Usted está aquí: miércoles 11 de mayo de 2005 Política Larga espera de madres para poder festejar su día

En los comercios cualquier cosa para mujer era vendible

Larga espera de madres para poder festejar su día

CAROLINA GOMEZ MENA

En México, de acuerdo con datos del Instituo Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), hay casi 23 millones de madres, y aunque no todas pudieron celebrar ayer su día sin tener que preparar la comida, en el Distrito Federal fue evidente que muchas sortearon ese trance, pero a costa de esperas que se prolongaban por casi media hora (en el mejor de los casos) por una mesa en algún restaurante, taquería o incluso en las cadenas de comida rápida.

Muchas de ellas salieron con sus mejores galas, pero al cabo de unos cuantos minutos en la lista de espera para conseguir una mesa irremediablemente tuvieron que "perder el estilo" y despojarse de sus tacones. Tal fue el caso de Tania, una mamá joven, pero con experiencia en estos temas, y que ante el paso de los minutos cambió sus tacones por unas cómodas chanclas. "Siempre es lo mismo, vayas donde vayas está hasta el tope, por eso me traigo mis chanclitas", comentó mientras hacía fila en un restaurante del sur de la ciudad junto a su marido y su hijo, "el único que voy a tener".

En esto último Tania encaja en el "75.8" de las mujeres de entre 15 y 29 años de edad que se encuentran en etapa de formación familiar que desean tener sólo un hijo, según el INEGI, el cual acota que en 2000 cuatro de cada 10 madres tenían uno o dos hijos; tres, entre tres y cuatro, y una proporción similar cinco o más.

En lo que concierne a "perder el estilo", esto no sólo lo experimentaron algunas madres, sino también papás fueron víctimas del estrés y de las "compras de pánico". Al mejor estilo hollywoodense, dos padres de aparente situación económica holgada hicieron caso omiso de la buena educación, los modales y se trabaron en una disputa por una prenda de vestir (la única de esa talla que quedaba en la tienda departamental), pero finalmente la cordura se impuso y uno de ellos llegó a la conclusión de que dada la afición que había tomado su cónyuge por la comida, "de seguro no le va a quedar esta escuálida faldita".

Lo cierto es que en diversas tiendas y centros comerciales visitados "cualquier cosa para mujer" era "vendible". Sobre esto, Elías, un comerciante, señaló que "como los hombres realmente no conocen mucho los gustos de sus esposas ni cuáles son sus tallas, les puedes vender lo que sea".

Las que tuvieron mucho éxito fueron las flores. Por todas partes, en las esquinas, en los pasos a desnivel, en los mercados y en cualquier espacio en donde se pudiera poner una cubeta con ellas, era bueno para la venta del producto, que se cotizaba muy alto.

 
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