El GDF ante la industria del juego
La industria del juego en el Distrito Federal encontrará obstáculos para seguir su expansión, según el gobierno de la ciudad de México, que amenaza con revisar cuidadosamente los permisos obtenidos por la empresa Televisa para poner casas de apuestas deportivas o de carreras en esta capital, sector que ya cuenta con más de 18 instalaciones de este tipo, tomando en cuenta el área conurbada.
Las apuestas en casinos conocidos como yaks o sports books se han ubicado en centros comerciales de alta concurrencia. Su boom se inició con su instalación, en 1999, en el hipódromo de las Américas, que posee 45 licencias en urbes grandes y medianas del país. Esta empresa compite con el corporativo Caliente, propiedad de la familia de Jorge Hank Rhon, que tomó la administración del otrora hipódromo Agua Caliente, de Tijuana, en 1985, que es casi un monopolio desde hace 85 años cuando se fundó, aprovechando la bonanza de la economía californiana y el periodo prerrevolucionario de supuesta paz y progreso, y que tuvo su auge con la administración del presidente Plutarco Elías Calles, que declaró Baja California zona de libre comercio.
Publicitados como una nueva forma de entretenimiento para mayores de 18 años que buscan supuestos novedosos retos para calmar el ocio y recuperar de paso también cantidades de dinero sin mucho esfuerzo y con pequeños riesgos, se han registrado más de 15 unidades operando desde 2002 en ocho yaks o juegos de apuestas numéricas, donde se ofrecen a los asiduos ganancias hasta por poco más de 2 millones de pesos en tan sólo cinco minutos. Se sabe que en este tipo de juegos se han repartido hasta ahora 25 millones de pesos en premios acumulados en distintas salas.
En el DF existen trabajando 12 books en establecimientos que ofertan apuestas en carreras seguidas vía satélite desde los principales hipódromos de México y el mundo, y galgódromos nacionales y extranjeros, junto con partidos de futbol soccer nacional e internacional, futbol americano profesional y colegial, basquetbol profesional, beisbol de las Grandes Ligas, hockey sobre hielo, tenis, funciones de box y hasta carreras de la Fórmula Uno.
Cada deporte tiene sus propias reglas, y se pueden hacer apuestas mínimas, desde uno a dos dólares hasta 10 en eventos deportivos o carreras de caballos y galgos, siempre con dinero en efectivo. Aquí los apostadores también son clasificados por conocedores o experimentados o sharp, o los informales e ingenuos, a los que se dice square o turistas, como los típicos visitantes de casinos de Las Vegas. Estos offshore o industria de apuestas, fuera de Estados Unidos requieren de un capital de ingreso mínimo para ganar un premio. Por ejemplo, el bingo exige sólo un dólar para entrar, y la sugerencia de players o jugadores es siempre la de no apostar más de lo que se puede ganar para no endeudarse o ser despelucado.
En el país la moneda de curso legal es el peso, pero la unidad monetaria para el cálculo de las apuestas que se utiliza en las mismas y el pago se establece en dólares, y en cada casa se señala diariamente el tipo de cambio para que el apostador la realice en pesos y conforme a la paridad cambiaria. Este tipo de divertimento tiene en la lotería y el bingo sus opciones más populares, las que son factor de atracción para un público de adultos mayores que son los que más apuestan en dinero y tiempo dedicado a los diversos juegos de azar.
El Instituto Nacional del Juego, de Estados Unidos, estima que ese sector es el que más se involucra en esta actividad porque la considera redituable, entretenida y, pese a sus críticos, hasta saludable, ya que ayuda a sobrellevar el proceso de envejecimiento, según The greatest book of poker for winners, aunque también impacte el bolsillo de los ancianos retirados, que han aumentado en centros como Las Vegas en los años recientes.
Se estima que 65 por ciento de los ingresos en los casinos de Atlantic City es aportado por personas mayores; más de la mitad de los pasajeros de los dos mil autobuses que arriban cada semana a es lugar pasan de los 60 años de edad, por lo que el juego de apuestas se ha convertido en parte del estilo de vida americano, en un país que tiene cerca de 109 casinos por estado.
En México las apuestas en los primeros race books van de la mano del desarrollo tecnológico de las comunicaciones, ya que se seguían por radio y por telégrafo. En 1948 se abrió en Mexicali el casino El Tecolote, el primer concepto foráneo de Caliente; la actividad se hizo rentable con el nacimiento de la televisión, que compitió desde su origen con los conceptos estadunidenses que surgieron en los años treinta con la apertura de los primeros casinos.
Hoy se trasmiten varios programas con un sistema avanzado de compactación de señales televisivas vía satélite que, en el caso del corporativo de la familia Hank, se extiende a más de 14 naciones, adonde se trasmiten cada año 6 mil 500 carreras de galgos. Este es sólo un ejemplo del universo de intereses políticos y económicos que disputa de manera poco ética la empresa de televisión más grande de habla hispana en el planeta, con la complicidad del gobierno federal. Al fin que alguna vez fuimos Wall Street del juego o, lo que es lo mismo, del albur.