Que la fuerza nos deje en paz
Permítanme adoptar un tono personal para afirmar que llevo 28 años escribiendo con desgano sobre La guerra de las galaxias y sus secuelas. A diferencia de generaciones enteras de niños y adolescentes -en versión mental, también- nunca le entré a la ñoña pero exitosa mitología creada por George Lucas y convertida en un emporio del merchandising. Celebro, pues, que el asunto haya llegado a su fin -aparente- con el estreno de Episodio III: La venganza de los sith (¿no será un anagrama de shit?)
Por sexta y -esperemos- última ocasión se confirman las siguientes nociones: 1) La estética de Lucas es de una vulgar chabacanería. Los antisépticos universos por él imaginados son la versión "nuevo rico naco" de los mundos extraterrestres de los viejos seriales. 2) La tecnología digital aún no alcanza la sofisticación suficiente para suplir a las imágenes reales. En este caso, las incontables batallas entre naves y seres extraños no rebasan el aspecto gráfico de una película animada o un juego de computadora. Las figuras se ven planas, sin volumen o textura que las haga vívidas. 3) Lucas es un guionista execrable. Sus diálogos hacen eco de melodramas chafas, seriales chafas y religiones chafas. 4) La lucha entre el Bien y el Mal se reduce a eso: la simplificación infantil de cualquier conflicto moral.
Una vez dicho eso, debo admitir también que La venganza de los sith es la entrega que menos me ha aburrido, después de El imperio contraataca (Irwin Kershner, 1980). Si comparé la experiencia de ver los dos anteriores episodios con una endodoncia, en este caso se podría hacer la analogía con una operación de limpieza dental: incómoda pero indolora. La razón de esa cualidad radica en que, puestos los episodios en orden narrativo, no cronológico, el Episodio III es el equivalente a la primera parte de una historia, cuando se plantea el conflicto. Los anteriores episodios, La amenaza fantasma o El ataque de los clones han resultado un ocioso prefacio a lo que es el meollo del asunto: la transformación de Anakin Skywalker (Hayden Christensen) en el malvado Darth Vader.
De nada han servido las enseñanzas de sus maestros Jedi, Obi-Wan Kenobi (Ewan McGregor) y Yoda (Frank Oz). Sintiéndose defraudado y relegado por esa orden, Anakin cede a los ofrecimientos mefistofélicos de Darth Sidious (Ian McDiarmid, con rasgos de maquillaje tipo Benedicto XVI) para unirse a las fuerzas del mal. El paquete incluye salvarle la vida a su esposa Padmé (Natalie Portman), en peligro de muerte cuando dé a luz a los gemelos Luke y Leia. Al interpretar a Anakin con toda la gama expresiva de un adolescente petulante a quien no le han permitido usar el coche de papá, Christensen no ayuda a hacer convincente esa dramática transición. Sobre todo cuando es llevado a cometer actos -el asesinato de niños, por ejemplo- demasiado terribles para la anterior dimensión heroica del personaje.
Tampoco funcionan las comparaciones intentadas por Lucas con el actual belicismo gringo. Esa búsqueda de un Osama-bin-Laden robotizado (en el planeta Mustafar, para mayor obviedad) o el pronunciamiento de Padmé sobre los riesgos de la inminente guerra, no bastan para que el maniqueísmo inherente de la saga adquiera alguna relevancia política.
La única virtud de La venganza de los sith es que Lucas hace más dinámico ese enfrentamiento entre buenos y malos. Las parrafadas de jerigonza mística se han reducido a favor de secuencias de acción que, en algunas instancias, sí alcanzan a sugerir lo épico a pesar de lo artificial de los efectos visuales. El duelo climático entre Obi-Wan y Anakin sobre un mar de lava volcánica sí tiene ese toque de crueldad y fatalismo propio de un relato mítico.
Pero es poca compensación por todo lo que hemos aguantado. Lucas fue el principal responsable de haber hundido al cine hollywoodense en la puerilidad reinante desde los años 80 y, en lugar de pagar por sus pecados, sólo se ha hecho más rico con cada nuevo producto que le ha endilgado a su masivo e incauto público. Francamente, me temo que este no es el fin.
(Por favor, cultistas de la saga, no me manden correos electrónicos con la intención de convencerme sobre la causa. Ya estoy muy grandecito para que la fuerza me acompañe).
STAR WARS: EPISODIO III - LA VENGANZA DE LOS SITH
(Star Wars: Episode III - Revenge of the Sith)
D y G: George Lucas/ F. en C: David Tatersall/ M: John Williams/ Ed: Roger Barton, Ben Burtt/ I: Ewan McGregor, Natalie Portman, Hayden Christensen, Ian McDiarmid, Samuel L. Jackson/ P: Lucasfilm. EU, 2005.