Sale a luz la identidad de Garganta profunda
Mark Felt, ex número dos de la FBI, fue la fuente que abrió el camino hacia el Watergate
Nueva York, 31 de mayo. Después de tres décadas, uno de los secretos mejor guardados en Washington, la identidad de una fuente cuya información provocó la mayor crisis constitucional del gobierno federal desde 1868, conocida como Watergate, finalmente fue revelado: Garganta profunda (Deep throat) fue W. Mark Felt, quien entonces era subdirector de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés).
Garganta profunda también está vinculado a la historia de una de las hazañas periodísticas más famosas de Estados Unidos, que ofrece uno de los mejores ejemplos del papel de los medios al enfrentar y cuestionar el poder, y para divulgar al público lo que en realidad hacen los políticos.
Hoy, la revista Vanity Fair reveló la identidad de la fuente clave de Bob Woodward y Carl Bernstein, en aquel entonces jóvenes reporteros del Washington Post, en el escándalo político del Watergate: se llama W. Mark Felt, confirmó la publicación.
"Yo soy aquel a quien llaman Garganta profunda", afirma Felt -ahora de 91 años de edad, jubilado, y que vive con su hija en Santa Rosa, California- en el amplio artículo publicado en la edición de junio de Vanity Fair y escrito por su abogado, John D. O'Connor. Así acabó el anonimato de quien para algunos fue un héroe de la democracia y para otros un traidor.
Esta tarde el Washington Post, así como Woodward y Bernstein, confirmaron que Felt fue la fuente que proporcionó de manera sistemática información clave, así como también que los reporteros estaban en la ruta correcta de su investigación para revelar el escándalo de espionaje político y la operación para encubrirlo iniciada en 1972, la cual culminó con la renuncia del presidente Richard Nixon, en 1974.
O'Connor escribe: "la identidad de Garganta profunda ha sido el misterio no resuelto más grande del periodismo moderno. Se ha dicho que podría ser la persona anónima más famosa de la historia de Estados Unidos. Pero sin importar su notoriedad, la sociedad estadunidense hoy tiene una deuda considerable con el funcionario de gobierno que decidió, con gran riesgo personal, ayudar a Woodward y Bernstein mientras averiguaban las verdades ocultas del Watergate".
Todo empezó en 1972, en el hotel Watergate, en Washington, cuando un grupo de cubano-estadunidenses, contratado por gente muy cercana a Nixon, fue sorprendido mientras trataba de infiltrarse en las oficinas de campaña del Partido Demócrata, y se descubrió que dos de sus integrantes tenían entre sus ropas números telefónicos de la Casa Blanca. Resultó que sus contactos eran E. Howard Hunt, ex integrante de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y funcionario en la Casa Blanca, y G. Gordon Liddy, ex agente de la FBI y entonces parte de la campaña para la relección de Nixon.
Los recursos para la operación se habían canalizado por conducto de un banco mexicano ubicado en el Distrito Federal, pero en realidad provenían de los fondos de campaña de Nixon, encabezada por el ex procurador general John Mitchell.
La investigación sobre los hechos fue realizada por diversos personajes del gobierno y por varios medios, así como por el director asistente de la FBI, Mark Felt. Pero después de tres meses las investigaciones se estancaron, al ser obstaculizadas por la Casa Blanca y, según Felt, por su propio jefe, el nuevo director de la FBI nombrado por Nixon (el legendario J. Edgar Hoover había muerto seis semanas antes de empezar este escándalo).
Por cierto, según Vanity Fair, Felt pensaba que podía encontrar el origen de los fondos para esta operación ilegal si indagaba sobre la cuenta descubierta en un banco del Distrito Federal, pero su jefe le ordenó suspender esa línea de investigación, con el pretexto de que podría "desbaratar" una operación de la CIA en México.
Ante varios obstáculos más a las investigaciones, todo quedó como responsabilidad de los operativos detenidos en el Watergate, y Nixon fue electo por una abrumadora mayoría en noviembre de ese año.
Sin embargo, durante esos mismos meses Felt aparentemente rehusó dejar que el caso se desvaneciera. Se convirtió en la fuente clave para la investigación periodística encabezada por el Washington Post mediante sus dos reporteros y el famoso editor de entonces, Ben Bradlee. Ellos y sus colegas periodistas lo bautizaron como Garganta profunda, por la famosa película pornográfica del mismo título.
Después de meses de notas periodísticas de Woodward y Bernstein, de reuniones y comunicaciones clandestinas entre Felt y Woodward, e intensas presiones de la Casa Blanca, las cuales fueron soportadas por Bradlee y la dueña del Post, Katharine Graham, se realizó una investigación del Congreso que finalmente reveló la mano de Nixon y sus asesores en el delito. Bajo amenaza de su destitución, Richard Nixon renunció en 1974.
La historia fue convertida en un libro por Woodward (All the President's Men) y después en una película de Hollywood, con Robert Redford y Dustin Hoffman como los dos reporteros y Hal Holbrooke como Garganta profunda.
Hoy, Bradlee reveló que estaba enterado de la ubicación de la fuente dentro de la jerarquía gubernamental aunque sólo conoció su nombre dos semanas después de la renuncia de Nixon, al culminar el escándalo.
"El número dos en la FBI era una fuente bastante buena. Sabía que el periódico estaba en el camino correcto", dijo en entrevista con su antiguo diario. "Lo que me sorprende es que este secreto haya durado tanto", añadió al Post, donde ahora es vicepresidente.
Woodward (actual editor asistente del Post), Bernstein y su entonces editor Bradlee confirmaron hoy en el Post que "Felt fue Garganta profunda", quien les ofreció información clave sólo bajo la condición del anonimato. Hasta hoy, los tres habían declarado que sólo revelarían la identidad de su fuente hasta después de la muerte de Felt, pero que después del reportaje de Vanity Fair decidieron romper el silencio.
Toda esta historia ha sido uno de los grandes secretos de Washington, y nutrió un constante juego especulativo en la capital, donde frecuentemente se argumentaba sobre una lista de potenciales sospechosos. El propio Felt, según el artículo de Vanity Fair, siempre estuvo en conflicto personal por su papel, y por si debería revelarlo públicamente.
Con las revelaciones de este martes, nuevamente se provocará un debate en Estados Unidos sobre si Felt es un héroe u otra cosa. Hay varios elementos en su historia que podrían generan dudas sobre su lealtad a la verdad o las libertades democráticas.
Felt, quien en 1978 fue acusado de ordenar ilegalmente la intervención de los teléfonos de miembros del grupo político clandestino antiguerra Weather Underground, en los años 60, fue indultado en 1981 por el presidente Ronald Reagan. También algunas de sus motivaciones para convertirse en Garganta profunda tenían que ver con su ira contra Nixon, señaló Woodward, ya que el mandatario nombró a un nuevo director de la FBI fuera de las filas de la organización, y que Felt podría haber deseado el puesto.
Pero este martes su familia y el autor del artículo de Vanity Fair buscaron presentarlo como figura heroica.
Su nieto Nick Jones declaró en un comunicado de la familia de Felt que "mi abuelo está complacido de ser honrado por su papel como Garganta profunda". Su familia, agregó, cree que Felt es "un gran héroe estadunidense que superó por mucho su deber con gran riesgo de sí mismo para salvar al país de una injusticia horrible. Todos esperamos sinceramente que el país lo percibirá de esta manera también".