Usted está aquí: sábado 18 de junio de 2005 Opinión "No queremos que nos ayuden a nadien"

Ricardo Robles

"No queremos que nos ayuden a nadien"

El título es indígena, de los rarámuri o tarahumares. Se refiere al pago por servicios ambientales, que acosa ya a todos los pueblos indios. Tal expresión requiere su contexto. Transcribo el texto íntegro, respetando la ortografía original. Fuera del remitente, las firmas y los sellos, lo que sigue es una acta de asamblea comunitaria.

"Hoy es febrero 11 del año 2005.

"Nosotros no estamos de acuerdo de cobrar por cuidar los bosques, no queremos que nos den dinero, nosotros sí bamos a cuidar los bosques como estilo antigua como cuidabamos aquellos tiempos, ahora los que quieren pagar por cuidar los bosques nosotros pensamos que ellos piensan poco diferente y eso no nos conbiene poreso nosotros no queremos que nos ayuden a nadien, queremos cuidar nosotros mismos como nos dejo el tata dios aquí en esta tierra, nos dejó para que cuidemos el bosque, animales y otras cosas. Poreso en cada comunidad hay un gobernador indigena para que nos expliquen cada domingo en la inglensia para que nos den consejos y otras pláticas más."

El 29 de marzo enviaron otra acta a alguna autoridad, sin especificar a cuál. Ratifican su postura. "Por medio de este conducto les yegamos a conocer ante ustedes... nosotros queremos que nos respeten nuestras culturas... vivir como estilo antiguo, nosotros no queremos cambiar, queremos hacer 100% Tarahumara de la sierra como nos dejó el Dios... queremos cuidar el bosque, arbol, pino, animales... vivimos todo el tiempo en el mismo terreno donde nos dejó nuestros papás, abuelos, como nos dejó el Dios para que nosotros sembremos mais, frijol, trigo, papa, calabazas y otros..."

Estos textos son de una comunidad concreta, pequeña, pero reflejan lo que venimos escuchando desde muy diversos rumbos, el pensamiento de los más, aunque no el de todos. Se podía suponer que aceptarían estos pagos como otros programas y repartos, como un regalo que culturalmente no puede rechazarse por educación elemental. No ha sido así ahora. Esta respuesta crítica ante un aparente beneficio supone motivaciones muy profundas, desde una cosmovisión muy suya. Supone que estamos invadiendo terrenos muy delicados para ellos, aunque para nosotros puedan ser intrascendentes. Desde los contextos que da el vivir entre los indígenas, comento dos rasgos que debieran sopesarse, porque pueden ser precipitantes de lo imprevisible.

Primero, acaso no vemos que al proponer esos pagos, quienquiera que lo haga está usurpando el lugar del Dios, y así está robándole al Dios lo inalienable, lo que sólo es suyo, la vida. Esto puede desprenderse sin más de los textos citados, lo que no se ve fácilmente en ellos es la hondura del drama. Desde el principio de los tiempos, dicen los rarámuri, el Dios los puso en el mundo como sus ayudadores, son así los cuidadores del mundo todo, que se derrumbaría si dejaran de cumplir con ese trabajo suyo. Ese es el sentido de la vida toda, para los seres humanos que son ellos.

En segundo lugar se deja ver también su cosmovisión diferente y rica, donde el universo es un ser viviente, todo él. Sin él nuestra vida sería imposible, todo él la hace posible a ella. No puede haber vidas independientes del resto de la realidad, nosotros sólo somos manifestaciones, concreciones, de esa vida total, en la que cada integrante requiere del todo. Es esta una noción diferente de lo que es la vida, pero es legítima y más abarcante que nuestras concepciones. Desde ahí, sólo todos juntos podemos sostener la vida. Es verdad que como siempre, y en todas partes, entre los indígenas también hay disidentes que le hacen su juego al contrario del Dios, al que vive abajo. Por eso en estos tiempos de cambios sin sabiduría, las cosas van como van.

En fin, este mundo indígena nos dice así que nadie puede pagarnos por ser seres humanos, sería tanto como renunciar a serlo y adoptar como dios al fatuo pagador que roba y vende la vida, que paga porque acates su infamia, hijo del que vive abajo en el inframundo. Y además, nadie puede pagarnos por cuidar nuestra propia vida, la del planeta, la del cosmos. Recibir pago sería reconocerle dueño de la vida humana y aceptarnos esclavos.

Eso es lo que andan proponiendo los pagadores por servicios ambientales, creyendo ofrecer una golosina. Es como la propuesta de Areas Naturales Protegidas que ya acosa a la Tarahumara. Es no entender, prometer y engañar para que la gente acepte en los hechos, en pagos y dones, que su vida, su mundo y su Dios tienen por dueño a cualquier vividor con poder.

 
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