Usted está aquí: domingo 22 de mayo de 2005 Opinión Dadivoso con lo ajeno

Laura Alicia Garza Galindo

Dadivoso con lo ajeno

El pasado 10 de mayo, el presidente Vicente Fox, con la generosidad que le es característica, se comprometió a que en 2006 regalará a 15 millones de mujeres, supuestamente todas trabajadoras, los siguientes programas: créditos para que tengan acceso a la vivienda, seguridad social, un plan de ahorro y pensiones para jubilación, así como garantía de acceso a la educación pública hasta el nivel universitario; además prometió que todas las madres que integran el padrón de Arranque Parejo en la Vida obtendrían una póliza para el Seguro Popular. ¿Cuanto costaría esta generosidad?

¿Pero por qué hasta 2006? Pues porque será entonces la elección presidencial y, obvio, será el voto popular el que decida cuál partido gobernará México los próximos seis años. No existe tal generosidad, sólo trata de cooptar los votos de las mujeres. Pequeña su aspiración en un país donde 52 por ciento del padrón electoral lo componemos las mujeres, pero también tardío su ofrecimiento, cuando tuvo cinco años para tratar bien a este sector, que se encuentra catalogado en el renglón de los seres más desprotegidos junto con ancianos, discapacitados y niños.

Si el Presidente hubiera -conjugación del verbo haber que no debería existir, pues simplemente es algo que no sucedió- sido atento con la mayoría de las mujeres que son cabezas de familia, seguramente hubiera también logrado conquistar los corazones de las mujeres que siendo también cabezas de familia no requerimos de su apoyo para subsistir. ¡Lástima, Margarito!

Pero no fue así. El presidente Fox ha mostrado durante su desempeño tener poco aprecio por los más desprotegidos. Cuando pudo hacerlo debió haber desplegado la más amplia política de bienestar para estos grupos. Pero no se preocupó por ellos y si algo se le ha reprochado es el despliegue de programas meramente asistenciales, que no cambian su condición de vida. Al contrario, sólo ha profundizado su difícil situación. ¿A quién quiere entonces conmover? ¿A quienes esperaron cinco años a que se decidiera y les ayudara? La realidad es que los programas prometidos difícilmente serán aplicados; más bien, además de intentar cumplir con su propósito real -la captura de votos-, se convertirán en herencias cuasi obligadas para la siguiente administración, a menos que, eso esperamos, tenga mayores capacidades para rescatar el círculo virtuoso del crecimiento con el enfoque saludable requerido: una buena estrategia de políticas de bie-nestar para beneficio del deteriorado colectivo nacional.

Mientras tanto, en los meses que aún restan al actual régimen federal, sería ingenuo esperar que la descarnada óptica neoliberal que le ha caracterizado varíe a estas alturas, más aún cuando el fenómeno de la miseria y la de-sigualdad se va extendiendo cual plaga perniciosa aumentando la estela de pobreza, que no son prioridad para el Estado, ni mucho menos se contemplan como cuestiones que a éste le correspondan, por lo que no se ha considerado necesario aplicar mecanismos de redistribución del ingreso.

Hoy se propone profundizar los programas asistenciales como mero recurso electorero. Pero realicemos un análisis somero de algunos de estos programas. El programa Arranque Parejo en la Vida, que tiene como propósito abatir las tasas de mortalidad materno-infantil, es bastante disparejo, si no, júzguelo usted: a la fecha el programa sólo opera en 18 entidades de la República y mientras que en Chiapas -con el índice más elevado en este renglón, con un 9.32 por ciento- se destina menos de un millón de pesos, a Nuevo León, uno de los estados más desarrollados del país, que tiene una tasa de mortalidad de 2.8 por ciento, se destinan 23 millones de pesos. Qué bueno por Nuevo León, que también tiene desamparados, pero qué malo para Chiapas, la entidad más pobre del país.

Ahí está el programa Pa' que te alcance, con el que Diconsa se convirtió en un mero repartidor de despensas, las que se venden al beneficiario en 150 pesos y cuyo propósito inicial era distribuirlas a 820 mil familias. ¿Con qué criterio?: un misterio más del Arcano. Pero a la fecha la población objetivo se ha reducido a sólo 220 mil familias, con criterios aberrantes: en Zacatecas había un padrón de 2 mil beneficiarios, hoy apenas son 58; en Guanajuato se distribuyen 21 mil despensas, mientras en Oaxaca, con mayor índice de pobreza, sólo se otorgan 3 mil 884. Y en el estado de México, en pleno proceso electoral, se han incrementado de 6 mil a 26 mil los beneficiarios, pocos sin embargo para remontar el desplome electoral.

El presidente Fox, en sus arengas por todo el país, pide recuperar las lecciones del pasado para evitar volver a cometer los mismos errores. Y repite por toda la República "que meter más presupuesto en dádivas a los pobres es como más daño se hace a las personas". ¿Cómo entender su preferencia a entregar donativos a las grandes y poderosas empresas privadas? Nunca entendió el Presidente que la única solución a la pobreza es que el país vuelva a crecer sostenidamente. Ojalá que el próximo presidente de México entienda que es menester ajustar el modelo económico combatiendo las tendencias concentradoras y creando oportunidades para la mayoría. Ese será el reto.

 
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