PENULTIMATUM
¿Y el proyecto Sebastián?
HACE JUSTO UN año, en el Colegio de San Ildefonso se informó a la comunidad cultural del país que un diseño y realización escultórica del artista Sebastián daría nacimiento a una de las obras de arte monumental y urbanístico más trascendentes del siglo: el Monumento al Mestizaje Mexicano. Su ubicación geográfica: la bahía de Chetumal, Quintana Roo. En una reunión a la que asistieron los principales funcionarios de ese estado, se dijo entonces que ese monumento sería una joya especialmente significativa, elemento articulador de las grandes obras de infraestructura y comunicaciones que se realizan en la frontera sur; que además contribuiría a atraer a los 4 millones de turistas que cada año visitan la parte norte de la entidad (Cancún y la Riviera Maya, fundamentalmente) y desean disfrutar otras atracciones culturales y ecológicas.
ENCLAVADO EN LA bahía de Chetumal (por su riqueza biológica fue declarada área natural protegida), el monumento, aseguró entonces Sebastián, pondría a dicha ciudad ''a la vanguardia de la arquitectura moderna en el mundo". La cultura, añadió quien ha sembrado sus esculturas por todo el país, ''adquiere en este proyecto una amplia dimensión social, integrándola a una estrategia de desarrollo y progreso". Sostuvo que su escultura y el entorno en que estaría ''trascenderá a la universalidad, tal y como lo es la Torre Eiffel en París, la Estatua de la Libertad en Nueva York, el Cristo del Corcovado en Río de Janeiro o dentro de la arquitectura escultórica, las Torres Petronas de Kuala Lumpur".
CON UN COSTO calculado inicialmente en 300 millones de pesos (de los cuales 100 ya fueron donados por el anterior gobierno estatal y el resto debería provenir de la iniciativa privada), el ''proyecto Sebastián" recibió desde un principio el rechazo ciudadano, que lo veía como dispendio extremo cuando Quintana Roo es de las entidades donde el aspecto cultural recibe menos atención.
EL EX GOBERNADOR priísta Joaquín Hendricks (de bien ganada fama por sus dispendios), incumplió su promesa de que, antes de dejar el cargo (lo hizo en abril pasado), la megaescultura (que no megamamotreto como la definieron algunos envidiosos) estaría terminada, al igual que el edificio ''polifuncional" que la cobijaría, el cual incluye una sala de exposiciones y convenciones, comercios, un restaurante de lujo, dos terrazas panorámicas, acuario y planetario. El acceso a la escultura se da a través de los símbolos mayas de la Cruz Parlante y la cabeza de Chac Mool. Pero no hay dinero para concluirla: la iniciativa privada no quiere saber nada del monumento y los nuevos legisladores y funcionarios de Quintana Roo investigan en qué se gastaron los 100 millones que salieron de las arcas públicas. También, de qué manera terminar el proyecto lo más dignamente posible y que no sea otro elefante blanco a costa del dinero de la ciudadanía. La obra que, según Sebastián, trascendería la universalidad, pinta para plaza comercial, en la que estaría un centro cultural sin pies ni cabeza.