Travesura diplomática de Memín Pinguín
Irrita a la Casa Blanca la emisión de estampillas postales con el personaje; exageran: Presidencia
El último de Memín Pinguín: la Casa Blanca, líderes negros y políticos de todo color pusieron el grito en el cielo, unos en contra y muchos en favor, porque el gobierno mexicano emitió un timbre postal, con valor de seis pesos con 50 centavos cada uno, en homenaje al personaje que Yolanda Vargas Dulché creó en los años 40 del siglo pasado -y convertido en éxito editorial dos décadas después- luego de un viaje a Cuba, fascinada por los niños negros de esa isla.
El vocero presidencial de Estados Unidos afirmó que los estereotipos raciales son ofensivos sin importar su origen, y que "imágenes como ésa no tienen cabida en el mundo moderno". El reverendo Jesse Jackson consideró ofensivo el sello postal y exigió de nuevo una disculpa a Vicente Fox. Prometió organizar manifestaciones en los consulados mexicanos en Estados Unidos.
El vocero de la Presidencia de la República, Rubén Aguilar, salió en defensa de la emisión de la estampilla conmemorativa de los 50 años del niño travieso. En esta ocasión no dijo que el Presidente había sido malinterpretado o que no le habíamos entendido. Se limitó a avalar la decisión del Servicio Postal Mexicano y esgrimió: se trata de "una celebración de la cultura popular mexicana".
El nombre de Memín Pinguín viene del diminutivo del en aquel entonces novio de Vargas Dulché: Guillermo de la Parra, quien a la postre fue su esposo, y el apellido proviene de pingo, mote cariñoso con el que las mamás mexicanas suelen recriminar a los niños traviesos, sin que por eso incurran en alusiones sicalípticas (no hay femenino de pingo) ni mucho menos connotaciones goetheanas (pingo no es Mefistófeles, ni siquiera Mefistofelín).
El investigador Armando Bartra, autor del mejor estudio histórico y documental de la historieta en México, dijo ayer a La Jornada: "el debate no es en torno a un personaje que se llama Memín Pinguín, sino en torno a un personaje que se llama Vicente Fox, y este personaje sí es racista, lo cual es muy evidente, porque lo dijo en una expresión de esas improvisadas, que le salen tan naturales".
El 15 de mayo pasado, en efecto, el Ejecutivo dijo: los migrantes mexicanos "están haciendo trabajos que ni siquiera los negros quieren hacer". Lo cual desató las críticas consecuentes en Estados Unidos y en México, pero el mandatario se negó a ofrecer disculpas.
Ayer, al desatarse el escándalo, Rafael Barajas, El Fisgón; Antonio Helguera y Gonzalo Rocha, caricaturistas de La Jornada, coincidieron: "Memín está pagando los platos rotos por las declaraciones de Fox. Es una cuota que no le toca y es injusta".
Añadió Armando Bartra: "hay una situación real y una situación grave, y el gobierno de México, una vez más, ha actuado con enorme torpeza. El señor Presidente se sale del guión y usa una expresión racista. En lugar de reconocer que había cometido un error y que se arrepentía, el gobierno de México dijo que había sido mal interpretado".
De su parte, el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, dijo ayer que la emisión de la estampilla de marras no provocará un conflicto con Estados Unidos. También esgrimió: "me parece que es una falta total de conocimiento de nuestra cultura".
Diputados de las comisiones de Relaciones Exteriores y de Cultura de la Cámara de Diputados afirmaron que el gobierno estadunidense no puede declararse ofendido porque el gobierno de Fox haya emitido una estampilla con el personaje de historieta. Lamentaron, no obstante, que el gobierno tome decisiones apresuradas y sin tener en cuenta que no cerró debidamente el capítulo derivado de las expresiones del Presidente respecto de la población negra de aquel país.
En tanto, ayer, tan sólo en el Palacio Postal del Centro Histórico de la Ciudad de México, se vendieron más de 7 mil estampillas con la efigie pinguiniana.
Y Memín Pinguín sigue haciendo las delicias, cada martes, de millones de mexicanos desde los puestos de periódicos.