Las tribus pusieron los primeros obstáculos a la campaña en el estado de México
Polevnsky: historia de otro boicot perredista
Cuando Yeidckol Polevnsky pudo alzarse como aspirante perredista a la gubernatura mexiquense, en medio de la pugna de casi una docena de tribus partidistas, surgieron esperanzas fundadas de triunfo, apoyadas en que el "efecto guerrerense" se extendería a la entidad gobernada por Arturo Montiel Rojas.
Un centenar de días después la expectativa se encontró con el dique de una encuesta ordenada por los perredistas, que a una semana de los comicios ubicaba a su abanderada con 31 por ciento de las preferencias, casi una decena de puntos menos que el priísta Enrique Peña Nieto.
Un partido fragmentado en corrientes y subcorrientes, la inexperiencia y un discurso y una agenda de campaña que sólo se pudieron articular hasta el final; un diferendo insalvable entre Leonel Godoy y Ricardo Monreal, que propició el exilio de éste a Nayarit; equipos nacionales entreverados; una estrategia que descansó excesivamente en Andrés Manuel López Obrador, y un mayo perdido en la contienda, ponen al PRD en una circunstancia que probablemente acabe convirtiéndolo en la segunda fuerza electoral en la entidad.
En el encuentro semanal de este lunes con la candidata, equipo y dirigentes nacionales, López Obrador mostró una encuesta ordenada por los perredistas que ubicó al priísta Peña Nieto con 40 por ciento, a Polevnsky con 31 y al panista Rubén Mendoza Ayala con 23 por ciento.
Pero al descomunal gasto de Peña Nieto y la denuncia respectiva de los perredistas para cancelar el registro del PRI se sumó contra el PRD el hueco que hicieron los gobernadores. Salvo la zacatecana Amalia García, presente en el arranque de campaña, y el propio López Obrador, quien estuvo casi cada semana, el resto no se apareció, en un "vacío inexplicable" para el equipo proselitista.
Aún se recuerda la solicitud que Polevnsky hizo a Cuauhtémoc Cárdenas en un consejo nacional perredista al inicio de la contienda. Todavía en el cierre, el miércoles en Toluca, uno de los colaboradores de la empresaria confirmó que se había invitado al ingeniero. Ese día entre los ausentes estuvo el propio presidente nacional perredista, Leonel Cota Montaño.
La apuesta en esta etapa final fue buscar capitalizar el voto útil, especialmente de los desprendimientos que enviaron al tercer lugar en los sondeos al panista Mendoz Ayala. Después del cierre en Toluca, uno de los principales promotores de Polevnsky reveló: "Nos faltaron tres semanas".
El comienzo
En la geografía mexiquense concurren casi una docena de tribus perredistas, lo que explica la contienda inicial de 11 aspirantes en noviembre anterior. Nunca lograron agruparse.
Los principales líderes se lanzaron recriminaciones que se extendieron hasta el miércoles pasado en Toluca. Por un lado, Higinio Martínez, alcalde de Texcoco, al frente del llamado Grupo de Acción Política (GAP), con Horacio Duarte -vocero de la campaña-, y los cívicos con Emilio Ulloa, finalmente coordinador del proceso proselitista. Por el otro los mobydicks, con los hermanos Víctor y Héctor Bautista, con Neza como bastión, adonde también confluye Valentín González Bautista con el apoyo de la UGOCEM. A ellos se suman los chuchos, con Javier Salinas a la cabeza y cinco subgrupos; Jaime Enrique Félix y Marcela González, entre otros.
Después de un accidentado proceso en diciembre, que culminó casi en ruptura, Polevnsky pudo asumir la candidatura externa. Tras la polémica revelación de su biografía, en marzo, la perspectiva de triunfo se abrió, influida por el fenómeno guerrerense un mes antes, aunque algunas expresiones vieron en la aspirante una imposición y le regatearon apoyos.
El comienzo de la campaña estuvo aparejado al desafuero contra López Obrador. A mediados de abril fue la primera visita a Ecatepec. Una semana después Godoy quedó al frente del PRD en la entidad, con el control de los recursos.
El diferendo de Godoy con Monreal llegó a su punto culminante y el zacatecano se marchó aprovechando el escándalo en el instituto electoral, en el que él era representante perredista.
Los grupos protagonizaron entonces la guerra por la distribución de las prerrogativas de 95 millones de pesos. Polevnsky apareció con una desdibujada estrategia de comunicación en la que confluyeron varios equipos nacionales y sólo pudo coordinarse hasta junio.
La candidata se quejó de la actitud de los mobydicks y rompió con ellos. El distanciamiento alcanzó a los chuchos de Javier Salinas y a los hermanos Bautista. La discusión de dos semanas se centró en la agenda. "¿Adónde vamos?", preguntaban con el temor del "vacío de la tragedia", como le llamaron algunos. No había carteles, pancartas ni volantes. Nada. Así transcurrió el mayo que se perdió.
La evolución electoral
Pese a la historia política de desencuentros, el PRD alcanzó una cifra de 24 por ciento en 2003, cuando hace 12 años, a la mitad del salinismo, en la disputa por la gubernatura Alejandro Encinas apenas alcanzó 8.7 por ciento.
Seis años después, en las postrimerías del zedillismo, Montiel ganó, pero con apenas 41.06 por ciento. Por los perredistas contendió Higinio Martínez, quien logró 21.2 por ciento de votos, y el panista José Luis Durán Reveles -quien perdió la interna actual ante Mendoza Ayala- llegó a 34.3 por ciento. El volumen de electores repitió 3.3 millones.
Para los comicios del próximo domingo la proyección es que concurra a las urnas al menos la mitad del listado nominal de 9 millones. Los sufragios en disputa serían del orden de 4.5 millones. La cifra mágica para el nuevo gobernador rondará el millón 800 mil votos.
Ecatepec se convertirá de nuevo en el fiel de la balanza por su trascendencia electoral, con casi un millón de votantes. Es previsible que más de 400 mil ciudadanos vayan a las urnas. De una hegemonía priísta hasta 1993, hace dos años, en la elección intermedia, el proceso se dividió en tres. En 2003, cuando se renovaron las alcaldías y las diputaciones, el PRD refrendó su dominio electoral en la zona oriente, con Nezahuacóyotl y Texcoco como las principales ciudades, además de Chalco y Valle de Chalco.
Sin embargo, a ese espectro añadieron la región sur del estado, colindante con Guerrero y Michoacán. Obtuvieron el triunfo en Tejupilco, Amatepec, Tlatloaya y Lluvianos, que arrebataron a los priístas. A los panistas les ganaron en Tultitlán.
Los perredistas saben que el triunfo depende de confirmar las zonas en su poder, elevar la votación en Ecatepec, Los Reyes La Paz y validar al menos Chalco y Valle de Chalco. Aun si sólo llegara a un segundo lugar este domingo, sería histórico, pero no faltan quienes sostienen que si el rumbo de la campaña hubiese sido otro habrían podido ganar.