Por Sandalo Gálvez
¡Párese
como hombrecito!, me gritó mi abuela Juana un día,
cuando tenía diez años. Ni me acuerdo cómo estaba parado
frente a ella, ni sé qué me quiso decir, pues hasta la fecha
no sé cómo debe lucir de pie un hombrecito. ¿Ustedes sí?
Pero el comentario me sacó bastante de onda. De ese día en adelante
supe que la policía moral había hecho acto de presencia en mi
vida. Desde entonces traté de evitar comportamientos “impropios” frente
a ella.
Hace poco un amigo me platicó una anécdota, también de
su niñez: estaba con su mamá mirando una película de rumberas
en la televisión, cuando se le ocurrió empezar a bailar; su madre,
al ver que los movimientos de cadera no eran “propios”, le dijo: “¡tú eres
hombre, y los hombres no se mueven así!”. Por cierto, ¿cómo
se mueven los hombres al bailar?
Mucho antes de que uno mismo se dé cuenta de que es diferente, los demás
ya han señalado conductas y comportamientos que no consideran adecuados.
El día que descubres que te sientes atraído por personas de tu
mismo sexo es cuando le das sentido a todos aquellos comentarios y chismes
que te hacían acerca de tu notoria diferencia.
Actuar con maneras afeminadas (ser “loca”, “joto”,
o cualquier término que se te ocurra) puede ser una manera de volverse
el centro de atención, afirmarte a través de actitudes transgresoras
de los estereotipos. Pero también conozco otros y otras a los que nunca
en su vida les hicieron ningún señalamiento sobre alguna característica
que los delatara como “diferentes”.
La opción por el anonimato también puede servir para resguardarse
de las agresiones de la sociedad que no ha aprendido a respetar las diferencias,
por ello algunos optan por la discreción, repitiendo los patrones establecidos
sobre los comportamientos masculino y femenino.
Lo que siempre está presente en nuestras vidas es la manera en que influyen
las percepciones de los demás. La visibilidad de nuestra orientación
sexual no depende únicamente de nosotros, también influyen las
relaciones sociales que establecemos de cotidiano, por eso es tan importante
hacer conciencia de los peligros que entraña la homofobia, ese rechazo
visceral a la conducta homosexual.
¿
Vas a participar en la Marcha del Orgullo Gay? Asumir públicamente nuestra
preferencia sexual es decisión de cada quién, según sus
posibilidades. Unos pretendemos ser visibles y otros no. Sólo nos resta
ser respetuosos entre todos, ¿no creen? Recuerda que cuentas conmigo.
Te
esperamos todos los sábados, de 11:00 a 14:00 horas, en
el Centro Cultural y Recreativo “Niños
Héroes” del DIF-DF, ubicado en Popocatépetl (Eje 8 sur) No.276,
entre prolongación
Uxmal y División del Norte. Col. Santa Cruz Atoyac. |
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