Usted está aquí: sábado 25 de junio de 2005 Opinión Coincidencias

Miguel Concha

Coincidencias

Los desplazamientos del Ejército Mexicano en Chiapas, los reportes de la Secretaría de la Defensa Nacional sobre cultivos de mariguana en zonas de influencia zapatista, la declaración del canciller Derbez llamando a cuentas al EZLN, hacen temer otro traspiés del gobierno del cambio, con el que se enlazan el programa México Seguro (para Estados Unidos) y una provocación a la construcción civil de una guerrilla que ha mantenido la paz y la apuesta por una vía pacífica para los cambios que urgen en el país. Los "juegos de guerra" del mando militar y civil del gobierno federal deben ser monitoreados, documentados, analizados y denunciados por la sociedad civil. Al riesgo de una torpeza militar se le suma el esfuerzo de la clase política por minar la credibilidad del voto, de las elecciones, de las luchas por derechos y legislaciones avanzadas, como camino cierto para revertir la ofensiva contra la nación y la ciudadanía toda.

Cuando México da otro paso en su integración subordinada al imperio del norte, ahora en materia de seguridad, cuando se acentúa la concentración del poder y el despojo de las esperanzas a las mayorías nacionales, la "política" de los partidos y los representantes populares se concentra en la lucha electoral; construye su agenda no sin escándalos y pequeñas rapiñas; se hermana con patrocinios financieros ilegítimos e ilegales, y con los mismos mecanismos mediáticos de manipulación a los ciudadanos. ¿Dónde quedan la deuda social, la exclusión masiva, el regreso de los autoritarismos regionales, las reformas estructurales y la guerra abierta contra lo que queda de derechos sociales e instituciones de promoción de los derechos a la educación, la vivienda, la salud?

Esa involución que desacredita a la política partidaria también contagia a la izquierda. A su modo el EZLN llama a reflexionar sobre la existencia o no de un compromiso a fondo con la lucha social y popular. El repudio masivo al desafuero generó una serie de espejismos. Que hay una mayoría popular ya ganada y que se está en la antesala de Los Pinos. Que ya se tiene un proyecto alternativo de nación, y que con el triunfo logrado con la movilización del 24 de abril, en lugar de avanzar de generalizaciones hacia compromisos ciertos con las exigencias sociales, se puede asegurar a los poderes financieros que no se moverá la política de a de veras, la política económica.

El EZLN pone el dedo en la llaga: hay más evidencias sobre una restructuración del Estado desde la derecha que desde la izquierda; no existe la brújula de una agenda social dialogada y acordada con la sociedad, que le dé contenido a los varios pasos de una restructuración distinta del Estado. Puede tener razón Immanuel Wallerstein cuando interpreta que la crítica que le hizo el subcomandante Marcos a Andrés Manuel López Obrador en un comunicado dado a conocer el lunes "significa el esfuerzo de Marcos de jalar a López Obrador hacia la izquierda, pues le ha dicho una pequeña cosa interesante: que AMLO no pertenece a la izquierda, sino que es un derechista moderado" (La Jornada, 23 de junio, p.10). Recapitulando: la iniciativa del EZLN no se articula con los juegos de guerra del Ejecutivo federal; está dispuesto a afrontarla como coyuntura política y en el marco de una iniciativa política, no militar.

Hay en ciernes el aviso de un "cambio de terreno" para hacer política, que coincide con la reflexión y las iniciativas de muchos segmentos de las organizaciones civiles y sociales, nacionales y regionales. Desde los videoescándalos de 2004, la coyuntura del desafuero, el encuentro de Pátzcuaro sobre reforma del Estado, hasta lo que parece ser la coyuntura de la alerta roja del EZLN, se empieza a delinear una forma de reflexión y de acción de las organizaciones civiles y sociales, que propone: a) fortalecer un polo social con mirada y ruta propias, no subordinado a la clase política, que exista como presión constante hacia la izquierda, no como clientela electoral. El eje de ese polo debe ser la construcción de su propia agenda social, el reclamo de derechos integrales para todos y la consecuente refundación del Estado que debe acarrear.

b) Incidir de otra manera en la coyuntura electoral; no al voto útil ni al intercambio de mercado político, sino más bien orientarse hacia la construcción de compromisos para ejercer como gobierno un cambio real de las políticas públicas. Como en las otras coyunturas, la sociedad civil debe aprovechar ésta para avanzar en su ruta propia, reconociendo en la iniciativa del EZLN un ancho campo de coincidencias: vigilancia de los juegos guerreros de la Federación; exigir a los partidos un posicionamiento claro sobre la integración de la nación a la geopolítica estadunidense; hacer responsable a la clase gobernante del deterioro de las vías civiles y pacíficas de lucha ciudadana; avanzar hacia un polo social comprometido con los cambios estructurales del país; agenda propia, ruta propia.

 
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