El dinero del petróleo
Los precios del petróleo, que según los funcionarios de Hacienda se iban a desplomar y que hasta se dieron el lujo de gastar fondos públicos en un costoso seguro por si esto sucedía, están en sus niveles más altos de la historia, en términos nominales. Esta semana la mezcla nacional de exportación tuvo un precio promedio superior a los 46 dólares, el doble de los famosos 23 de las geniales "previsiones" oficiales.
Hay que recordar aquí que el gobierno federal inclusive interpuso una controversia constitucional contra el atrevimiento de la Cámara de Diputados, que quiso aumentar el precio a 27 dólares y usar la diferencia para inversiones en educación superior y otras áreas del gasto social. El dinero lleva casi medio año congelado, en aras de la "catástrofe" que hubiera sido aceptar esa suposición y usar así esos recursos.
El excedente por encima del precio "oficial" ya anda, en el primer semestre, rebasando los 40 mil millones de pesos. Es dinero que no está en la Ley de Ingresos ni en el presupuesto, y no tiene destino aprobado por el Congreso. Se supuso que el petróleo se iba a vender en 23 dólares el barril, y ese fue el monto que se presupuestó en cuanto a esta fuente de ingresos. Y, para variar, son los funcionarios de Hacienda quienes deciden qué hacer con esa fortuna, de la cual se priva al resto del país. Se dice que la mayor parte se utilizó para pagar deuda. ¿Quién los autorizó? Sea o no exacta la versión publicada sobre el destino de ese dinero, es claro que los ciudadanos tuvimos ni siquiera voz, ya no digamos voto, en cuanto al uso del petrodinero.
De hecho, está garantizado el dinero procedente del petróleo para el presupuesto de todo el año. Se podría retirar la citada controversia constitucional y permitir que campesinos, instituciones de educación superior y otros beneficiarios tengan lo que les corresponde del presupuesto aprobado por quienes lo deben aprobar: los diputados. Pero algunos funcionarios de Hacienda hace mucho que olvidaron cuáles son las necesidades del país en el que nacieron. Estuvieron en esas secciones para tercermundistas de algunas universidades prestigiadas del exterior, en las que se dedican a amaestrar a futuros funcionarios (en el caso de las maestrías; habría que ver qué nombre aplicaría en los casos de doctorado) de sus respectivos países de origen. Y tienen esa mentalidad que se ha llamado tecnocrática.
Para muchas cosas se dice que "no hay dinero". Incluso se usa esa supuesta falta de recursos para justificar los intentos de introducir capital extranjero en áreas que la Constitución reserva en exclusiva a la nación. Y hasta hay funcionarios que dicen que si no se cambia la Carta Magna para que haya inversiones en petróleo, tendremos que vender nuestras reservas. ¡Como si no estuviera prohibido, también por nuestro máximo documento legislativo, vender esas reservas!
Afortunadamente, toda esta generación de vendedores compulsivos va de salida. Hacen esfuerzos por vender lo que se pueda antes de irse. Pero se han estado ya cerrando algunas de las formas de venta o alquiler gigante de nuestros recursos estratégicos, como fue el caso de los llamados contratos de servicios múltiples que se aplicaron a zonas gaseras y que se quiso introducir en zonas petroleras también.
Es, sin embargo, muy importante oponernos todos a los intentos que siguen ahí. Las pretensiones de perpetuar nuestra dependencia del exterior con contratos a 20 años o concesiones a 30 años para importar gas natural licuado y regasificarlo aquí, son un ejemplo.
Habrá que llegar al momento en que los recursos excedentes sean aprovechados en beneficio del país y de sus habitantes. Pero no parece que eso sea posible con los tecnócratas al mando de la política económica.