Usted está aquí: domingo 22 de mayo de 2005 Política Inter vs EZLN: la diplomacia del balón

Guillermo Almeyra

Inter vs EZLN: la diplomacia del balón

Por supuesto, si quiere saltearse este artículo puede hacerlo sin problemas de conciencia porque me baso en conjeturas y suposiciones, ya que, como toda diplomacia, ésta cubre los hechos con el velo oscuro del secreto. Además, como es obvio, las decisiones dependerán de la disponibilidad del Inter de Milán (dirigentes, jugadores y, sobre todo, tesorero), ya que jugar en México permitiría unas buenas vacaciones a los jugadores y a muchos hinchas italianos, así como la obtención de una buena imagen publicitaria, pero representaría, sin duda, un gasto mayor que si el partido Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)-Inter se realizase en Milán. De modo que paso a las observaciones diplomático-propagandísticas-político-deportivas.

En primer lugar, urge constatar el carácter político del deporte y en particular del futbol en la actualidad, ya que el triunfo de una selección nacional o de un equipo representativo es considerado una batalla moral ganada, sobre todo si el derrotado es "un enemigo histórico" del país (por ejemplo, si los argentinos le ganan un partido a los ingleses o los mexicanos a los estadunidenses). Y un amistoso de un gran equipo italiano con el EZLN equivale casi a dar a éste el carácter de selección no oficial del pueblo mexicano, a extender mucho el apoyo a los zapatistas en México mismo y a hermanar, en la diplomacia del deporte, la cual es muy eficaz, a un sector de los tifosi (aficionados) italianos con una causa que ha dejado de ser sólo mexicana. En segundo lugar, el equipo del EZLN se convertiría casi en la selección de los territorios chiapanecos bajo el control de las juntas de buen gobierno (JBG) y de los zapatistas, en un botón de mues- tra de la autonomía política y administrativa de esa zona. Pero vayamos al grano.

Hay dos posibilidades en el caso de que el partido EZLN-Inter se realice. Una es que se haga en Italia y la otra que se juegue en México. La primera exigiría el viaje del equipo chiapaneco, con pasaporte regular mexicano para todos los jugadores y demás miembros de la comitiva y sin pasamontañas, ya que éstos sólo podrían ponérselos, simbólicamente, en sus actividades una vez que hubiesen pasado por las autoridades mexicanas y europeas (españolas o francesas, antes de llegar a Italia). Además, Milán es una ciudad que todavía es feudo de Berlusconi y la mayoría de los hinchas del Inter no son tan solidarios como Zanetti, el jugador argentino, o la propia dirección del equipo, de modo que sería menor el impacto propagandístico (y, por qué no, el monto de las entradas, o sea el aporte financiero a la solidaridad).

En México, en cambio, en plena campaña prelectoral y con el desprestigio de los partidos que compiten por la Presidencia, la aparición del EZLN en los medios electrónicos y en las primeras planas (aunque fuese por un partido de futbol) tendría un efecto importante, ya que sin duda daría ocasión a informar sobre qué son y cómo funcionan las JBG y sobre los objetivos del zapatismo... y los pasamontañas podrían entonces tener un significado mucho más fuerte que el que tendrían en Italia. Los hinchas italianos, en época de vacaciones, vendrían en grupos grandes y a su retorno serían "embajadores" del México popular y del EZLN; por su parte, los medios de información italianos -que en el periodo vacacional carecen de tema- sin duda hablarían bastante sobre el encuentro y sobre el mismo EZLN.

Una aparición pública, en México, de los zapatistas tendría además un apoyo popular muy importante y mucho mayor que el que obtendría en Italia, y el partido, en el Azteca o en el estadio de Ciudad Universitaria, sería sin duda un éxito de público, un éxito económico y un éxito político. El futbol podría entonces no ser sólo un instrumento diplomático para lograr reconocimiento en el extranjero, sino también un modo de intervenir-no-interviniendo en la sucesión presidencial mexicana.

Es obvio que todo esto ha sido o está siendo sopesado por la dirección zapatista y también por dirigentes y principales jugadores del Inter de Milán. Es fuerte la tentación de lograr de todos modos una victoria propagandística jugando en Italia y de conseguir unos cuantos euros para mejorar la situación de las bases zapatistas, tan golpeadas por los bajos precios de sus productos, y que están haciendo esfuerzos tan grandes en el campo, sobre todo, de la educación.

Además, los esfuerzos logísticos y organizativos necesarios para una operación política como la presencia en el Distrito Federal de una delegación zapatista y un partido de futbol internacional solidario, si éste se realizase en la precampaña de los precandidatos presidenciales de todos los partidos y cuando el mundo oficial trata de desviar la atención de todos los problemas reales del país para concentrarla en las cada vez más desertadas urnas, serían mucho mayores que los que requeriría un viaje a Italia y, sobre todo, deberían recurrir a la movilización no sólo del Frente Zapatista, sino sobre todo de jóvenes que simpatizan con el EZLN pero que en buena medida son independientes de éste.

Se enfrentan así dos opciones: una operación (importante) de propaganda en el extranjero o una operación política de trascendencia en México. Lo que está claro es que se puede romper el aislamiento con una pelota de futbol, que sirve también para meter muchos goles virtuales al poder y al sistema (aunque en la cancha el resultado del partido entre los Davides chiapanecos y los solidarios Goliats profesionales pueda ser desfavorable).

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