El puesto militar fue instalado en 1998, tras rumor de ataque paramilitar
Retira el Ejército otro campamento en Chenalhó, Chiapas; segundo en un mes
Ampliar la imagen Tzotziles recorren el campamento de X�yep, municipio de Chenalh�hiapas, tras el retiro del puesto que fuerzas castrenses instalaron en esa zona hace ocho a� Detr�de ellos, las casas de madera y l�na que construyeron los militares FOTO Victor Camacho
Xo'yep, Municipio de Chenalhó, Chis., 11 de junio. El Ejército retiró el campamento que desde enero de 1998 mantenía en esta comunidad habitada por indígenas pertenecientes a la organización civil Las Abejas y convertida en símbolo de la resistencia desde que mujeres impidieron el avance de los militares hace siete años y medio.
Con el de Xo'yep ya son dos los campamentos militares que se retiran del municipio de Chenalhó, el más militarizado de Chiapas, en los 30 días pasados, ya que el 11 de mayo anterior fue desmantelado el que estaba ubicado en Los Chorros.
Antonio Vázquez Gómez, ex dirigente de Las Abejas, informó que el retiro de Xo'yep comenzó el 6 de junio. "Eran las 4:30 de la tarde cuando salieron en tres camiones grandes y dos pequeños", explicó.
Precisó que un día después los soldados regresaron para destruir los cercos de alambre de púas colocados en torno del campamento, y durante toda la semana estuvieron llegando para limpiar el lugar. Los últimos soldados estuvieron ayer para tapar con tierra las fosas que utilizaron como trincheras para vigilar el campamento, comentó.
El puesto militar fue instalado el 3 de enero de 1998, luego de insistentes rumores de que los paramilitares -que recién habían asesinado a 45 indígenas en Acteal- atacarían a los más de mil tzotziles de Los Chorros, Puebla, Yaxgemel, Yiveljó y Chuchtic, que se habían desplazado hacia esta comunidad por temor a ser agredidos por los paramilitares priístas, y que retornaron a sus lugares de origen en 2002.
Pero aquí se encontraron con la decidida resistencia de los pobladores, principalmente de las mujeres. Una de las cuales, bajita de estatura y vestida con su traje tradicional, fue captada por la cámara fotográfica de Pedro Valtierra cuando empujaba a un corpulento soldado para impedir su paso. En los días posteriores la imagen dio la vuelta al mundo, con la cual el reportero gráfico obtuvo el Premio Nacional de Periodismo.
"La gente salió a parar al Ejército porque acaba de pasar lo de Acteal y lo que menos quería era ver armas, soldados o policías porque ellos fueron cómplices de la matanza", recordó hoy el ex dirigente de Las Abejas.
Hoy que el campamento está vacío, el indígena priísta Enrique Pérez -cuyo padre Juan Pérez Chen recibía 500 pesos mensuales por la renta del predio-, su esposa y otros familiares paseaban desconsolados por donde los soldados dejaron intactas una docena de casas construidas con madera y lámina, las cuales, les dijeron los militares, podrán utilizar.
"El día que se fueron los soldados, las mujeres priístas (familiares del dueño del terreno) lloraron porque ya no recibirán los ingresos que obtenían con la venta de comida, refrescos, galletas, cigarros y otras cosas en la tienda colocada a un lado del campamento", dijo Vázquez Pérez.
Vestido con sus ropas tradicionales y con un machete en la mano, Enrique Pérez expresó, según la traducción de Antonio Vázquez, ya que él no habla español: "él y su familia piensan que no llegaron a ensuciar la tierra en vano sino por causa de la guerra; llegaron a calmar la situación. Por eso, aunque perjudicaron... fue por una buena obra".
En el lugar -que cuenta con un helipuerto- la cancha de basquetbol que utilizaban los militares está intacta, salvo los tableros, que fueron arrancados, lo mismo que otros espacios y andenes encementados. Las casas, con piso de cemento, están en pie pero en su interior no hay nada. Sólo en una está un escusado y en otra un mueble de madera que semeja una mesa. La luz la tomaban de una planta y el agua de un pozo cercano o la traían en tinacos o pipas.
Antonio Vázquez contó que cuando los federales comenzaron a abandonar el campamento, él preguntó a uno de los jefes las razones de su retiro, quien sólo le contestó: "son órdenes de allá arriba". También le comentó que pronto serán desmantelados los campamentos en las comunidades de Yiveljó y Takiukum.
Sostuvo que con o sin la presencia de los militares "el temor de ataque de los paramilitares siempre está, ya que dicen que si no dejamos de exigir que sean detenidos todos los responsables de la matanza, nos van a agredir".