MEMORIA DE LA CIUDAD / DEUDA CON EL AGUA
Xochimilco, ante la última oportunidad para rescatarlo
Xochimilco ha sido, por sus lagos, chinampas y canales, una de las ventanas de la ciudad de México ante el mundo y referente de identidad nacional para quienes llegan y para quienes aquí vivimos.
Por este sitio y sus pueblos lacustres -Santa Cruz Acalpixca, San Gregorio Atlapulco, San Luis Tlaxialtemalco, Tláhuac y Mixquic- se han dado cita innumerables personajes, que han testigos de su riqueza patrimonial transformada con el paso de los siglos. Por aquí pasaron las canoas reales de los más famosos emperadores mexicas rumbo a Xico, una isla en medio del lago de Chalco; las tropas de Cortés, cuyas cartas al rey Carlos V, en las que hacía relatos sobre los esplendorosos lagos y motivaron las visitas al lugar de casi todos los virreyes de la Nueva España. Por aquí anduvieron también, carpeta en mano, los más famosos viajeros europeos del siglo XIX, como Alexander von Humboldt, la marquesa Calderón de la Barca, Francisco Carreri, Robert Poinsett y Paula Kollonitz, entre otros; por aquí pasaron, 328 años después de Cortés, las tropas del ejército estadunidense al mando de Winfield Scott rumbo a Tlalpan, para escenificar la primera batalla en la ciudad de México, en la hacienda de Padierna.
Por el lago de Xochimilco Benito Juárez paseaba a sus hijas en trajinera; también lo transitaron Ignacio Comonfort, Maximiliano con Carlota y hasta Manuel Payno, quien en su novela Los bandidos del río Frío relata los viajes en canoa desde San Lázaro hasta Chalco. En el pueblo de San Gregorio, según cuenta don Martín Luis Guzmán, se conocieron Villa y Zapata, el 4 de diciembre de 1914, dos días antes de la entrada de sus ejércitos a la ciudad; por aquí paseó Charles Lindbergh en noviembre de 1927, quien meses antes había volado sin escalas de Nueva York a París.
Otras ilustres visitas a Xochimilco fueron las de Goytia con sus pinturas, el cine con María Candelaria y la arquitectura de Félix Candela; también llegaron el urbanismo de la globalidad con sus planes de rescate y las democracias políticas que, amparadas en la calificación internacional de la UNESCO, han incursionado con el propósito de preservar su patrimonio histórico.
Radical transformación
Xochimilco y su región lacustre han sufrido uno de los procesos de transformación más radicales en la historia de la urbanización mundial. Hasta hace menos de 500 años, había ahí dos enormes lagos de 350 kilómetros cuadrados, y a sus orillas, 180 kilómetros cuadrados de chinampas y 750 kilómetros de canales y apantles; en la actualidad sólo quedan 25 kilómetros cuadrados de chinampas y 170 kilómetros de canales, patrimonio lacustre único en el mundo. Aun así, la última etapa de ese largo proceso de transformación está por comenzar ahora, a principios del siglo XXI, cuando todavía hay problemas fundamentales que, de no resolverse, conducirán, sin duda, a la desaparición de los últimos vestigios lacustres de la cuenca de México.
Las transformaciones más visibles que ha sufrido Xochimilco comenzaron en la primera década del siglo XX, con las obras de captación del agua, principalmente subterránea, conducidas por un acueducto a la ciudad de México. Pero años antes habían desaparecido los lagos de Xochimilco y Chalco, propósito imperial del virreinato y conseguido, por fin, en las últimas décadas del siglo XIX con las obras del gran Canal del Desagüe -hermano gemelo del acueducto de Xochimilco- aprobado por Maximiliano en 1866 e inaugurado por Porfirio Díaz el 17 de marzo de 1900; esta fue una primera etapa colonial gobernada con una profunda incomprensión y desprecio hacia el agua y su cultura.
La construcción del acueducto porfirista, aún en funcionamiento, representó en la historia del abastecimiento del agua para la ciudad, un acto más de centralismo político y la apropiación forzada de recursos naturales circundantes a la ciudad; le seguirían, durante la segunda mitad del siglo XX, las cuencas de Lerma y Cutzamala, territorios agrícolas de los indígenas mazahuas hoy en pie de lucha con un recién creado ejército de mujeres zapatistas, y el proyecto para traer el agua del río Temascaltepec, afortunadamente suspendido por las protestas de los pobladores de la región. La historia de las negociaciones y las resistencias de las comunidades agrarias, a la postre vencidas por gobiernos representantes del interés público, de la ciudad por supuesto, resulta indispensable para conocer, o por lo menos prever, como serán resueltos los futuros conflictos en las cuencas de Tecolutla, Oriental Libres y Amacuzac, hacia donde se encaminan los nuevos abastecimientos de agua para una ciudad de 40 millones de habitantes.
El acueducto y la confrontación de 1922
Existe un acontecimiento político derivado del famoso acueducto y al cual hemos aludido en otros reportajes. Se trata de la violenta confrontación política, con el saldo trágico de decenas de muertos y heridos en pleno Zócalo capitalino, escenificada en noviembre de 1922, entre las fuerzas políticas del gobierno federal contra las del gobierno municipal de la ciudad de México.
Tal confrontación tuvo como origen la ruptura o atentado sufrido en las bombas de la colonia Condesa, donde concluía dicho acueducto y que dejó sin agua por varios días a la tercera parte de la ciudad.
Limitado rescate ecológico
Como parte de los esfuerzos gubernamentales por rescatar Xochimilco, hay que mencionar el plan desarrollado entre 1989 y 1994, denominado de Rescate Ecológico, que ha sido insuficientemente estudiado como parte de la historia de las resistencias sociales que caracterizan esta región lacustre de la ciudad.
¿Qué pretendía tal proyecto emanado de las primeras visiones de la globalidad? La propuesta era edificar un gran lago artificial con fines turísticos y deportivos de 360 hectáreas, 10 veces mayor que la superficie del lago de Chapultepec, y a su alrededor la creación de una zona de chinampas con clubes recreativos y deportivos, así como zonas culturales y áreas comerciales concesionadas; y en ambos lados del Periférico, la construcción de edificios elevados, similares a los existentes en los actuales tramos de San Jerónimo a Perisur; además, la creación, también al lado del Periférico, de dos grandes lagunas de regulación (Ciénega Grande y Ciénega Chica).
El plan fue modificado por el gobierno debido al surgimiento de una oposición conformada por una comunidad agrícola con memoria histórica y fuerte tradición en la defensa de la tierra, resistencia social que debe ser estudiada por los historiadores como testimonio de la participación comunitaria en el intento de rescate de Xochimilco más importante del siglo XX.
Esta resistencia agraria de finales del siglo XX impidió en ese entonces la urbanización de la zona chinampera y ejidal aledaña a Xochimilco y San Gregorio; aunque el plan modificado no resolvió los problemas de fondo, pues se prefirió la edificación de obras nuevas visibles, como un pequeño lago artificial con un parque ecológico, un mercado de plantas y una zona deportiva y, por tanto, se desatendieron los problemas fundamentales de Xochimilco, como son los hundimientos diferenciales debido a la excesiva extracción del agua; la urbanización de la zona chinampera; la consecuente contaminación de los canales provocada por las descargas residuales; la escasez de esclusas y taponamientos para mantener adecuados niveles de agua en los canales, y, por último, el reducido caudal de agua tratada de nivel terciario de las plantas de Cerro de la Estrella y San Luis Tlaxialtemalco. "Sin más y mejor agua -han argumentado por años los chinamperos y campesinos- no habrá un verdadero rescate ecológico".
Existe una deuda pendiente de la ciudad con Xochimilco. Desde hace cien años, la ciudad se apropió de su agua y es hora, entonces, que se la devuelva para preservar su agricultura. Es un asunto eminentemente hidráulico, pero que requiere voluntad política.
De no atender estos problemas, las chinampas y los canales de Xochimilco y su región lacustre desaparecerán en un plazo no mayor de 50 años. No queda mucho tiempo para impedir que este Patrimonio Histórico se pierda. La vasta participación de actores legales e ilegales, cuyos intereses, legítimos o no, siguen ensanchando los acelerados procesos de urbanización de la zona chinampera y agrícola al margen del control público, obliga a poner en práctica por lo menos tres acciones inmediatas: suspender drásticamente la urbanización en la chinampa, introducir sistemas domésticos de tratamiento en las descargas residuales y aumentar el volumen de agua en los canales; acciones éstas que requieren recursos considerablemente mayores a los recién otorgados para actividades turísticas; ello depende de los recursos del Estado, una vez que se pongan de acuerdo y se coordinen la Cámara de Diputados, el gobierno federal, la Asamblea Legislativa y el Gobierno del Distrito Federal.
Xochimilco no sólo tiene rostros turísticos; también agrícolas basados en las chinampas aún productoras de alimentos, y es ahí donde radica lo fundamental de su preservación. Ojalá que este urgente compromiso se asuma más allá de las confrontaciones políticas que envuelven actualmente a la ciudad y se asegure el rescate de una de las riquezas patrimoniales más importantes del planeta.
*Este artículo es parte del texto leído por el autor el 25 de febrero pasado en la presentación del libro A la orilla del agua. Historia de Xochimilco en el siglo XX, de María Eugenia Terrones (coordinadora), Héctor Hernández, Ernesto Aréchiga, Mario Barbosa, Patricia Romero, Eike Duffing y Miriam Rodríguez. Ed. GDF, Delegación Xochimilco e Instituto Mora, 2004.