Usted está aquí: viernes 3 de junio de 2005 Opinión El no

Luis Javier Garrido

El no

El no contundente de los franceses a la Constitución europea y al tratado que la sustenta en el referéndum histórico del domingo 29 de mayo, seguido por el no de los holandeses del miércoles primero de junio, constituyen el más importante rechazo que se haya producido a la imposición del proyecto neoliberal en los años recientes y da no sólo un vuelco a la situación internacional, sino que constituye un punto de partida para redefinir la estrategia de aquellos que luchan por defender los derechos de los pueblos frente al neoliberalismo, en particular en América Latina.

1. El rechazo de dos de los países europeos que en 1957 suscribieron el Tratado de Roma que constituyó el inicio del proceso de integración de la Unión Europea, puede interpretarse de múltiples maneras, pero todas llevan a la misma razón: es un rechazo al modelo neoliberal que en lo esencial busca cancelar los derechos de las naciones a sus recursos estratégicos y los derechos sociales de los pueblos.

2. El no de los franceses y de los holandeses constituyó una derrota para las grandes trasnacionales y la derecha neoliberal europea, pero es también en particular una derrota de los partidos de la izquierda oficial, es decir, de los socialistas, que tras el proceso de descomposición por el que han pasado en los últimos 25 años se han tornado ahora en los mejores servidores de los organismos financieros internacionales, del capital trasnacional y de los intereses de Washington, por lo que hicieron una entusiasta campaña favorable al . En Francia, el líder socialista Lionel Jospin regresó a la vida política para ayudar al presidente Chirac en mítines patéticos y poder imponer el , mientras los dirigentes del Partido Socialista Francés (PSF) argumentaron que su posición oficial era a favor ya que las encuestas mostraban que la mayoría de los miembros de su partido eran favorables al tratado, lo que quedó desmentido tras el referéndum pues las encuestas a boca de urna mostraron lo contrario.

3. La claridad del mensaje es contundente y a ello se debe la perplejidad de la "clase política" europea ya que, como pocas veces, en estas dos consultas quedó evidenciado el desfase existente entre la voluntad de los ciudadanos y las decisiones que toma esta "clase política" que dice representarlos (y que en realidad representa los intereses de las trasnacionales), quedando una vez más evidenciada la crisis del sistema representativo en que se sustenta "la democracia" tan cacareada por los partidos. En Francia, donde 90 por ciento de los diputados miembros de la Asamblea Nacional era favorable al tratado y a la Constitución, 55.2 por ciento de la gente votó en contra y sólo 44.8 lo aprobó. Y en los Países Bajos, donde 85 por ciento de los legisladores se manifestaron a favor, pues tienen 113 escaños contra 19 de los favorables al no, 61.6 de los votantes dijo no en tanto que el sólo obtuvo 38.4 por ciento (El País, primero y 2 de junio).

4. El cinismo de la "clase política" europea quedó, empero, otra vez al desnudo, pues tras interpretar de las maneras más absurdas su derrota, evidenciando en todas ellas su desprecio a la sociedad, ahora sólo piensan cómo sacar adelante un supuesto plan B para continuar imponiendo el modelo neoliberal. Luego de decir que el no al tratado se debió a su incapacidad para comunicar las supuestas bondades del mismo, al hecho de que un sector de la extrema derecha votara por el no, a un simple "mal humor" de franceses y holandeses o a que en realidad se trató de un plebiscito sobre quienes gobiernan en Francia y Holanda, se lanzan a un contrataque antidemocrático. El ex presidente francés Valery Giscard d'Estaing, uno de los padres de la Constitución europea, reclamó una "segunda vuelta", el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero en plena histeria declaró que el proceso de ratificación debe continuar para imponer la Constitución (29 de mayo) y otros más hablan de recurrir a todos los medios.

5. La inmensa mayoría de los dirigentes europeos, que se dicen "demócratas" y que en realidad son profundamente autoritarios, han entendido sin embargo que "la democracia" es riesgosa y que las grandes decisiones para seguir imponiendo el modelo neoliberal, y darle todo el poder económico y político a las multinacionales, no las deben tomar los ciudadanos por lo que no debe haber más referéndum, y esto constituye un desafío para la sociedad. En los ocho países en los que la ratificación corría a cargo de un Parlamento, los ocho lo aprobaron, y de los tres que han sometido la decisión al referéndum ciudadano, dos la han rechazado y sólo España la aprobó. Tony Blair, primer ministro inglés, sabiéndose derrotado de antemano, declaró por ello el miércoles primero que el Reino Unido no llevaría a cabo el referéndum previsto para la primavera de 2006.

6. Las lecciones que entrañan estas dos consultas son múltiples y habrá que revisar con atención lo acontecido, pues es parte fundamental del proceso global. Las campañas organizadas por los gobiernos de todos los países europeos para hacer aprobar la Constitución están siendo, sin excepción, extraordinariamente sucias, y a nadie extrañó que en Francia como en los Países Bajos el gobierno se valiera de todo para imponer el , y en particular de los medios que buscaron manipular al pueblo. La gente que tras la victoria festejaba en todas partes a pesar del clima, destacaba por eso una cuestión; perdieron no sólo los gobiernos y los partidos sino sobre todo un actor fundamental: la televisión.

7. Las fuerzas sociales que han entendido que el proceso de globalización neoliberal no lleva más que al aniquilamiento de los pueblos, deben, como consecuencia de lo acontecido, reorganizarse más allá del marco de los partidos que están ya sometidos al gran capital y ese es el proceso que seguramente va a venir, por lo que deben entender que buena parte de la vieja izquierda ya se prostituyó. En Francia, resultó patético que Daniel Cohn-Bendit, ex líder de mayo del 68 y ahora eurodiputado verde alemán, llamara a votar por el , como el diario Libération, fundado entre otros por Sartre en los años 70, y que ahora no expresa más que una elite cultural derechizada y desnacionalizada.

8. El proceso constituyente europeo es, en todo caso, una pieza clave de la imposición del modelo único en el planeta, como lo es en América el TLC o NAFTA, y oponerse a éste es una obligación de todos. Antonio Negri, que a pesar de sus posiciones controvertidas ha sido uno de los pocos en advertirlo, así lo señalaba en su libro más reciente Europa y el Imperio. Reflexiones sobre un proceso constituyente (Akal, 2005).

9. Los que pugnaron por el no en Francia fueron algunos dirigentes del PSF, los trotskistas, el Partido Comunista Francés y un sector de la ultraderecha, pero sobre todo el pueblo: los millones de ciudadanos que no se reconocen en los partidos, y algo similar aconteció en los Países Bajos.

10. Esa es la gran interrogante del futuro inmediato, y lo acontecido en Europa no hace más que esclarecer las cosas: ¿cómo lograr que las mayorías se defiendan frente a un proceso de imposición del dominio de los grandes consorcios trasnacionales, que para imponerse han llegado a controlar el aparato de los estados nacionales, y muy especialmente a los partidos y a la "clase política"?

 
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