RUTA SONORA
NIN: mordedura sin sangre
Ampliar la imagen Trent Reznor FOTO Francisco Olvera
¿QUE NOS HIZO clamar ser atravesados por aquellas uñas, aquellos pinchos de nueve pulgadas, la década pasada? "Trent, ven, clávame tu dolor existencial, tu deseo de muerte, el filo de tus obsesivos retruécanos digitales; enrédame en el cableado de tu pérdida y tus agresivos lamentos". ¿Qué hizo a miles de oscurecidos veinteañeros suplicar así al líder de Nine Inch Nails, cuando emitió su tecno-maquinita del odio (Pretty Hate Machine, 1989), su alma rota (Broken, 1992), su alucinante espiral descendente (The Downward Spiral, 1994), e inclusive su fragilidad sosegada (The Fragile, 1999)? Esa manera de entregar la tripa, de arrojar con un ventilador el despedace de sus glóbulos colorados; ese modo de dejar sobre las retinas carcomidas de miles de ojos un salpicadero de miseria verdadera, de desolación generacional conectada a alta velocidad al motor cardiaco de todos los presentes.
PASAN LOS AÑOS, Trent, y desde tu cueva ajena al mundo, recoveco de retorcidas alucinaciones, tras seis años que parecieron 20, arrojas al mundo un alienígena dentado, With teeth le llamas, y entre otros parajes lo avientas al Palacio de los Deportes. ¿Y qué haces, buen Trent, con tu hijito, qué haces, guerrero solitario en negro, viviendo de reciclar tu gloria pasada, temeroso de arriesgar rumbo a las bajas ventas, bíceps enormes de vikingo de Pennsylvania? Nos lo lanzas, sí, mediante una moledora de carne, pero sólo nos caen millones de misiles luminosos, nos dejas ciegos de tantas luces estrobos. Pero es a lo más que llegan las heridas. ¿Dónde aquellas legendarias propuestas visuales? ¿Dónde tu agresión sensible?
LAS CABEZAS SE agitan, los puños en alto remedan militantes congregaciones, mientras el sonido cibernético que alguna vez fue tu aportación al mundo, es casi en su totalidad abandonado para dar lugar a baterías y guitarrazos metaleros, que mucho mejor podrían ser ejecutados por cualquier banda avezada en el género de la masacreishon. ¿Pues no te solicitó alguna vez David Bowie, por tu capacidad para revolucionar la electrónica? ¿No los teclados fueron tu símbolo, y ahora casi no se oyen, y al contrario, tocas mucho y pésimo la guitarra? Eso, busca mayor merchandising, entrégate a esos de los que una vez te lamentaste: "Nunca me quitarán mi pureza".
''Esta no es música para niñas''
Y LUEGO, EL corazón desgarrado que alguna vez fuera tu sostén vital, es sustituido por la presunción y el bloqueo de sentimientos; por pantalones agujerados de boutique, como los que usa Victoria Beckham; por un guitarrista y un bajista faroles, que ensayan peinados y movimientos de video, a los que algún director llamaría "agresivos", "malotes": "anda, eleva tu guitarra cada 15 segundos". Ahí estás, Trent Reznor, representando, actuando, recreando al personaje que creaste, gestos y berrinches bien aprendidos, monótono, recurrente. Aprieta los dientes, muéstranos de qué estás hecho. ¿O es que henchirte brazos y cuello cual jugador de americano, busca sustituir algo más?
ARRIBA, EL FAN pregunta, misoginito, burlón: "¿Por qué estás sentada? ¿No te gusta? Claro, pobrecita, es que esta no es música para niñas, sino para hombres". Más allá, dos pelones posesionados no soltarán una reja ni un segundo, ni dejarán de patearla, de azotarse y sostenerse de ella como si en eso se les fuera la vida.
LOS REMOLINOS GUITARREROS se quedarán estáticos, en una espiral descendente, flotando en un mismo segundo durante una hora, como flotabas en tu video de Closer. No finjan: muchísimos, aburridos a la mitad del concierto, desconocieron muchos temas nuevos, canciones de The Fragile, o el cover a Joy Division, Dead souls. No finjan: sólo brincaron en las más choteadas. No finjan no haberse hartado de una misma fórmula: introducción suave, subidita lenta y estallido en gritos, casi en la misma nota, en loop eterno... Pero, esperen, un rayito de esperanza: la hermosa Hurt, en puro piano y voz, asoma al Trent que alguna vez fue. ¡Trent! ¿Estás ahí? El destello dura poco. Vuelve el centrifugado, las mordeduras al aire, el chaca-chaca repetitivo.
MAS LA SALIDA desconcierta: todos están felices, todos sacaron al agresivo que llevan dentro. "Qué maravilla, estuvo impresionante, increíble, magnífico", gritan todos, pero se advierten ilesos. Sus camisetas de NIN aún huelen a nuevas. No se ve sangre por ningún lado.