Usted está aquí: domingo 12 de junio de 2005 Política BAJO LA LUPA

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Alemania y Francia: crisis de destino

NO ES LO MISMO la percepción que los europeos tienen de sí mismos en esta fase delicada de su historia, que la de sus rivales comerciales, como China, que puso "límites en forma voluntaria" a la exportación de sus textiles a Europa antes de la imposición de restricciones (IHT; 11/06/05). Resalta que en materia comercial, la Unión Europea (UE) no está aún muerta, y que los anglosajones librecambistas y centralbanquistas monetaristas desean balcanizar, para recomponerla de acuerdo con sus intereses financieros plutocráticos.

STRATFOR (10/06/05), centro de pensamiento israelí-texano vinculado a los intereses petroleros anglosajones y que se ubica como un balcanizador de todo aquello que no conjugue con su visión unilateralista, asevera que la "crisis europea se sigue desplegando. El enfoque se ha trasladado a Francia y a Alemania, donde abundan los rumores" (sic) de que el canciller Gerhard Schroeder estaba a punto de sufrir un golpe de parte del ala izquierda de su partido socialdemocrata para abandonar la impopular agenda de "reformas de mercado". La prensa anglosajona da por vencedora desde ahora a Angela Merkel, líder de los democratacristianos. Stratfor aduce que Merkel, quien proviene del Este alemán, "es probablemente (sic) la política más proestadunidense (sic) en Alemania". Luego saca una conclusión muy riesgosa: "debido a su experiencia bajo los comunistas, su perspectiva sobre Estados Unidos se parece más a los países de Europa Central" (¡super-sic!), y "al contrario, profesa serias dudas sobre la sabiduría del gaullismo" que cimentó el eje Chirac-Schroeder: "si el voto en Francia representó un golpe contra el concepto de la federación europea, la elección de Merkel sería un golpe contra la idea de que Europa debe ser el contrapeso de Estados Unidos. O, puesto en forma simple (sic), si gana Merkel, la geopolítica del gaullismo será aplastada (...). El centro de gravedad de la idea de Europa -el eje París-Berlín- se está colapsando debido a la debilidad de sus fundamentos. Y si esto sucede, Estados Unidos -una vez más (sic)- recogerá los escombros geopolíticos".

CON OTROS ROSTROS en el poder en Francia y Alemania, ¿cómo van a aceptar los electores, que han rechazado en forma contundente el modelo neoliberal antihumano y depredador, de nueva cuenta las reformas suicidas que exige la globalización financiera que controla la plutocracia anglosajona? Está bien que Merkel se haya pasado buena parte de su vida en el Este alemán, pero sería insensato que ignore que los cimientos europeos -la "comunidad del carbón y el acero" para cesar de guerrear entre sí- fueron fincados por la idea común del general De Gaulle y el canciller alemán Konrad Adenauer, un democratacristiano. Aunque gane Merkel, va a ser muy difícil que Alemania, la principal potencia económica europea, primero, llegue a degradar la visión de grandeza propia del ethos alemán y, segundo, que "americanice" a la UE, para aislar a Francia. Justamente Schroeder fue vapuleado en Renania del Norte-Westfalia debido a su necedad en aplicar las reformas neoliberales que desechan los electores. En vísperas de la invasión anglosajona a Irak, Schroeder había sido rescatado del limbo electoral gracias a su postura pacifista y antibushiana que le dio un gran respiro. Stratfor equivoca la ubicación de las variables de la ecuación, porque es justamente el belicismo unilateral y el irredentismo del bushismo antiambientalista lo que orilló a cohesionar el eje París-Berlín, al cual busca sumarse Moscú. ¿Aceptarán los alemanes, aun bajo la batuta de Merkel, a quien habría que ver en acción, volver a ser siervos de Estados Unidos?

QUEDA CLARO QUE LOS anglosajones desean una Europa financierista donde pueden prevalecer sus intereses plutocráticos, mientras la "política exterior pueda ser desarrollada por estados individuales, y que la política de defensa sea formulada en el contexto de la OTAN, liderada por Estados Unidos", profesa Stratfor. Una Europa segura, con su política de defensa, y unida en lo político, es doblemente anatema para los anglosajones, que desean un socio castrado para poder expandir su irredentismo unilateral hasta el triángulo geoestratégico del mar Negro, el mar Caspio y el golfo Pérsico. Amén de que el establishment militar y sus sabios geopolíticos la dejen jugar sola, ¿estará dispuesta Merkel a degradarse a los niveles dantescos de Salinas, Zedillo y Fox, en México, con un neoliberalismo tropical diseñado para siervos? Tal sería el triste epílogo de la gloriosa historia alemana cuando los estrategas del establishment militar de Estados Unidos, en su confrontación con China, toman como ejemplo a Bismarck (Robert Kaplan; Atlantic Monthly junio 05). Como que exagera Stratfor en degradar tanto a Alemania, y lo mejor viene cuando se pregunta que "sería interesante saber qué piensan Pekín y Moscú ahora". Pekín ya pensó y diluyó su querella mercantil con la Unión Europea, mientras en Moscú esperan tres epílogos: el crucial resultado electoral de Alemania dentro de cuatro meses, el de Francia en dos años, y el derrumbe económico de Estados Unidos en cualquier instante. El problema del pensamiento anglosajón de corte omnisciente es que ignora su propia historia y sus execrables actos, como confirma Richard Drayton, historiador de Cambridge: "la mitología de Estados Unidos y Gran Bretaña sobre la Segunda Guerra Mundial ignora nuestros propios crímenes y legitima el belicismo angloestadunidense" (The Guardian; 10/05/05)

JUDY DEMPSEY, DEL IHT (07/06/05), sopesa la política exterior con la llegada de Merkel al poder, que "desaceleraría la expansión de la Unión Europea, adoptando una postura más crítica hacia Rusia y reconstruyendo su relación con Estados Unidos", según Friedbert Pfluger, su principal consejero en relaciones exteriores, quien resalta la "profunda crisis sobre la expansión". Ante todo, la Unión Europea debe consolidarse y definir su identidad y sus fronteras", y destaca que la plena membresía de Turquía sobrextendería y sobrecargaría a la UE, por lo que era mejor una "asociación privilegiada". Los momentos del canciller democratacristiano Helmut Kohl, quien favoreció en forma entusiasta la expansión, no son los mismos que vivirá Merkel. Deja abierta la puerta al ingreso de Bulgaria, Rumania y Croacia, pero la cierra a otros. Su oposición a Turquía, un país islámico, deriva de que un sector del partido democratacristiano considera que "Europa es esencialmente un club cristiano", además de la preocupación de que, debido a su gran tamaño, será muy difícil de integrar con su actual población de 69.5 millones, que serían 80 millones en 2015, cuando estaría lista a unirse, lo cual le daría poderosos derechos de voto". Aquí Pfluger choca con la dupla anglosajona de Estados Unidos y Gran Bretaña, que desea incorporar a Turquía para mejor descarrilar a la UE. Otro sector "teme los amplios costos financieros de integrar a Turquía, que posee una infraestructura subdesarrollada, un amplio sector agrícola y extensas fronteras con Irak y Siria, que obligaría a una mayor seguridad de lo que serían las nuevas fronteras de la UE". Fustiga que tales consideraciones, nada desdeñables, no han sido tomadas en cuenta por Schroeder. Con Estados Unidos serán muy estrictos sobre la aplicación del protocolo ambientalista de Kyoto, en especial el calentamiento global. que niega exista el anticientífico Baby Bush, así como su participación en el Tribunal Penal Internacional, al que se opone Washington por miedo a que sea citada a juicio la gran parte de su fauna bélica. Los temas multilaterales no son menores y pueden volver a colisionar a Berlín con Washington, cuyos rubros son más consistentes a los democratacristianos que el más dúctil Schroeder. Sobre Rusia difiere el abordaje, quizá, por el pasado de Merkel, y sin llegar al rompimiento ni abandonar la "relación especial", serán más críticos sobre el avance democrático ruso: "Rusia es un país importante, no sólo para Alemania. Hacemos negocios con Rusia no solamente en energía sino también en otros campos. Deseamos que continúen. Pero eso no significa que calificaremos a Putin como un demócrata ciento por ciento, como ha hecho Schroder", quien estableció una relación personal con el gobernante ruso.

ELIZABETH BRYANT, de UPI; 06/06/05), expone una frase relevante de la entrevista de Pfluger al International Herald Tribune, que en forma extraña no aparece en el texto original: "la relación franco-alemana siempre ha sido el motor que ha conducido la integración europea. Pero deseamos que Alemania y Francia encabecen a Europa con otros países. La relación debe ser incluyente". No hay ruptura ni aislamiento con Francia, sino un mejor manejo de las relaciones públicas con los países del Este, que son la esfera de influencia natural de Alemania. Después de enterrar a Schroeder y a Chirac, la reportera Bryant pierde la cabeza geopolítica al considerar que el "futuro de Europa parece (sic) cada vez más dirigido al Este, a la nueva eclosión (sic) de anteriores miembros comunistas y futuros miembros... y también al Oeste, donde Gran Bretaña toma la presidencia rotatoria en julio". La feliz prensa anglosajona da como "triunfador" a Blair debido a las derrotas de Chirac y Schroder. Curioso: el primer Blair "ganó" la farsa electorera de la seudodemocracia británica con 36 por ciento de los votos, mucho menos de los obtenidos por sus contrincantes Chirac y Schroeder.

LA IDEA DE EUROPA no es nueva, y Carlomagno, rey de los francos y emperador de Occidente, la había puesto en práctica desde el siglo VIII d.C: 13 siglos antes que existiera Estados Unidos. Tampoco la idea de Europa, nombre de la princesa fenicia de Tiro, raptada por Zeus, es propiedad intelectual de los socialdemocratas o de la democraciacristiana de Alemania: es una idea de supervivencia y destino. Y no es nada irónico que dos moderados de la derecha europea, el general de De Gaulle y Adenauer, además de católicos laicos, hayan sido sus promotores fundacionales. Esta vez la princesa fenicia, Europa, no se va dejar engañar de nuevo por Zeus, disfrazado de balcanizador plutócrata anglosajón.

 
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