ISSSTE: "reformadores" sin "reforma"
Una vez que el tecnócrata zedillista Santiago Levy estrenara la melodía del discurso apocalíptico gubernamental, que pretendió hundir al IMSS (Informe sobre la situación financiera 2002), otra chillona tonada -similar- empezó a escucharse para el ISSSTE.
Primero la instrumentó su director, Benjamín González Roaro: aunque el ISSSTE sea "un enfermo muy grave, no es incurable", declaró en agosto de 2002. Por su pobre audibilidad, fue preciso que -compitiendo abiertamente con Levy- correspondiera al estridente subsecretario de Hacienda, Alonso García Tamés, articular la nota más aguda: "cada año que nos tardemos en realizar la reforma implica (invertir) dos puntos del producto interno bruto (PIB)", trinó en junio de 2004. Pero su voz parece haberse apagado, pues ahora esa dependencia ha recurrido a un corista menor: José Antonio González Anaya, director general de Seguros y Valores, quien repite como cilindrero la misma aburrida canción que antes fascinó a Levy.
El 25 de mayo, González Anaya sostuvo que el tamaño de la deuda de los sistemas públicos de pensiones en México equivale a "10 veces la deuda externa: 116 por ciento del PIB". ¡Y ya encarrerado, elevó la nota de su jefe, Alonso García Tamés, y asumió que "el déficit de pensiones del ISSSTE es del mismo tamaño o más grande que el de todo el gobierno federal: si no hubiese déficit en el ISSSTE, no tendríamos déficit fiscal. La reforma es impostergable, para antes de que termine el sexenio". ¡Ay, nanita! Para decirlo popularmente, ¡que lo amarren!
Resultaría peregrino suponer que, antes de propalar tan sesudos cálculos, González Anaya no hubiera consultado a García Tamés. Pero a quien sin duda no consultó fue al jefe de su jefe: Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda.
Tan no lo consultó que, seis días después de sus apocalípticos cálculos, Gil Díaz comunicó oficialmente que las "reformas" estaban muertas y bien enterradas: "a partir de 2006", indicó, el "mayor reto de las finanzas será resolver el tema de las pensiones". Sólo restaba que, desde Los Pinos, llegara el aval del "competente" doctor Sojo: "falta que exista el consenso en el Congreso para adelante sacar la reforma del ISSSTE". Y hasta el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios sentenció que el gobierno de Fox "perdió su oportunidad de hacer las reformas. Ya se le acabó el tiempo".
González Roaro se quedó solo "reformando" en la loma. Aún así insistió: el déficit de pensiones del ISSSTE es el "problema de finanzas públicas más grave del país", aunque finalmente tuvo que admitir "la posibilidad de que los cambios ya no se concreten con Fox". No obstante, Hacienda siguió suministrándole balones de oxígeno, pues al decir de Jaime Jiménez, director del área de deuda pública de estados y municipios, por el bajo nivel de aportaciones algunos sistemas estatales no se capitalizan adecuadamente. Sólo en cinco entidades las aportaciones superan en 15 por ciento el salario de cotización.
Mientras tanto, seguían los paros médicos, como el del hospital Ismael Vázquez Ortiz, en Querétaro, donde los galenos denunciaban las precarias condiciones laborales. Simultáneamente, la Secretaría de la Función Pública brindaba un "reconocimiento" al ISSSTE por los servicios que se otorgan en sus clínicas de medicina familiar mediante el sistema Cita Médica Programada, aunque el instituto reduzca hasta 50 por ciento la adquisición de vacunas y los diputados federales -sin recurrir antes al ISSSTE- destinen más de 2 millones de pesos para desembolsos no cubiertos en sus seguros de gastos médicos mayores y menores, vía Metlife.
Por su parte, en el Senado se impulsa la "descentralización de la operación presupuestal" del Fovissste para convertirlo en Infovite, mientras la Comisión de De-rechos Humanos de Yucatán adeuda un millón de pesos al ISSSTE por cuotas.
No es casual que en este marco -todo, menos "reformador"- los afanes de los tecnócratas del foxismo se derrumbaran ruidosamente por no haber consultado a los trabajadores y ordenar, primero, una auditoría integral al instituto, que el gobierno del cambio recibía de manos tardo-priístas. Curiosamente, ¡cinco años después!, el senador priísta Joel Ayala, cabeza de la FSTSE, quien aprobó la reforma Beltrones-Madrazo-Levy al IMSS, ahora considera "prudente" levantar esa auditoría.
Tampoco sorprende que ante la advertencia de maestros y servidores públicos ("no permitiremos un albazo en el ISSSTE") hasta el diputado elbista Alonso Raya, presidente de la Comisión de Seguridad Social en San Lázaro, señale que "Hacienda manipula las cifras con actitud tendenciosa para reformar la ley. Su propuesta es inviable desde el punto de vista político y social, porque abre la vía del conflicto. Quieren espantar, no solucionar de fondo. La reforma debe ser democrática". ¡Esto lo dice un elbista!
Finalmente, a pesar de su chillona tonada, Benjamín González Roaro cierra su paso por el foxismo en calidad de "reformador" que se quedó sin "reforma".
Pero la mesa está puesta: según Verónica González, directora general de Metlife Afore, el mercado de los trabajadores independientes, así como el de los del ISSSTE, "resulta sumamente atractivo para nuestra compañía. Sin embargo, es necesario modificar la ley para que las aportaciones obligatorias de los trabajadores al fondo de retiro sean administradas por las afore". ¡Sencillo!, ¿no?
* Catedrático de la Universidad Autónoma Me-tropolitana-Xochimilco.