Punto de Lectura redita La noche de las hormigas
La violencia en México, trasfondo de una novela de Aline Pettersson
La narradora propone un diálogo entre arte y ciencia como reflexión ante la vida
Una reflexión sobre la propia vida -experiencias del ser humano respecto de la muerte, el amor, el arte y la ciencia- entrelazada con la historia de Ifigenia, nieta de Zeus, con el trasfondo de la violencia, es lo que presenta la escritora Aline Pettersson en la nueva edición de La noche de las hormigas.
''La muerte y el amor son los dos temas básicos que giran en los pensamientos a lo largo de la vida de hombres y mujeres. El libro, que ahora edita Punto de Lectura, lo escribí cuando comenzaron a ocurrir los asaltos a personas en la calle, y llegó un punto en el que todos nos habíamos acostumbrado a ellos, porque eran tan frecuentes", comenta.
La violencia que estremece y afecta a los habitantes de la ciudad es el punto de partida de La noche de las hormigas. Al respecto, la narradora señala que ''la sociedad mexicana se siente cercada por esta situación de inseguridad e impunidad''.
Pettersson considera que ante los sucesos violentos las personas están pasmadas porque no saben qué hacer.
''La impunidad, la corrupción, la propia violencia, la torpeza de las autoridades, hace que el grueso de la gente se sienta pasmada porque queda sorprendida cada día por lo que ve en la televisión o lee en los diarios, pero lo que no se ven son soluciones a mediano plazo."
En su libro, Pettersson propone un diálogo entre el arte y la ciencia y plantea dos maneras de enfrentarse a la vida: cómo ven el mundo los artistas y cómo lo ven los científicos.
''Dentro del recuerdo del médico Alfonso Vigil, personaje del libro, traté de incluir el motivo artístico que le corresponde a su pareja Elisa, que es el tejido de tapices que se llaman Las bodas de Ifigenia, para reflexionar alrededor de la muerte y también del amor, que son las dos fuerzas que nos rigen."
Preguntas sin respuesta
Sobre la historia de La noche de las hormigas, Pettersson plantea al inicio de la obra algunas preguntas como: ¿qué tanto ha cambiado el género humano? ¿qué tanto pueden dialogar unas formas de ver el mundo y qué tanto se desprecia la mirada humanista que busca la armonía, que busca extender los horizontes de la vida?
Pero asegura que las respuestas a estas preguntas no existen. ''Uno se pregunta siempre mientras vive; hay preguntas alrededor de la muerte, de la comunicación, de la soledad, del amor, del tiempo, que uno se ha planteado a lo largo de la vida. Las preguntas ahí siguen y esas ganas de seguir tratando de contestarlas sabiendo que no voy a poder, también ahí siguen, ese es el proceso de la escritura."
Como escritora, concluye, no le interesa sólo contar una anécdota, sino trabajar y profundizar en el lenguaje.