Energía y petróleo hoy
Amar el petróleo es, antes que nada, amar a la gente que lo necesita, amar a la sociedad que lo requiere. Pero es, asimismo, amar a quienes trabajan para que esté disponible y, nunca lo olvidemos, amar y respetar a la naturaleza que generosamente nos lo entrega. Pero, cuidado, precisamente por eso no podemos caer en la tiranía del consumidor que, en el mundo actual, exige petróleo -muchísimo- para autos, autobuses y camiones. Y, sin embargo, ¿qué vamos a hacer sin la preciosa entrega, ya no sólo de crudo, sino de gas natural y de carbón? Estamos sumergidos en un verdadero dilema. Repitámoslo con Perogrullo. ¡Sin petróleo y sin combustibles fósiles, el mundo no opera! Sí, porque de las necesidades mundiales de energía comercial que representan -con las equivalencias tradicionales- 205 millones de barriles de petróleo al día, el petróleo cubre 37 por ciento (casi 80 millones de barriles diarios). Y el gas natural 24 por ciento (240 mil millones de pies cúbicos al día), de los que los movimientos internacionales del gas natural licuado (el famoso GNL que -con todas las contradicciones y arrebatos posibles- pronto llegará a Altamira, a Manzanillo y a Ensenada), ya representan poco menos de dos por ciento del consumo mundial de energía -entre seis y ocho por ciento del consumo mundial de gas natural- y se ofrece hoy como opción que busca un creciente peso en el mundo energético. ¡Y qué decir del carbón, que cubre 27 por ciento del consumo mundial de energía! O de una todavía polémica energía nuclear que satisface seis por ciento de esa cuenta de energía global. Y cómo entender que las no menos polémicas pero bondadosas formas renovables de energía -hidroelectricidad, viento y solar- cubran apenas seis por ciento. Sinteticemos y no olvidemos: los hidrocarburos -tan queridos y tan temidos-, petróleo y gas natural, concentran 61 por ciento de la energía comercial consumida diariamente en el mundo. Y para agrupar todas las fuentes no renovables (sí, no renovables y exhaustibles, a más de contaminantes) sumemos el carbón, para llegar a la terrible fragilidad de 88 por ciento de las necesidades de energía. En buen romance todo esto significa que, simple y sencillamente, no hemos resuelto de manera sostenible y sustentable nuestros requerimientos mundiales de energía. Y no se ve para cuándo.
En este contexto vemos el mercado petrolero de hoy, en el que, pese a todo, los precios altos (58.47 dólares por barril de West Texas Intermediate este viernes) son 30 por ciento inferiores en términos reales a los registrados en todo el año de 1980. Pero, además -para moderar el escándalo mediático que provocan-, digamos que si el consumo de este año se pagara a ese alto precio de casi 60 dólares por barril, la factura petrolera de los poco más de 80 millones de barriles al día que, en promedio, se consumirán en 2005, a los más representará tres por ciento del producto mundial global, mientras en 1980 su peso relativo fue de 6.5 por ciento. Bueno, permítaseme terminar señalando siete condiciones que nos ayudan a explicar los altos precios de hoy:
1) la recuperación económica mundial, pues después de haber crecido 4.7 por ciento en 2000 y desacelerarse 2.4 y 2.9 por ciento en 2001 y 2002, en 2003 y 2004 el mundo creció 3.9 y 5.1 por ciento (en todos los casos con paridades adquisitivas); 2) reactivación del consumo mundial, manifiesto en el volumen en que se incrementó la demanda en 2003 y 2004 (casi 4 millones de barriles diarios), cerca del doble de la suma de los incremento de los tres años anteriores; 3) alza estacional del consumo, que puede llegar a 89 millones de barriles diarios en diciembre próximo; 4) restricción relativa de la oferta, manifiesta en el más bajo spare (margen de producción disponible) de toda la historia, tanto de los productores OPEP como no OPEP (700 mil y un millón de barriles a lo más en estos momentos), aunque hoy acompañada por un nivel de inventarios superior al de 2003 y 2004; 5) riesgos en la continuidad de producción por motivos políticos, sociales y laborales en Arabia Saudita, Irán, Nigeria, Rusia y Venezuela, sin incluir el evidente caso de Irak; 6) restricción de capacidad de refinación debida a dos hechos importantes: a) por un lado, una evolución muy lenta de la ampliación o construcción de refinerías en el mundo, pues en los últimos cinco años apenas se logró la tercera parte de las ampliaciones del los últimos diez años, y b) bajo margen de capacidad de refinar crudos más pesados y amargos, que son, precisamente, los que tienden a entregar los productores hoy, por el agotamiento relativo de los yacimientos de crudos ligeros y dulces, es decir, altamente productores de gasolinas; 7) finalmente, alta especulación de compra y venta de crudo y petrolíferos, expresada en el volumen tan importante de dinero de los fondos de mercancías que ha ido a parar al mercado petrolero: casi 10 mil millones de dólares de dos de los más importantes fondos estadundienses. ¿Hace falta decir algo más en este momento? ¡Francamente creo que no!