Motivos de un seudónimo
El nombre del escritor Bernardo Atxaga es en realidad el seudónimo de Joseba Irazu Garmendia, quien por motivos románticos y políticos, tuvo que adoptar un ''nombre de guerra" para infiltrarse en el quehacer literario.
''Lo hice por dos motivos", explica a La Jornada. ''Uno es trivial y tiene que ver con las ensoñaciones juveniles. Cuando tenía 18 años pensaba que todos los escritores debían tener un nombre de pluma, como los franceses, y que con ello estaba ya la mitad del camino hecho, que si empezabas a escribir, con tu nombre de escritor, escribías dos líneas y ya estaba todo terminado.
''Pero el otro motivo surgió cuando empecé a escribir en lengua vasca. Publiqué mis primeros trabajos en 1972, cuando estábamos en plena dictadura franquista. Por prudencia cambié mi nombre. Recuerdo que cuando era niño, el párroco de la iglesia de mi pueblo me hablaba mucho, era un hombre inteligente. Me dijo: 'la serpiente tiene muy mala fama, sin embargo, en la Biblia dice que la serpiente es prudente, y la prudencia es una gran virtud'. Entonces, en 1972, éramos muy pocos los que escribíamos en euskera y la situación política era terrible, te detenían. Entre 1973 y 1974 publiqué un par de revistas literarias cuyas ediciones eran secuestradas. Por eso hacíamos dos tiradas, una para que la secuestraran y otra para la gente.
''Por eso la prudencia. Y por eso mi seudónimo no es de una sola palabra, por ejemplo el Puma. Elegí un verdadero nombre para disimular que era un seudónimo."
Autor de cuentos para niños, Atxaga recibió en 1983 el premio Xavier Lizardi por Sugeak begiratzen dionean (Cuando la culebra mira al pájaro), y en 1989 el Premio Nacional de Literatura en España por su obra Obabakoak, traducida a más de 10 lenguas. El libro que ahora presenta en México, El hijo del acordeonista, recibió el premio de la crítica 2003 y el premio Euskadi de Plata.
Mónica Mateos-Vega