Usted está aquí: viernes 3 de junio de 2005 Sociedad y Justicia El Instituto Nacional de Pediatría, saturado, envejecido y sin dinero

El presupuesto, insuficiente para mantenimiento; apenas alcanza para salarios y medicinas

El Instituto Nacional de Pediatría, saturado, envejecido y sin dinero

Atiende a mil menores al día; la demanda aumentará con el Seguro Popular

Las diferencias entre los gobiernos federal y capitalino, obstáculo para la adecuada atención, admite su titular

ANGELES CRUZ MARTINEZ

Ampliar la imagen El Instituto Nacional de Pediatr�ofrece desde 1970 servicios de contenido social FOTO Carlos Cisneros

La infraestructura del Instituto Nacional de Pediatría (INP) ha estado sin renovación durante años por la falta de recursos económicos que permitan darle mantenimiento y ponerla a funcionar adecuadamente en beneficio de los aproximadamente mil niños que diariamente solicitan consulta en este hospital, y a los cuales se sumarán los afiliados al Seguro Popular.

Ejemplos de esos rezagos acumulados son los elevadores, con 35 años de servicio; el deterioro de la red de agua y gas, y la antigüedad de varios equipos médicos.

Pero ahora el nuevo director de la institución, Guillermo Solomon Santibáñez, asegura que en el transcurso de los siguientes 12 meses conseguirá los 250 millones de pesos que se necesitan para concluir las obras de remodelación pendientes, hacer las reparaciones que se requieran y actualizar el equipo médico.

Tendrá que ser mediante donativos o algún otro esquema, menos del presupuesto federal, porque no hay. Este año, los recursos del INP ascienden a 787 millones de pesos, de los cuales 500 son para el pago de salarios y 121 para la compra de medicamentos. De lo que queda, 30 millones están asignados para obra pública. Así que ''si me espero a que me lo den del presupuesto, nunca. Lo tengo que buscar por otro lado'', asume el funcionario.

Pendientes en pediatría

Recién llegado al cargo, Solomon Santibáñez señala las principales carencias de la atención médico-pediátrica en México, en particular la que se proporciona a la población abierta.

La falta de un sistema de referencia y contrarreferencia ocasiona, por ejemplo, que en los hospitales pediátricos del Gobierno del Distrito Federal se rechace a los niños enfermos que son enviados del INP, o que este mismo instituto tampoco reciba a los menores canalizados por aquellas unidades.

Este es un problema muy viejo que se ha agudizado a partir de las diferencias entre los gobiernos federal y capitalino a causa del Seguro Popular, pero que existe en todo el país, explica.

Los problemas políticos se han colocado por encima de la salud de los niños, cuando en realidad debería existir una colaboración natural entre las unidades médicas.

''Nosotros deberíamos ofrecerles enseñanza a los médicos de otros hospitales infantiles en todo el país; tener intercambio de residentes y, con ello, contribuir a que puedan resolver una serie de problemas y los niños no tengan que venir necesariamente hasta acá'', dice.

La ausencia de personal capacitado y de unidades especializadas en atención infantil es una de las causas de que la mitad de los pacientes que llegan al INP provengan de entidades como Puebla, Hidalgo y estado de México.

Este es otro de los principales retos que enfrenta el INP, sobre todo ahora que está a punto de entrar en vigor el Seguro Popular y que la oferta de servicios médicos de tercer nivel en el país se reduce a seis hospitales. Estos nosocomios tienen ya la obligación de atender a los mil 700 niños con leucemia linfoblástica aguda que hasta ahora se han inscrito en el Seguro Popular para recibir la atención médica integral que requieren, incluidas las medicinas.

''Necesitamos -dice Solomon- que haya 60 hospitales pediátricos para que no todos vengan aquí a saturar el servicio", y enseguida destaca un "detalle" que no fue considerado en el programa de atención médica gratuita para los niños con leucemia anunciado por el presidente Vicente Fox el pasado 6 de enero: "¿dónde comen y dónde viven los enfermos y sus padres que vienen de fuera del Distrito Federal?"

En el INP, explica, se diagnostica la enfermedad y se da el tratamiento, que puede durar hasta 30 meses. Actualmente, los pacientes que provienen de una entidad donde no existe un servicio médico especializado tienen que regresar por lo menos cada mes. "¿Quién paga eso?", se pregunta.

Algunas ciudades sí cuentan con pediatras capacitados en la atención de este tipo de enfermedades. Los médicos del INP determinan el tratamiento y envían al paciente a su lugar de origen, donde otro médico entrenado puede hacer el seguimiento de la terapia y del estado de salud del enfermo. Los galenos mantienen una comunicación constante e inmediata, por medio de la cual se garantiza el bienestar de los niños.

En estos casos, explica Solomon, los menores sólo tienen que viajar a la ciudad de México cada seis meses para que los pediatras oncólogos verifiquen que el tratamiento está surtiendo efecto. Desafortunadamente un sistema de este tipo existe sólo en algunas ciudades de la República.

Atención en la adversidad

Creado el 6 de noviembre de 1970 como el Hospital del Niño del Instituto Mexicano de Atención a la Niñez (IMAN) para ofrecer atención pediátrica integral de contenido social, el ahora INP está totalmente saturado. A ello ha contribuido el incremento de las enfermedades graves durante la infancia, como el cáncer, así como la demanda de servicios médicos de urgencias que en realidad deberían resolverse en los hospitales del segundo nivel de atención.

El diagnóstico elaborado por Solomon Santibáñez resalta entre las debilidades de la asistencia médica, la falta de abasto oportuno, la inexistencia del expediente electrónico y de un sistema de telemedicina.

Plantea la creación de un comité que aplique criterios de farmacoeconomía en la prescripción de medicamentos, así como el diseño de guías clínicas para la atención de los pacientes.

Otro de los aspectos que requieren atención tiene que ver con la desvinculación de las líneas de investigación en el INP con la problemática de la atención a la salud.

Respecto de las necesidades de equipamiento, el director del instituto mencionó que se requiere actualizar las áreas de imagenología y laboratorio; modernizar las mesas de operaciones, que tienen más de 20 años y ya no sirven; dar mantenimiento a los equipos existentes, así como adquirir una resonancia magnética y una cámara gama que facilite el seguimiento clínico de los trasplantes.

La lista de las obras pendientes y de las necesidades de equipo es larga, pero lo primero, dice Solomon, es terminar la remodelación del área de hospitalización (planta baja y primer piso), donde se encuentran las salas de neurología, neurocirugía, la unidad de hemodiálisis, consulta externa, dermatología, una parte de urgencias y el auditorio.

En relación con el área de investigación, el funcionario mencionó entre las amenazas los insuficientes sueldos y remuneraciones para el personal, el limitado gasto federal en este rubro, la rigidez de los sistemas para calificar a los investigadores y la falta de educación de los académicos para el desarrollo y el registro de patentes.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.