Editorial
Villaraigosa, esperanza de latinos y demócratas en EU
Ayer viernes, Antonio Villaraigosa, un demócrata hijo de inmigrantes mexicanos de 52 años de edad, tomó posesión como alcalde de Los Angeles, California, una de las ciudades más grandes de Estados Unidos y también la tercera urbe del mundo en el número de habitantes mexicanos, tan sólo superada por el Distrito Federal y Guadalajara. Su victoria en las elecciones de mayo pasado representa el ascenso de una nueva generación de políticos de origen hispánico, que trae esperanzas de mejorar las condiciones de vida de miles de inmigrantes y ciudadanos latinos. Es más, ellos se están abriendo camino en ese ámbito mediante una estrategia plural e incluyente que rebasa los límites de la comunidad hispanohablante y que han logrado conjuntar la agenda latina con la estadunidense. Además, el triunfo de Villaraigosa podría mejorar también los canales de comunicación entre México y Estados Unidos.
El nuevo alcalde fue sindicalista del magisterio, activista comunitario y dirigente de la Unión Americana de Libertades Civiles en el sur de California. Fue elegido a la asamblea estatal de esa entidad y llegó a ser presidente de la Cámara de Representantes local. Goza de gran popularidad, producto de su carisma y de su capacidad de crear consensos entre distintos grupos políticos y étnicos. No por nada fue elegido con una votación más alta de la esperada (58.7 por ciento de los sufragios) gracias al apoyo de los liberales y de significativos sectores de las comunidades negra, asiática, anglosajona y judía, ello sin mencionar a empresarios, sindicalistas, ambientalistas y activistas comunitarios. De hecho, su prestigio ha trascendido más allá de California y algunos analistas lo consideran la estrella naciente del Partido Demócrata, capaz de disputar la gubernatura del estado a Arnold Schwarzenegger, el actual mandatario. Como muestra de esta naciente rivalidad, baste señalar que durante la ceremonia de toma de posesión, Schwarzenegger, que se ha caracterizado por sus declaraciones en contra de la migración latina, fue abucheado, mientras Villaraigosa, quien respalda una ampliación de los derechos de los inmigrantes como la concesión de licencias de conducir, fue aclamado. Incluso hay quienes piensan que su victoria marca el surgimiento de una "nueva política" en Estados Unidos, basada en la conformación de coaliciones que van más allá de los grupos de poder tradicionales.
Ante este panorama, cabe esperar que el gobierno de Villaraigosa ataque con determinación los graves problemas que aquejan a Los Angeles y su población, sin distinción alguna. Por ello no es extraño que su estrategia gire en torno a la unidad de los angelinos y a tres prioridades básicas: educación, transporte y seguridad pública. Sin embargo, esto no quiere decir que dejará de prestar atención a la comunidad latina: "Nunca olvidaré de dónde vengo", dijo en su toma de posesión, lo cual refleja su preocupación por la situación de los latinos, tanto ciudadanos estadunidenses como migrantes indocumentados, así como por la siempre difícil relación bilateral entre México y Estados Unidos. No hay que olvidar que esta comunidad es la que más ha crecido en los últimos años, 5.7 millones entre 2000 y 2004.
En este contexto, es deseable que la llegada de Villaraigosa se traduzca en mayores derechos de los indocumentados en materia educativa, de acceso a la salud y laboral. Por otro lado, su figura podría contribuir a frenar la ola antinmigrante que se ha extendido principalmente por el sur del territorio estadunidense y a consolidar la presencia latina en la política de ese país. Por ende, su mayor reto consiste en compaginar esas metas con los intereses de la coalición política que le prestó su apoyo.