Usted está aquí: jueves 16 de junio de 2005 Cultura Exaltada expedición alrededor de 152 milagros de la belleza del arte egipcio

Ortiz Lantz dirigió el recorrido por la muestra Farón en el Museo de Antropología

Exaltada expedición alrededor de 152 milagros de la belleza del arte egipcio

Pirámides, inframundo y sol, rasgos cercanos entre esa civilización y Mesoamérica

ARTURO JIMENEZ

De sorpresa en sorpresa, las 152 piezas de arte egipcio antiguo aparecen como milagros de la belleza en plena expedición arqueológica, en la sala de exposiciones temporales del Museo Nacional de Antropología.

La expedición por las 14 salas de Faraón: el culto al Sol en el antiguo Egipto, una colección proveniente de Alemania y considerada ''la más importante" de las que hoy itineran por el mundo, es guiada por José Enrique Ortiz Lantz.

Además de coordinador de Museos y Exposiciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Ortiz Lantz es un explorador de primer orden que exorcizará el estereotipo predominante de las momias y el mito de las maldiciones.

La cabeza monumental de Tutankhamón, el Obelisco y las dos estatuas casi de tamaño humano de la diosa felina Sejmet son sólo el principio y fin de un estado de exaltación prolongado por más de dos horas.

Tutankhamon, quien muestra los estragos de los bombardeos aliados a Berlín, fue más bien un gobernante mediocre que miles de años después saltaría a la fama tras los hallazgos arqueológicos y la invención fantástica de los mass media del mito de las maldiciones.

En cambio, el Obelisco, el primero que se exhibe en México, deja ver casi impecables sus jeroglíficos relacionados con la fertilidad, así como su punta de oro en forma de pirámide para captar la energía del sol.

Igual de conservadas lucen las dos estatuas de Sejmet, diosa destructora y a la vez protectora contra las enfermedades, hija de Amón-Ra, la deidad fundamental de los antiguos egipcios.

Arriba es abajo

Una cronología ayuda a revertir otro mito más endeble: el del supuesto contacto Mesoamérica-Egipto antiguo, civilizaciones con auges distintos en el tiempo, pues mientras en la primera comenzaban a surgir los olmecas, la segunda entraba a su tercer periodo.

La expedición no pierde la brújula y el grupo echa un vistazo general al Nilo, el río más largo del mundo y que, contra lo común, corre del centro de Africa al Mediterráneo, es decir, de sur a norte, de Luxor a Menfis. Por eso el Alto Nilo está abajo y el Bajo Nilo, arriba.

La esfinge con cuerpo de león y cabeza humana, en este caso de la reina Hatshepsut, la primera mujer gobernante hace 3 mil 500 años, enseña los estragos de la destrucción y el odio contra esa soberana, pero también las maravillas logradas por restauradores alemanes.

La importancia del culto solar comienza a revelarse al entender que Amón, la deidad más abstracta que se pueda imaginar, es apenas representado por el círculo. Más adelante, una pieza que muestra un círculo con alas enseña que es Amón-Ra, cuya idea permeó la tradición judeocristiana.

Esta deidad, sin embargo, también se intentó representar mediante la figura humana, la cual debía tener la pequeña y delgada barba apuntando hacia arriba, como la de una exquisita pieza en metal. Otra forma de representación importante fue la del carnero.

Varias figuras de mangostas y escarabajos muestran las deidades del inframundo, el cual, como en Mesoamérica, no refería al infierno occidental sino a un espacio oscuro y húmedo asociado a la fertilidad y la vida. De hecho, un escarabajo, el dios Khepre, sostiene el alzamiento del sol.

¿Gregorio Samsa un dios?

La sorpresa crece al infinito al observar un escarabajo con brazos, piernas y cabeza humana, como si Franz Kafka hubiera sido escultor en lugar de escritor, y como si el creador checo -que escribió su obra en alemán- hubiera sido un egipcio antiguo.

Cuenta el guía Ortiz Lantz que a su vez los curadores alemanes contaron que al parecer Kafka conoció esa pieza de piedra caliza en el Museo Egipcio de Berlín y que inclusive hizo algunos dibujos.

El dios Horus está relacionado con el halcón, y de él se muestran varias figuras. Una de ellas, en sienita, tiene cuerpo humano y recuerda una influencia sobre el mundo griego. Otra, de las más hermosas, es un ave poderosa creada en plata y parte en oro.

Si una figura que reúne el cocodrilo con el halcón podría ser un ''sol de la tarde", una de cocodrilo sólo quizá sea un ''sol de la noche". Otro lagarto en madera posee forma de barca y en ella viaja un personaje con destino al inframundo.

Otra semejanza entre Mesoamérica y Egipto es el concepto de la divinidad, diferente al de Occidente. Entre los egipcios lo femenino y lo masculino forman una dualidad. Por ejemplo, la dualidad de Amón-Ra es Mut, su esposa creadora.

A la belleza de unos hipopótamos de la fertilidad y la fealdad del dios Bes, asociado a las mujeres embarazadas y al chamanismo, le sigue una estela votiva del niño Horus, parado sobre un cocodrilo y con serpientes, escorpiones y leones en las manos.

Hombres, faraones y dioses

Los exploradores no tienen tiempo de cansarse. La sala de las pirámides revela otra cercanía Mesoamérica-Egipto. Pero en una civilización la parte superior es lugar sagrado y entrada al inframundo. Y en la otra es una escalera al cielo para llegar al dios Sol.

El sarcófago del señor Ankh-Hor es enorme, de piedra, y pesa 7.5 toneladas. La mole muestra en trazos delicados a los 42 jueces de la muerte, que representan a la misma cantidad de pecados capitales, o las diosas Isis y Neftis.

Aparecen además dioses chacales a la entrada al inframundo, los cuales recuerdan que en Mesoamérica y China antigua los canes también estaban relacionados con los entierros. Tantas coincidencias se explican por una profunda observación de la naturaleza, explica Ortiz Lantz a estas alturas.

De un suspiro a otro, a dos metros, otro sarcófago, mucho más pequeño y con bellísimas inscripciones sobre una capa de tela y papel. Y a otro suspiro, a un lado, unos ejemplos en papiro de los famosos Libros de los muertos, especie de guías para evitar contratiempos y manejar los protocolos en el más allá.

En una de las escenas, un juicio al difunto respectivo, en este caso la señora Neferini. Los egipcios fueron los primeros en generar la idea del juicio de las almas, dice el guía.

Vienen después diversas piezas de hombres, faraones y dioses u hombres-dioses, como Nefertari, soberana virtuosa que fue considerada una especie de santa y cuya estatua en exhibición fue creada en madera 400 años después de muerta. Tal era su influencia. Cerca está un busto colosal de Ramsés II, en granito rosado.

En la sala de los faraones solares aparece Tutmosis III en bajorrelieve. Está Akenamón, quien cambió su nombre a Akhenatón al cancelar el politeísmo e instaurar un paréntesis de monoteísmo.

La imagen no varonil de Akhenatón, padre de Tutankhamón y esposo de Nefertiti, representa la conjunción en él de los dos principios básicos, femenino y masculino. Pero la función principal de los faraones era mantener el sol en movimiento.

Casi al final, un video da cuenta de los comienzos de la egiptología, mediante una expedición militar a Egipto encabezada por Napoleón Bonaparte.

Algunas décadas después otra expedición, alemana, comenzaría el ingreso a una serie de hallazgos de milagros y misterios que aún no termina.

 
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