Sin avisar a Derbez, desayuna con Garza en Los Pinos
Ramón Muñoz acentúa el desorden en la cancillería
Al mismo tiempo, la SRE se quejaba en EU del embajador
Al mismo tiempo que el subsecretario para América del Norte, Gerónimo Gutiérrez, exponía ante el Departamento de Estado en Washington la molestia del gobierno mexicano por las declaraciones del embajador Antonio Garza, éste desayunaba en Los Pinos con Ramón Muñoz, uno de los más influyentes funcionarios de la casa presidencial.
Fue un desayuno de más de tres horas y del cual, hasta donde se supo, Muñoz no enteró con antelación al titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Luis Ernesto Derbez, pese a que la cita se concertó hace dos semanas.
La visita de Garza a Los Pinos, ayer, dio lugar a la paradoja de que mientras él se reunía con Muñoz, el jefe de la diplomacia mexicana, Derbez, también se encontraba en Los Pinos para los actos protocolarios de recepción al presidente de El Salvador, Elías Antonio Saca.
Durante buena parte de la mañana, la oficina de Comunicación Social de Los Pinos se empeñó en negar la presencia de Garza en la residencia oficial. Inclusive se llegó a amagar con desmentir oficialmente cualquier información que se difundiera sobre esa visita.
Sin embargo, cuando ya hasta la propia oficina de prensa de la embajada de Estados Unidos había confirmado el encuentro entre Garza y Muñoz, la Presidencia emitió un comunicado "en respuesta a inquietudes de diversos medios de comunicación", en el que básicamente desmentía que el diplomático se hubiese reunido con Fox o con Derbez.
Con esta acción del jefe de la Oficina de Innovación Gubernamental se frustró de momento la estrategia diseñada en Tlatelolco, de llamar a consultas a Antonio Garza, la próxima semana, pero no con Derbez, sino con el subsecretario Gerónimo Gutiérrez.
Porque entonces, al conocerse del encuentro en Los Pinos, ayer mismo Gutiérrez tuvo que llamar a Garza desde Washington para señalarle que sus declaraciones del pasado viernes en Monterrey no corresponden con lo que el gobierno de México ha trabajado en materia económica y de seguridad pública, particularmente en la frontera norte del país.
Según la SRE, el subsecretario Gutiérrez dijo telefónicamente a Garza que sus comentarios no corresponden con la realidad: "Le reiteré que en materia de seguridad ambos países deben aprovechar los mecanismos institucionales disponibles para abordar este tema, bajo la óptica de la responsabilidad compartida".
Desde que Garza hiciera las controvertidas declaraciones durante la cumbre Hemispheria en Monterrey, el funcionario mexicano y el embajador estadunidense han hablado sobre este tema en dos ocasiones: la primera el sábado pasado y la segunda ayer, informó el propio Derbez, quien consideró que ya quedó claro que hay que cuidar las formas en el futuro. Rechazó que Garza vaya a ir a las oficinas de la SRE para dialogar al respecto, y aseguró que "ya está todo resuelto".
Contra los señalamientos del titular de la SRE, el vocero de la misma dependencia, Allan Nahúm, declaró por la mañana que Gutiérrez se reunirá con Garza la próxima semana para platicar con más detalle sobre el tema. Lo mismo había dicho el portavoz presidencial, Rubén Aguilar, quien expuso que el subsecretario tenía instrucciones de reunirse con el diplomático "a su regreso de Washington".
Más que llamar a cuentas al embajador, la instrucción que se recibió del Presidente fue hacerle saber y llegar los programas que México desarrolla en materia económica y de seguridad en la frontera, detalló Allan Nahúm.
Mientras Aguilar aseguraba en su conferencia de prensa que la relación con Estados Unidos es "amplia, compleja y caracterizada por múltiples realidades", no exenta de tensiones y desacuerdos, en Los Pinos se disponía la mesa para el desayuno de Muñoz con Garza.
En la embajada de Estados Unidos ubicaron el encuentro como parte de las actividades "rutinarias" de Garza con personajes de distintos niveles para intercambiar puntos de vista y hacer "contactos".
Cuando se les comentó que el desayuno en Los Pinos había durado tres horas, respondieron: "¡Ah!, entonces fue un buen desayuno".