Museo Carrillo Gil: dibujo
La selección reunida en el museo Carrillo Gil contiene ciertas claves que quieren ser subversivas, manifestadas tanto con representaciones gráficas como de la total ausencia de las mismas; así sucede con una de las propuestas de David Shrigley (Glasgow, 1968), consistente en la consabidísima hoja de papel en blanco enmarcada. El aporta asimismo chistes enunciados con viñetas que, según su decir explícito, ''sirven como ejemplo a los que no saben o no pueden dibujar".
Este autor se ha distinguido en particular como productor de dibujos animados, lógicamente ausentes en la exhibición. La pieza de mayor tamaño, entre todas las que se exhiben, corresponde al francés Fabrice Hybert (1961) y proviene de la Colección Jumex: es un rollo grande de papel color naranja desplegado en el suelo; en favor de este artista se debe recordar que logró convertir un ala completa del Museo de Arte Moderno de la Villa de París en supermercado, cosa que me hace pensar en su posible vínculo ideológico con su coterráneo Michel Houellebecq, en el libro de entrevistas-miscelánea El mundo como supermercado.
De allí entresaco este párrafo: ''El arte contemporáneo me deprime; pero me doy cuenta de que representa, con mucho, el mejor comentario reciente sobre el estado de cosas".
Aquí cabría que nos preguntásemos si Vicente Rojo, José Luis Cuevas, Francisco Toledo o Magali Lara no son contemporáneos, o bien si este adjetivo en materia de artes plásticas debe referirse solamente a aquellas representaciones (y las hay en la exposición) que incluyen su propio comentario crítico.
De no haberlo, quedarían al nivel ''inocente", como ocurre con el más joven de los expositores al que me referiré al final.
Observando los trabajos sobre papel, por supuesto sin marco, adheridos con chinches directamente a la mampara, del mexicano Daniel Guzmán, recordé de nuevo a Houellebecq. Guzmán enuncia lo siguiente: ''Usted es, y merece ser, un pendejo". Fue una de las aportaciones mejor urdidas del conjunto que lo representa, con todo y que él sí dibuja. La verdad, su enunciado sí me enganchó: un porcentaje vasto del arte que llamamos ''contemporáneo" es como el traje nuevo del emperador. Guzmán, de la Galería Kurimanzutto, parece saberlo.
Como soy cinéfila (lo que no equivale a conocimiento real sobre cine) me detuve más tiempo ante la participación de otro mexicano que resulta ser uno de los veteranos de la exposición: Nicolás Echevarría (1947), autor de Cabeza de vaca. Se exhibe un story board de su película Vivir mata (1993).
Entiendo que Nicolás dibuja in situ utilizando color, locaciones y disposición de personajes; no sé si lo haga propiamente con intenciones de realizar dibujos exhibibles, o si esa encomiable práctica es inherente a la ruta crítica de su trabajo. Como sea, su participación está entre las más gratificantes de toda la muestra.
Caso similar es el del caricaturista Jis, mancuerna de Trino. De él se exhibe un ''archivo de ideas" registradas entre 1995 y 1998 correspondiendo a su serie Otro día.
Para seguir con los mexicanos añadiré que Iván Villaseñor, ganador en 2000 del concurso Omnilife de Guadalajara, (mismo que ya no tiene continuación) ofrece en su sección unas combinaciones de dientes con ojos que involuntariamente me hicieron recordar a Odilon Redon, el extraordinario grabador, caricaturista y pintor simbolista francés.
Otro connacional, Pedro Reyes, dibuja sobre objetos volumétricos hechos de papel, usa collage y sus productos están quizá más vinculados al arte objeto o a la tridimensión que al dibujo, eso aun admitiendo que hay quienes practican tal opción en obras de mayor posibilidad de sobrevivencia, como el artista Manuel Marín cuya muestra colectiva que ideó y reunió como curador: Las metamorfosis de Ovidio se exhibe actualmente en el MACO (Museo de Arte contemporáneo de Oaxaca).
Dejo al final a Miguel Angel Estévez Nieves, porque su inclusión parece, por lo menos, inusitada. Apenas cursando su segundo semestre en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, este joven menor de 20 años no cuenta aún con participaciones anteriores, ni siquiera en muestras de su propia escuela.
Es el que está más cercano a asociar ciertos estereotipos que nos son conocidos mediante las reiterativas producciones gráficas de los esquizofrénicos, pero si eso es lo que busca (empeño legítimo por supuesto) tendría que adentrarse con profundidad en el asunto, y examinar a fondo, también, las expresiones gráficas que se dan en los reclusorios.
Otra alternativa: ponerse a dibujar de a deveras.