Primero seguridad y luego prosperidad
Así son, y serán por un buen tiempo, las prioridades en la relación México-Estados Unidos. Varios son los elementos que permiten afirmarlo. Primero, la firma del Acuerdo para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAM) firmado el 23 de marzo de este año en Waco, Texas, sede del rancho del presidente estadunidense. Luego, el claro abandono de la relación con EU por la cancillería mexicana, que ha sido conducida con errores, desatinos y contradicciones. Este vacío ha permitido que las agencias del gobierno de ese país busquen, con toda justificación, interlocutores consistentes y confiables.
Por último, se observa en la 44 reunión interparlamentaria, celebrada el jueves 9 y viernes 10 de la semana pasada en Newport, Rhode Island, que mientras persistan los altos niveles de violencia en la frontera norte mexicana, la posibilidad de encontrar otros temas, como el migratorio o el ambiente o el agua, tiene pocas opciones para transitar por otros caminos. Queda claro que las relaciones internacionales y principalmente con EU y sobre todo viniendo de sus espacios geopolíticos (Canadá y México) éstas pasan por el crisol de la seguridad, en cualquiera de sus variantes, y satisfechos los requerimientos, hay avances mínimos en otras áreas como son el comercio y la migración.
Si primero es la seguridad, para lograrla es necesario que se condicionen ciertas actividades que pueden incubar o propiciar acciones criminales dirigidas a vulnerar los intereses estadunidenses (aquéllas pueden ser desde el bioterrorismo hasta los hackers). Siguiendo esta lógica, la amplitud y discreción para controlar las amenazas, que pueden ser continentales o extra continentales, se requiere infraestructura tecnológica, científica y la capacidad de prevención y respuesta ante eventuales ataques. Y como ustedes, latinoamericanos, no tienen ni disponen de condiciones para promover esa seguridad que da paso a la prosperidad, déjenos a nosotros, el gobierno de EU, la tarea de vigilar por la integridad de las fronteras y de los límites del continente americano.
Hacia inicios de 2001, la ahora secretaria de Estado, Condoleezza Rice, escribió un interesante artículo, La promoción del interés nacional, donde plantea que será mediante la creación de un ejército del siglo xxi como EU pueda hacer frente a los desafíos de gobiernos corruptos, despóticos y antidemocráticos, así como destruir sus capacidades militares. Todo esto, meses previos a los atentados de 11 de septiembre. Con la variable terrorista, los cambios han sido en apariencia profundos. Y son aparentes debido a que la fuerza militar de las potencias, en cualquier época de la historia, requiere de reales o ficticios adversarios, para asegurar la preminencia de sus objetivos y de la misión que se han conferido. Así, en ese contexto, la parte mexicana, desprovista de estrategia de largo aliento, sin interés por proporcionar al país condiciones de trato digno con EU y garantizar voz propia en el ámbito latinoamericano, es que nos encontramos como país, en una situación de excepcional debilidad diplomática: rechazados por Sudamérica y vistos con desconfianza por EU. El próximo gobierno deberá empezar casi de cero para articular una política exterior cuyo objetivo no sea otro que darle al país condiciones parea negociar razonablemente y obtener ventajas proporcionales a las obligaciones.
La seguridad, al imponerse a la prosperidad, también encierra el ya conocido riesgo y realidad de conculcar las garantías individuales en aras de la "seguridad de todos". Por eso, el tema de la migración tiene poco futuro en cuanto siga predominando esa ecuación. Es, como pasó en Francia con el referéndum de la Constitución europea, el miedo a los desconocidos, aquéllos que vienen a quitarnos nuestras fuentes de trabajo y traen consigo, otras costumbres, otros hábitos (verbigracia, Samuel Huntington, ¿Quiénes somos?).
Ahora un anuncio. El pasado viernes 10, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, se inauguró el Seminario de Estudios y Análisis en Seguridad Nacional. Carlos Sirvent fue quien instaló y Oscar Rocha, fue el primer conferencista. El tema fue: ¿Debe México participar o no en las operaciones de paz de la ONU? Tengo el gusto de coordinar dicho seminario, cuya finalidad es propiciar un espacio de reflexión sobre temas concernientes a la dinámica de la seguridad nacional. Sea desde enfoques teóricos, estudios de caso, temas de coyuntura, lo que se pretende es sistematizar y en lo posible, aportar elementos que contribuyan a reflexionar en torno a México y sus aspiraciones como nación.