CIUDAD PERDIDA
El caso de la juez Leguizamo
Un premio pendiente
Mucho interés en el asunto Ahumada
LA JUEZ federal María Elena Leguizamo Ferrer fue premiada hace más de un año con una magistratura que, cosa curiosa, aún no ocupa, aunque otros jueces en la misma situación, que fueron promovidos incluso después de ella, ya están en funciones.
EL MISTERIO acerca de doña María Elena, adscrita al juzgado sexto penal de distrito, va de la mano, todo parece indicarlo así, del caso Carlos Ahumada Kurtz, el empresario defraudador del erario capitalino, como es acusado por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.
LA JUEZ o no se ha permitido o no le han permitido ocupar el puesto de magistrada, porque aún no ha sido resuelto favorablemente el caso Ahumada. Pero ella, a quien en el ámbito de los juzgadores se le tiene como la de más alto porcentaje de bateo en contra de la PGJDF -reparte amparos que van en contra de la fiscalía de la ciudad-, ha tomado el caso Ahumada como muy suyo, inclusive con tintes de interés personal.
RESULTA QUE esta administradora de justicia es la esposa de uno de los subprocuradores que llevó Diego Fernández de Cevallos a la PGR durante la gestión del procurador Fernando Lozano Gracia.
LA SEÑORA es esposa de Moisés Moreno Hernández, quien en los tiempos de la osamenta de El Encanto fungió como subprocurador de control de procesos de la PGR. De allí su cercanía con Fernández Cevallos y, dicen algunos, su obediencia a la línea política que marca el panista.
LEGUIZAMO FERRER ha concedido, cuando menos, un par de amparos a Carlos Ahumada Kurtz, con argumentos tan evidentemente absurdos que hasta sus propios colegas se han mofado de sus decisiones.
POR EJEMPLO, la todavía juez dice que en el caso de la empresa "Pagosa", que cometió fraude en contra de la delegación Gustavo A. Madero, Carlos Ahumada no es culpable del hecho ilícito porque él era un simple accionista y no el presidente del consejo de administración de la empresa.
DE ESA forma trata de salvar a Ahumada del fraude cometido porque, según ella, Ahumada no sería el beneficiario del delito, e insiste en que el reo era un simple accionista.
LO QUE no consideró la impartidora de justicia es que ese simple accionista tenía, o tiene, hasta 98 por ciento de las acciones, por lo que de ninguna manera el sujeto podría haber estado al margen de las ganancias que generó el fraude.
PERO SI lo anterior no resulta lo suficientemente descabellado, ahí les va otra: para ampararlo (a Carlos Ahumada), la señora juez asegura en sus conclusiones que imponer a sus incondicionales como funcionarios en la delegación Gustavo A. Madero fue un acto, ¡imagínese usted!, "inocente" en el que el defraudador no tenía ningún interés más allá de conseguir trabajo a un subalterno.
SON SUS propios argumentos los que confirman por qué sigue sin ocupar la promoción que se le dio, hasta que cumpla la encomienda de poner en libertad a Ahumada.
LA ACTUACION de la juez federal, entonces parecería inspirada, por decirlo de algún modo, desde el despacho de Fernández de Cevallos, a quien nadie puede regatearle su relación con el protegido de la impartidora de justicia.
SON MUCHOS los intereses que rodean a Carlos Ahumada, muchos los amigos que tratan de protegerlo desde los beneficios que les acarreó en algún momento, y muchos otros que, sin ser sus socios, buscan beneficiarlo desde la perspectiva política que pretende, otra vez, dañar al gobierno de la ciudad y, por ende, a López Obrador.
LA SEÑORA Leguizamo Ferrer, cuyo nombre será olvidado dentro de poco tiempo, no arriesga nada. Ella también tiene una red de protección que la salvará, cuando menos por ahora, del juicio popular, pero las órdenes que cumple van directas al desprestigio de la justicia que se imparte desde los tribunales, que cada día es mayor. Por eso hoy por hoy la justicia da asco.
Solidaridad con la amiga
EL FIN de semana pasado falleció en esta ciudad el padre de nuestra entrañable amiga Irma Rosa Martínez. Para ella, en estos momentos difíciles, toda nuestra solidaridad y nuestro apoyo.