La realidad ensombrece el triunfo electoral antisirio
Se exacerban en Líbano los sentimientos sectarios
Beirut, 20 de junio. "Alguien va a salir muerto pronto", me dijo un amigo libanés la tarde de este lunes. Y toda la victoria electoral de la oposición libanesa se vio ensombrecida de pronto por las realidades de esta nación bella y peligrosa.
En efecto, ¿por qué los enemigos de Líbano habrían de aceptar la realidad de un Parlamento en el que Siria ha perdido su poder? Primero fue el asesinato del ex primer ministro Rafiq Hariri, luego el del periodista Samir Kassir. ¿Por qué habrían de detenerse ahora?
Esta noche Saad, el hijo de Hariri, proclamó su triunfo arrasador en la elección dominical en el norte de Líbano, en la cual su planilla obtuvo los 28 escaños en disputa, con lo que la oposición sunita-cristiana drusa ganó la mayoría parlamentaria. Sin embargo, el partido del ex general Aoun ya había dividido el voto cristiano, con ayuda de candidatos pro sirios.
El ex general pro sirio Emile Lahoud sigue siendo presidente, y Hariri y los suyos no han encontrado una vía parlamentaria para echarlo del poder. De hecho, hasta los consejeros de Hariri le han advertido contra la tentación de asumir el cargo de primer ministro. ¿Acaso quiere ser premier -le preguntan- al lado del presidente cuyos amigos sirios son señalados en todo el país como culpables de la muerte de su padre? ¿Y qué pasaría si la comisión de la ONU concluyera que el presidente libanés es responsable?
Esta noche, una vez ampliada su alianza en el Parlamento, Hariri declaró que trataría el asunto con el presidente. "Quiero un país con un sistema judicial libre", expresó. "Nuestra victoria fue de mi padre, y ganamos en el norte porque el pueblo votó en bloque por nosotros: es la primera vez que vota así en el norte del país, porque sabe que continuaremos la obra de mi padre, que queremos reformas y que estamos contra la corrupción. No seremos confesionales."
Sin embargo, Líbano es sectario por definición. Y no se puede decir que la elección fuera escrupulosa o imparcial. La misión observadora estadunidense ha señalado que se debe reformar el sistema de votación, que es necesario reglamentar el financiamiento de campañas y que sus observadores no sólo recibieron un número "sustancial" de acusaciones de compra de votos, sino de hecho presenciaron intentos de esa práctica.
En 16 por ciento de las casillas monitoreadas no se dejó votar a ciudadanos registrados. La misión estadunidense no entendió por qué se prohibió sufragar a policías y soldados.
Algunos de los viejos nombres de la política libanesa han desaparecido: por ejemplo, Omar Karami y el joven Sulieman Franjieh perdieron sus escaños, en tanto el apellido Hariri aparecerá una vez más entre los miembros del parlamento.
Sin embargo, la campaña exacerbó sentimientos sectarios; muchos en la ciudad de Trípoli consideraron que el proselitismo de Saad Hariri en el norte de Líbano era un llamado a los musulmanes, más que a todos los electores. Entre tanto, las victorias de los cristianos en el centro del país, la semana anterior, fueron alimentadas por la desconfianza en los drusos, sus antagonistas en la pasada guerra civil.
Con todo, por primera vez vimos milicianos cristianos libaneses hablar ante sus enemigos de la guerra y recibir aplausos, mientras Walid Jumblatt pudo recibir en su casa a la esposa del comandante de las fuerzas libanesas, quien sigue en la cárcel y es otro viejo enemigo de los drusos.
Algunas heridas han sanado, otras se reabrieron. Y es posible que quienes desconfiaron de la campaña opositora -quienes se creyeron el comentario de Aoun de que Saad Hariri y Walid Jumblatt son peores que el ex jefe de la inteligencia siria- hayan sentido temor de la anterior victoria del ex general y en el norte hayan votado por la oposición.
La partida de Sulieman Franjieh fue sin duda un golpe para los sirios. Amigo cercano del presidente sirio, Bachar Assad, Franjieh no cabía en sí de asombro por la derrota. "Nos inclinamos ante la voluntad del pueblo", dijo: algo que el parlamento libanés no había hecho en 30 años.
Sin embargo, el hecho de que todas las facciones hayan decidido hacer alianzas temporales con otros amigos de Siria no precisamente eleva la confianza del pueblo en los partidos políticos. La unidad mostrada en la manifestación del millón de personas que siguió al asesinato de Rafiq Hariri fue desaprovechada en parte por los políticos que, como es costumbre en Líbano, pusieron su poder personal frente a la nueva voluntad política que la nación había mostrado en marzo. Y si los estadunidenses presenciaron compra de votos, corren muchos rumores de que los asistentes del Movimiento al Futuro de Saad Hariri dieron generosas recompensas a electores de la región norte.
Tal vez la mayor baja de estos comicios libaneses fue la derrota de Nassib Lahoud, parlamentario de genuina honestidad que pudo haber sido un presidente alternativo cristiano si Ahoud no hubiera maniobrado para desplazarlo en las elecciones del centro de Líbano, hace poco más de una semana. Ahora el Parlamento se verá privado de su experiencia y moderación.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya