Usted está aquí: lunes 9 de mayo de 2005 Política Nuevas evidencias prueban el carácter planeado de la guerra sucia en Guerrero

Cuerpos de elite del Ejército recibieron instrucción especial de combate en la jungla

Nuevas evidencias prueban el carácter planeado de la guerra sucia en Guerrero

Las acciones de capacitación militar fueron ordenadas por el general Eliseo Jiménez Ruiz

GUSTAVO CASTILLO Y JESUS ARANDA

Ampliar la imagen En la imagen aparecen el l�r guerrillero Genaro V�uez Rojas y un grupo de sus seguidores en alg�nto de la sierra guerrerense, escenario de una cruenta campa�epresiva contra la insurrecci�n la d�da de los a�setenta FOTO Armando Lenin Salgado

En el contexto de la guerra sucia contra grupos guerrilleros en el estado de Guerrero, la Secretaría de la Defensa Nacional ordenó, el 22 de octubre de 1975, a la 27 Zona Militar, la realización del Primer curso de operaciones en la jungla, dirigido a fusileros paracaidistas, con la finalidad de prepararlos para misiones contra grupos armados y para realizar "inspecciones a poblados", aislamiento de "áreas críticas", patrullas de combate, búsqueda y contacto "con grupos enemigos", así como para "el control y orientación de la población civil".

Esta indicación (oficio 15971, cuya copia está en poder de La Jornada), violatoria del artículo 129 constitucional -sobre las operaciones del Ejército en tiempos de paz- , fue dispuesta por el jefe de la Sección Primera del Estado Mayor de la Defensa Nacional, general de brigada Eliseo Jiménez Ruiz, el 22 de octubre de 1975, "en cumplimiento de las órdenes verbales giradas por el secretario de la Defensa Nacional, general Hermenegildo Cuenca Díaz".

El artículo 129 constitucional señala: "En tiempo de paz ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar. Solamente habrá Comandancias Militares fijas y permanentes en los castillos, fortalezas y almacenes que dependan inmediatamente del Gobierno de la Unión; o en los campamentos, cuarteles o depósitos que, fuera de las poblaciones, estableciere para la estación de las tropas".

Es decir, explicaron juristas consultados, en la fecha en que se llevó cabo el Primer curso de operaciones en la jungla, ni en el país ni tampoco en Guerrero se decretó estado de excepción o suspensión de garantías individuales, por lo que el Ejército no podía ir más allá de lo establecido en la Carta Magna: ejercer su labor militar y actividades que tengan que ver con la disciplina castrense.

Sin embargo, que los soldados de la 27 Zona Militar recibieran instrucción especial para "controlar y orientar a la población civil", y posteriormente la detención -y en su caso asesinato de campesinos, como lo indica la averiguación previa en contra de los generales entonces al mando- demuestra que los militares en Guerrero actuaron de manera ilegal e inconstitucional, subrayaron los entrevistados.

Por otra parte, la orden girada por el general Jiménez Ruiz a la comandancia de la 27 Zona Militar, cuyo comandante era Antonio Riviello Bazán (secretario de la Defensa Nacional 1976-1982), que tenía como jefe de Estado Mayor a Enrique Cervantes Aguirre (secretario de la Defensa Nacional 1982-1988), quienes actualmente son investigados por la procuraduría militar acerca de su participación en la guerra sucia, ordenaba que el curso se iniciara el 3 de noviembre de 1975.

Las instrucciones precisaban que 180 fusileros paracaidistas (cuerpo de elite del Ejército), pertenecientes a los batallones de infantería 19, 17, 32, 48 y 56 tomaran el curso impartido por "cinco oficiales instructores, que efectuaron el Curso de operaciones en la jungla en la zona del Canal de Panamá, y cinco oficiales instructores de infantería, transmisiones y de sanidad, con experiencias y conocimientos adquiridos en la Sierra de Atoyac".

Especialistas consultados comentaron que la actuación del alto mando y de los responsables de la 27 Zona Militar fue inconstitucional porque asumieron labores de seguridad pública cuando el Ejército no tiene ninguna atribución al respecto. Es más, en la parte operativa la instrucción para enfrentar grupos guerrilleros -cuestión que el gobierno federal no reconoció en aquel entonces- era más que clara.

Por lo que se refiere a las operaciones a realizar, el manual de adiestramiento ponía énfasis en "la información y contrainformación", que tenía como elementos fundamentales las patrullas de reconocimiento y sistema de patrullaje; selección y empleo de guías; búsqueda de rastros e indicios; interrogatorio a detenidos; obtención de informes de civiles en los poblados; discreción y conservación del secreto; medidas de contrainformación más comunes.

Además, aislamiento de áreas críticas; patrullas de combate; búsqueda, ubicación y contacto con grupos enemigos; establecimiento de cercos; estrechamiento de cercos y acciones que provoquen la reacción enemiga al sentirse cercado; fase de la destrucción: empleo de la fuerza de reacción; persecución; establecimiento de emboscadas; combates de encuentro; inspección de áreas habitadas; custodia y conducción de detenidos.

Para no dejar dudas sobre la actuación militar violatoria de la ley -que señala que un civil no puede ser sujeto de la aplicación de la legislación castrense o por parte de elementos del Ejército-, el curso detallaba "prescripciones para el control y orientación civil", entre las que estaban motivación y recomendaciones a los civiles para su colaboración en beneficio de las tropas y participación de las autoridades civiles en beneficio de las operaciones que realiza la fuerza federal.

Asimismo, en la cuestión práctica los "textos de consulta" para el adiestramiento eran: Manual de guerra irregular, editado por el Estado Mayor de la Defensa Nacional, y Experiencias adquiridas durante el desarrollo de operaciones en Atoyac.

En cuanto a la "ejecución de operaciones", los soldados recibieron entrenamiento sobre "realización de inspecciones a poblados que en su oportunidad serán señalados". Los puntos centrales de las instrucciones giradas por el alto mando mencionan aspectos sobre selección de personal y la instrucción en artes marciales, como judo, kendo y karate, con el uso de chacos y bastones de bambú.

En lo que respecta al personal, se especifica que quien participara en el curso debía reunir, "hasta donde sea posible", las siguientes características:

Ser veteranos, no estar próximos a causar baja, contar con buena condición física y de salud, y con aspiraciones y deseos de progresar en la carrera militar.

Los propósitos del curso eran: adiestrar al personal militar "para operar con mayor eficacia en regiones de vegetación espesa y topografía accidentada, las cuales son aprovechadas por diversos tipos de maleantes para el desarrollo de sus actividades delictivas; difundir las experiencias obtenidas durante las operaciones realizadas para extinguir gavillas".

 
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