Estados Unidos, entre el paraíso y el infierno
En la Suprema Corte, los Diez Mandamientos; el reverendo Graham anuncia que el fin se acerca
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Nueva York, 27 de junio. Tal vez tengan razón. El fin está cerca y es hora de esconderse detrás de una cruz. Pero lo cierto es que la lucha entre el paraíso y el infierno está presente desde niveles tan elevados como la Suprema Corte hasta subterráneos como el metro de Nueva York.
En unas cuantas horas ocurrieron varios hechos sintomáticos: la Suprema Corte dio su fallo sobre permitir o no la exhibición de los Diez Mandamientos en inmuebles gubernamentales, el líder evangélico estadunidense más famoso advirtió a cientos de miles (entre ellos la pareja Clinton) que el fin se acerca, un cristiano devoto y ex boy scout confesó ser asesino en serie y hubo un enfrentamiento sobre Dios en un vagón del metro.
Vayamos por partes. La Suprema Corte resolvió hoy, por cinco votos contra cuatro, que es constitucional exhibir los Diez Mandamientos en propiedad gubernamental, aunque con excepciones en tribunales judiciales (dependiendo de la interpretación del mensaje). La emisión del resolutivo se dio en un espacio de la Corte en el cual se muestra una imagen tallada de Moisés con la tabla divina.
En Queens, en la antigua sede de la Feria Mundial, el reverendo Billy Graham concluyó tres días de "cruzada evangélica'' con un mensaje religioso a más de 200 mil personas, traducido a 13 idiomas. Según su organización, más de 83 millones han presenciado sus sermones durante sus 417 cruzadas a lo largo de casi medio siglo.
El llamado embajador global de Cristo es el evangélico estadunidense más famoso. Ayer dijo desde el púlpito, con voz firme pero afectada por sus 86 años de edad y su precaria salud, que "hoy casi todos entienden que nos aproximamos a un momento culminante de la historia. Va llegar un fin al mundo, no a la Tierra, pero sì al sistema mundial en que vivimos, el cual la Biblia llama el 'de Satanás'". Aconsejó a sus oyentes estar preparados, "abrir su corazón a Jesús" y arrepentirse de sus pecados. "Cuando la situación en el mundo empieza a parecerse a los días de Noé, uno debe mirar hacia arriba y saber que Jesús está por venir." Agregó: "Creo que hoy Dios nos está advirtiendo".
Graham ha sido asesor espiritual de presidentes y otras figuras de la alta política. De hecho, el ex mandatario Bill Clinton y su esposa, la senadora Hillary Clinton, se presentaron a una de las tres presentaciones divinas en Nueva York.
El clérigo, afirman allegados, ha orado con los últimos 10 jefes de la Casa Blanca, empezando con Dwight Eisenhower. Participó en ocho tomas de protesta presidenciales y ha aparecido 47 veces en la lista anual de Gallup de los 10 hombres más admirados del mundo.
En su estrategia ha evitado alinearse políticamente y no forma parte de la llamada "derecha religiosa"; tampoco ha caído en escándalos financieros o sexuales como los que destruyeron o dañaron a muchos de sus competidores en el negocio de la fe. En lo que dijo que podría ser su última cruzada aquí, demostró que aún es una de las figuras religiosas más influyentes y populares del momento.
Pero justo mientras se celebraba este magno evento, un combate entre las fuerzas evangélicas y las de todos los demás estalló debajo de la tierra. En un metro de la línea A en Manhattan, una mujer muy decentemente vestida y comportada de repente se puso de pie, y empezó a exhortar a todos a que aceptaran a Jesús en su corazón, y continuó con su testamento religioso para salvar a los pobres pasajeros pecadores (en inglés y español). Un joven con un tatuaje en el brazo, que leía un periódico a unos pasos de la "salvadora", ya no aguantó, y la enfrentó verbalmente: "no tengo por qué aceptar tu versión de Jesús, ni que tu mensaje sea de él. Además, los evangélicos valen madre. Mejor vete a Alabama, ahí les gustan estas cosas; esto es Nueva York, y aquí nadie tenemos que sufrir esto".
La mujer, algo sorprendida, ya que estaba acostumbrada a que la gran mayoría de los pasajeros simplemente la ignoraran -como suele ocurrir en esta ciudad ante escenas cotidianas de locos y raros- intentó dar más fuerza a su mensaje, pero el joven le repitió: "los evangélicos valen madres, ya déjanos en paz. Mira, acabo de hablar con Jesús, y me dijo que te bajaras en la próxima estación, ahí te está esperando. Jesús es mi cuate, tenemos buena relación, y me insiste que te bajes".
Un hombre que leía un periódico en chino levantó la cara y expresó su agradecimiento al joven, al igual que una mujer en frente, que le comentó que compartía su opinión. La evangélica no supo qué hacer, y se bajó en la siguiente estación. El joven se disculpó ante todos, y explicó: "es que eso de los evangélicos, eso sí no lo aguanto".
Los devotos religiosos fundamentalistas que buscan imponer su versión de la Biblia sobre todos los demás han existido desde la fundación de este país, pero ahora parecen estar en todas partes. Hay universidades que preparan a los jóvenes cristianos conservadores para tomar puestos en el poder, y la influencia financiera y política de las fuerzas religiosas conservadoras es evidente en las elecciones nacionales, estatales y locales, como en gran parte de los debates nacionales, desde los derechos de las mujeres y de los gays a la educación científica y literaria, de la guerra contra Irak a asuntos ambientales, y más.
Pero también todos los días hay escándalos sobre los autoproclamados defensores de la moralidad de Estados Unidos. Por ejemplo, hay el caso del doctor W. David Hager, prominente especialista en salud de la mujer y ginecólogo, quien fue nombrado por el gobierno de Bush asesor de la Agencia de Alimentos y Drogas, quien una y otra vez habla de cómo su fe guía sus posiciones y esto lo lleva a una feroz oposición a la contracepción de emergencia, el aborto y el sexo premarital. Sin embargo, su esposa recientemente se divorció de él, y por fin confesó por qué: no aguantaba ser violada por su marido, quien la obligaba, denunció, a someterse contra su voluntad, al sexo anal.
Pero Hager, como tantos otros que invocan su fe como guía moral y justificación de sus acciones políticas, responde a toda crítica diciendo que es parte de "una guerra contra cristianos" en este país. Con ello llaman a las armas a sus bases fundamentalistas, y atentan contra cualquiera que se proclame "ateo", y peor si se atreve a criticarlos a ellos. Este argumento de la ofensiva anticristiana fue empleado recientemente en el pleno de la Cámara por un representante, por opositores al nombramiento de un ateo como jefe de la facultad de sociología en una universidad, o sea por todas partes. Pero entre las bases también hay cristianos y cristianos.
Hoy en Kansas, un hombre de 60 años, ex líder de una tropa de los boy scouts y devoto cristiano que siempre acudía a misa, admitió ser culpable de 10 asesinatos y de ser el famoso asesino en serie conocido como "BTK", que aterrorizó la ciudad de Wichita durante décadas y que no fue capturado durante 31 años. Ataba, torturaba y mataba a sus víctimas, casi todas mujeres, por sus "fantasías sexuales", confesó.
O sea, ir a misa o escuchar a Graham o poner un monumento de los Diez Mandamientos enfrente de un tribunal aparentemente no garantiza la moralidad. Pero el uso de la religión para justificar o imponer políticas parece que sí funciona, por el momento, en este país.
La magnifica columnista Katha Pollit, escribiendo en The Nation recientemente, ofrece una colección de frases que recuerdan que esta batalla entre la religión y la moralidad no es nada nueva. Entre estos está la de Diderot: "el hombre jamás será libre hasta que el último rey sea ahorcado con las entrañas del último cura"; o Voltaire: "las verdades de la religión nunca son mejor entendidas que por aquellos que han perdido el poder del razonamiento" o el gran Bertrand Russell: "la religión cristiana, tal como está organizada en sus iglesias, ha sido y aún es el enemigo principal del progreso moral en el mundo".
Como señala Pollit, en 1940 el nombramiento de Russell a una plaza de profesor en el City College de Nueva York provocó una campaña histérica contra este ateo, promovida por los periódicos de Randolph Hearst y las iglesias católicas y episcopales, lo que acabó en una denuncia contra el gran intelectual y el retiro de la oferta por la universidad; y con ello se inició una cacería de brujas contra izquierdistas en las escuelas y universidades públicas en Nueva York. Diez años después, Russell fue galardonado con el Premio Nobel de literatura.
Por eso, tal vez lo que más espanta no es que el mundo esté por acabarse, sino que apenas empieza otra edad del oscurantismo. Pero en algunos lugares, como debajo de la tierra en Nueva York, hay algunos rebeldes que continúan batallando entre el paraíso y el infierno.