Usted está aquí: jueves 26 de mayo de 2005 Opinión Derechos humanos: un desastre

Editorial

Derechos humanos: un desastre

El informe sobre la situación de los derechos humanos en el mundo durante el año pasado, que fue difundido ayer por Amnistía Internacional (AI), da muchos motivos para la indignación y la vergüenza en numerosos países. En particular, en los casos de México y Estados Unidos el documento constituye una acusación severa sobre la doble moral con que los gobiernos de ambos países se comportan ante tales derechos.

Al referirse a México, el organismo humanitario destaca el contraste entre el entusiasta activismo exterior del gobierno foxista en la materia y los exasperantes rezagos que, por acción u omisión, persisten en territorio nacional: práctica habitual de la tortura, detenciones arbitrarias, persecución de dirigentes sociales, incapacidad oficial para procurar justicia en torno a los crímenes gubernamentales del pasado, inacción y encubrimiento ante la masacre de mujeres en curso en Ciudad Juárez, violencia electoral promovida por cacicazgos en regiones indígenas y rurales, abuso del sistema judicial, acoso contra defensores de los derechos humanos, asesinatos de periodistas e incremento incontrolado de la violencia delictiva.

El informe de AI apunta a la responsabilidad compartida de autoridades federales y estatales por esas prácticas intolerables y a la falta de voluntad política para combatirlas y erradicarlas. Asimismo, el documento representa una prueba más del creciente divorcio ­económico, político y social­ entre el país real y la nación quimérica de los discursos oficiales, las giras internacionales y las cuentas alegres del foxismo, así como un señalamiento de las consecuencias de la descoordinación y los pleitos que caracterizan las relaciones del gobierno federal con el Legislativo y con las autoridades estatales, es decir, del desgobierno.

En el ámbito global, la autoridad más señalada por su responsabilidad en la degradación de los derechos humanos mundiales es la de Estados Unidos, la cual ­dice el organismo internacional­ con su guerra contra el terror "continuó socavando los derechos humanos en nombre de la seguridad, a pesar de la creciente indignación internacional producida por la evidencia de los crímenes de guerra ­torturas, por ejemplo­ perpetrados por Estados Unidos contra detenidos". Agrega AI: "Hemos documentado que el uso de la tortura y malos tratos es bastante extenso y que el gobierno de Estados Unidos es el principal proveedor y practicante de estas odiosas violaciones".

El informe da ejemplos de las atrocidades cometidas por el gobierno de George W. Bush tanto en Afganistán, Irak y Guantánamo como en el terreno de la justicia penal interna, en el que destaca que "unos 70 menores seguían condenados a muerte durante el año, más de una tercera parte en Texas", y que "más de 40 personas murieron tras ser sometidas a descargas eléctricas de pistolas Taser por la policía estadunidense, con lo que se eleva a más de 70 el número total de muertes por estas armas dadas a conocer en 2001".

El documento enfatiza la falta de respeto de la Casa Blanca no sólo a la legalidad internacional, sino a las determinaciones de la Corte Suprema de Justicia de ese país, particularmente en relación con los más de 500 secuestrados de guerra que permanecen en la base militar de Guantánamo.

Como ocurre en nuestro país, en la nación vecina es patente, en materia de derechos humanos, el contraste entre las acciones y el discurso de un régimen que se describe a sí mismo como "líder en el camino cuando se trata de proteger los derechos humanos y promover la dignidad humana", como expresó ayer mismo, en desentonada reacción al informe de AI, el vocero de Bush, Scott McClellan, quien calificó de "ridículo" el documento.

Cabe esperar que, al menos en este punto, las autoridades mexicanas no imiten a las del país vecino y sean capaces de recibir los señalamientos de AI con un mínimo espíritu autocrítico y, sobre todo, con voluntad de enmienda.

 
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