Bolivia: ordenando la casa
Impresiona, en verdad, la claridad con que la mayoría de los bolivianos intentan rencauzar el manejo de sus recursos naturales: los energéticos. Ya van, en el corto plazo de 18 meses, dos presidentes de esa hermana República defenestrados, por no responder a los esenciales requerimientos de los más desprotegidos -que les llevaron al poder- de recuperar el manejo de esos bienes para mejorar sus condiciones de vida.
Bolivia está, en efecto, intentando ordenar la casa, pero el proceso no ha sido, ni será, terso y fácil. Los intereses en juego son inmensos. Por un lado están las corporaciones internacionales, cuyos intereses, inmersos en la globalización, desean perpetuar sus canonjías en la extracción de la riqueza energética de Bolivia; también están, como observadores interesados, estados vecinos que o no poseen ese recurso -como son los casos de Chile y Brasil- o bien los dilapidaron en épocas recientes, como es el caso de Argentina. Ello hace a esos estados mantenerse no sólo distantes de las penurias sociales y políticas del pueblo boliviano, sino interesados en que se mantenga el status quo impuesto por las transnacionales, de las cuales forman parte, como es el caso de Brasil, a través de Petrobras, en su calidad de miembro de la Cámara Boliviana de Hidrocarburos, junto a Repsol-YPF, integrada por España y Argentina. También están incrustados: ExxonMobil (EU), Total (Francia), Royal Dutch Shell (Holanda) y British Petróleo y British Gas (Inglaterra). Sume a lo anterior los intereses separatistas, autonómicos, de las regiones más ricas en yacimientos de hidrocarburos: los departamentos de Santa Cruz y de Tarija, que pretenden integrarse a Brasil y a Argentina, respectivamente.
Especialmente fuerte es Santa Cruz, que alberga a las principales agrupaciones de las minorías blancas, a las que pertenece el aún presidente del senado boliviano Hormando Vaca Díez, quien intentó asumir el cargo de Presidente de la República y que sólo reculó ante la muerte del minero Juan Coro, presidente de la cooperativa 27 de Marzo, deponiendo de su aspiración por recomendación del ejército. Ese único tiro bastó para que el presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Eduardo Rodríguez Veltzé, tercero en la línea de sucesión por mandato constitucional -el primero es el presidente del Senado y el segundo el de la Cámara de Diputados- asumiera la Presidencia de Bolivia, con el único propósito de que en el lapso de 150 días convoque a elecciones que involucran a los tres poderes. Aunque hay que anotar que los diversos grupos movilizados, sólo concedieron 10 días de tregua para ello.
Como un obstáculo más, es menester anotar las desavenencias en los grupos movilizados, entre los que se encuentran la COB (Central Obrera Boliviana), encabezada por Jaime Solares, quien propone la creación de una asamblea popular obrera campesina que dirija al país; el MIP (Movimiento Indio Pachakuti) tutelado por Felipe Quispe, uno de los líderes aymara, el más recalcitrante desconocedor de las instituciones republicanas, y Evo Morales, líder cocalero aymara y diputado federal por el MAS (Movimiento al Socialismo), quien ha logrado el respaldo de la mayoría autóctona boliviana y es, además, el personaje de la oposición más conocido y reconocido en el mundo, excepto, claro, en los países con más obvios intereses.
Entre estos grupos locales existen diversas gamas de percepción sobre qué hacer con los recursos energéticos, las cuales van desde la más amplia renacionalización y la amenaza de irse a la lucha armada, hasta las propuestas más moderadas, como es el caso de Evo Morales, que si bien exige la nacionalización de los energéticos, está consciente y tiene la visión -esa es mi impresión- de que se requiere de las compañías transnacionales para que continúe la extracción de recursos, habida cuenta de que hace 10 años éstas se adueñaron de todo y desaparecieron a la empresa del Estado.
Evo, claro, pide la nacionalización porque si no, su competencia le acusaría de traidor; pero, juicioso, ha planteado que se incremente a las empresas extranjeras el pago de impuestos en 32 por ciento, tal como lo estableció la Ley de Hidrocarburos recién aprobada, pero en cambio exige se les incremente el pago de regalías del 18 al 50 por ciento.
Considero que Evo tiene claro, que requiere llegar a acuerdos sin entrega incondicional con las transnacionales. Primero, porque su deber es elevar la calidad de vida de ese pueblo tan empobrecido, construir un aparato productivo adicional, alternativo al mercado petrolero, y lograr una explotación racional de los recursos energéticos; pero por otro lado es menester que las transnacionales realicen las inversiones previstas para los próximos años, que son del orden de 10 mil millones de dólares, y hoy se encuentran suspendidas.
Las corporaciones deberán entender que el proceso de extracción de la riqueza de los pueblos, indefensos ante sus servidores públicos, por ellas cooptados, capturados, no puede proseguir. El péndulo viene de regreso en cuanto a la globalización, porque los pueblos aprenden a defender sus patrimonios históricos. A su vez, las corporaciones deberán aprender a abatir sus inmensas tasas de ganancias de las cuales sólo se benefician ellas y sus accionistas. Demasiado pocos, para un mundo hambriento. Deberán moderarse, considerando que lo más importante es brindar la certidumbre del aprovisionamiento del mercado. Así, se benefician todos y se ordena la casa.