Usted está aquí: domingo 12 de junio de 2005 Cultura ¿Yo soy aquel?

¿Yo soy aquel?

Ampliar la imagen El autor Tom Wolfe

Al contrario de Norman Mailer, también dado a escribir novelas voluminosas, la prosa de Tom Wolfe no acusa tanta finura artesanal como la que esgrime el autor de Los hombres duros no bailan y Los ejércitos de la noche.

El prestigio de Wolfe, viejo lobo de mar, reside en su capacidad de provocación. Ubicado como un perfecto reaccionario, algunos lo reconocen como el autor de un algo inexistente a la fecha y que se ha dado en llamar "nuevo periodismo", cuya característica fundacional en Wolfe sería esta actitud de soberbia wolfiana y su gesto perenne entre retando y afirmando al mismo tiempo: yo soy aquel.

En todo caso, su mayor virtud es el debate. Su nuevo tabique, Soy Charlotte Simmons, con la friolera de 897 páginas donde pinta a los universitarios gringos como unos desaforados cogelones, chupadores y atascados, le es fiel en sus constantes estilísticas, habilidades de esgrima verbal y cálculo de las consecuencias posteriores. Además de retratar la doble moral gringa, esa que gustan tantos mexicanos de derecha en copiar, Tom Wolfe se encargó cuidadosamente de promover el lanzamiento de su nuevo libro levantando una dura polémica en su país, Estados Unidos, donde blandió sus conocidos elogios a Bush para acendrar el odio que le guarda la parte más pensante neoyorquina y la intelectualidad sobria de todo Estados Unidos.

Además de sus fuegos fatuos y sus fuegos de artificio, este nuevo libro de cabecera (mide 6.5 centímetros de grosor) o de recargadera o de emergencia si le falta una pata a una silla, contiene muchas linduras. El lector se pondrá sonriente, furioso o simplemente jolgorioso. Mencionemos uno de los elementos para enojarse o reírse: la traducción al español está plagada de expresiones (jilipollas, hostias y leches, leches y hostias, jolines, tío) que a los lectores mexicanos nos son ajenas.

Dado el estilo peculiar de Tom Wolfe, a veces la disyuntiva sería o bien leerlo en el original o bien conseguirse un diccionario de equivalencias que nos traduzca las expresiones coloquiales de la traducción hecha en España hacia el español que hablamos y escribimos en México. Tema harto interesante y digno de debate, el de las traducciones que nos llegan de España y nos deforman y nos presentan cosas diversas de los originales.

Pablo Espinosa

 
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