólo el afecto pudo hacer fuerte a Angelina para rescatar a su hija Marita, de 15 años, de la red de corrupción de menores en la que Ramón Gámez Martínez, quien se ostenta como dueño "de media Isla Mujeres", intentó introducirla. El sujeto ya fue detenido y puesto a disposición de la Fiscalía Central de Investigaciones para Delitos Sexuales, de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF).
Angelina, empleada de una tintorería, con salario de apenas 3 mil pesos mensuales, dijo que se tuvo que armar de valor para que su hija, quien contribuye a la economía familiar trabajando de empacadora en la tienda Wal-Mart de Balbuena, denunciara ante la PGJDF el acoso de que fue objeto por Elsa Serrano para que conociera a un señor "muy rico" que la podría ayudar a pagar sus estudios y a saldar las deudas de sus padres.
Tras la denuncia, Gámez Martínez, de 63 años, quien enganchaba a menores valiéndose de Elsa Serrano, cajera de dicha tienda, fue detenido en la calle de Doctor Olvera 117, donde reunía a las menores para obligarlas a prostituirse.
De acuerdo con la PGJDF, el caso podría ser sólo la punta de una amplia red de prostitución infantil.
La compra de dos pares de zapatos que Marita llevó a su casa el 14 de marzo puso en alerta a su madre, pues cada par le costó 300 pesos, "lo que para nosotros es mucho y para mi hija más, pues como empacadora no gana ese dinero en un día", estableció Angelina en la declaración que consta en la averiguación previa FDS/48T1/141/05-03.
Alarmada, le preguntó cómo había obtenido esos zapatos y Marita le respondió que los había comprado por catálogo. Sin embargo Angelina se quedó con la duda. Esta se acrecentó cuando el 16 de marzo, mientras veía la televisión con su hija, sonó el teléfono. Contestó la menor, se puso nerviosa y se alejó para que no pudiera escucharla su madre. Al preguntarle ésta quien llamó, le dijo que se trataba de la coordinadora de la tienda; "dice que mañana tengo que ir al curso", pero su madre no le creyó.
El 17 de marzo la joven dijo que quería comprar una blusa y un pantalón; "al salir de la tienda, Marita me preguntó si tenía dinero. Le dije que tenía muchos pagos que hacer, y en ese momento sacó de su mochila 400 pesos y me los dio". Enérgica, le preguntó de dónde había sacado ese dinero, si no ganaba tanto; Marita le dijo que ahorraba dándole a una cajera 10 pesos diarios, e incluso le dijo: "¡pídeme, mamá, soy rica!"
Angelina empezó a sospechar que su hija estaba tomando dinero de alguna caja y temió "que se fuera a meter en problemas", por lo cual cuando tuvo oportunidad le dijo a Marita: "hija, cuando tengas algún problema díme, quién más que yo para ayudarte". En ese momento Marita "se hincó y me dijo: mamá, te voy a decir la verdad pero no te enojes: hay una señora que me molesta en el trabajo, es la cajera Elsa Serrano y su hermana Verónica", quienes la habían estado presionando para que conociera a un señor "muy rico, dueño de media Isla Mujeres" .
Angelina declaró que las hermanas Serrano llevaron dos veces a Marita a la casa de Gámez Martínez. La primera vez la llevó Verónica, quien iba acompañada de otra niña, conocida como Pau. En el lugar Marita vio varias niñas sentadas alrededor de un señor "pelón, de ojos claros", quien le dijo que se llamaba Ramón y la invitó a "darse un masaje, pues ahí había un masajista".
Marita rechazó el ofrecimiento; cuando se retiraron, el hombre le dio 600 pesos a Verónica, quien a su vez dio a la adolescente 300 pesos y la regresó a la tienda.
Le dijo que iba a ganar mucho dinero
La segunda vez que Marita fue a dicho domicilio, Ramón Gámez Martínez le pidió que "le hiciera sexo oral". Le dijo que iba a ganar mucho dinero para comprarse cosas, pagar su escuela y vivir bien; que incluso iba a ayudar a sus padres, y que "si era virgencita iba a ser su consentida".
Pero la menor se alejó llorando. Pau le gritó a Verónica y le dijo que viera cómo estaba asustada Marita, pero en tono burlón la cajera le dijo: "no seas payasa"; enseguida Gámez le dio 600 pesos y le dijo que no se asustara.
De regreso a Wal-Mart, la menor le dijo a Verónica que no regresaría a ese lugar, pues estaban tratando de prostituirla, pero la mujer amenazó: "no es cuando tu quieras, va a ser cuando yo diga".
En su declaración, Marita dijo que fue a esa casa porque creyó que podría ganar dinero fácil, "sin tener que trabajar tanto, y mis papás no se iban a dar cuenta, pero me sentí muy mal".