Sólo la música interrumpe su elocuente silencio desde fue rescatado el 7 de abril
Misterioso hombre hallado en una isla desierta es un virtuoso del piano
Su único contacto con el mundo es la música y su caso se pone del otro lado del espejo, a la manera de Kaspar Hauser: un hombre apareció vagando en una isla desierta, con la ropa mojada de mar abrazando con desesperación un fajo de partituras.
Desde el 7 de abril cuando lo hallaron, según reportó la agencia Afp, no emite palabra alguna. Solamente cuando le ponen un piano enfrente se enfrasca en intensos soliloquios musicales y escribe una música profundamente triste.
Hasta ahora no se ha logrado saber la identidad de este hombre, quien ha despertado la imaginación y curiosidad de los ingleses, y que ya ha sido bautizado como El hombre del piano.
Lo único cierto hasta el momento es que fue encontrado en el pequeño puerto de Sheerness, isla de Sheppey, en la sureña provincia de Kent, Inglaterra, totalmente empapado, y desde entonces no ha pronunciado una sola palabra.
Cuando fue encontrado, vestía un elegante traje sastre negro, con corbata y camisa blanca; las etiquetas de todas sus prendas habían sido arrancadas.
De inmediato el misterioso personaje fue llevado a una unidad siquiátrica en el norte de Kent, donde se trató de hacerle hablar para saber su identidad. Todo fue en vano. Se mantuvo en silencio hasta que le dieron papel y lápiz, con la intención de que les escribiera su nombre, algo, y en cambio, y para sorpresa de todos, dibujó un piano de concierto y una bandera de Suecia.
Los médicos del lugar quedaron desconcertados cuando el posible náufrago, tímido y hasta perturbado ante la gente, se transformó cuando fue puesto frente al instrumento musical. Abriéndose del caparazón de silencio en el que se escondía, el Pianista tocó por varias horas con notable virtuosismo.
El lago de los cisnes, de Chaikovsky, y algunas composiciones aparentemente propias, una de ellas escrita en estos días, fueron parte del repertorio.
Música profundamente triste
El asistente social Michael Camp, quien cuidó al joven en el hospital marítimo de Medway, afirmó que cuando éste toca ''su comportamiento se transforma. Está relajado, y se olvida de la gente a su alrededor, completamente inmerso en la música y el piano".
Su contacto con el mundo es harto difícil. Cada vez que ve una cara nueva su angustia crece. En un momento en que descuidó uno de sus escritos musicales, que acababa de verter en una hoja de papel, uno de los médicos que le asisten tomó la hoja musical, rápidamente la llevó hasta una fotocopiadora, devolvió el original al compositor sin habla y envió la copia a una musicóloga.
La experta dictaminó: es una música de gran calidad. Es una música profundamente triste.
Ese es el único contacto de este joven enigma. Los médicos se impacientan porque desde el 7 de abril, la noche de su hallazgo, no ha emitido palabra alguna.
No han considerado todavía esos expertos que la música es un lenguaje y que expresa el alma de quien la escribe o de quien la interpreta. No han indagado todavía los flemáticos ingleses -paisanos de Sherlock Holmes- en las posibles pistas de su repertorio: ¿habrán revisado acaso la naturaleza de la partitura de Chaikovsky?
Sólo atinan a dar vueltas. Y como hoy día todo se vuelve fenómeno mediático, acuden a los periódicos, a la radio, a la televisión, en busca de ayuda, ¿conoce usted a este hombre? Preguntan con desesperación. Y por supuesto que por miles llegan los telefonemas. Puras pistas falsas.
Así como el 26 de mayo de 1828 apareció en Nurenberg un niño de 16 años de aspecto descuidado, lo llevaron a una comisaría donde apuntó el nombre Kaspar Hauser y cuyo estado mental levantó el interés de juristas, teólogos y pedagogos que llevaron a cabo muchos ensayos y le enseñaron a hablar, leer y escribir, ahora un nuevo joven enigma inunda con su fascinante historia real el mundo, de una persona a quien alguien o álguienes lastimaron y que ahora está ahí, viendo a las cámaras que hacen darle la vuelta al mundo a través de los mass media, indefenso en plena era de la comunicación, con su muy elocuente silencio.