Pemex y los buenos deseos
Después de seguir atentamente el debate legislativo para la aprobación del régimen fiscal de Petróleos Mexicanso (Pemex), la impresión que queda es el estrecho enlace entre las posturas partidistas y las pretensiones electorales con vistas a 2006. Esto, además de obvio, es inevitable; se trata de quedar bien con el capital nacional y sobre todo con el internacional. Pero también de magnificar los alcances de su decisión ante los ojos del pueblo nuestro, al otorgarle a Pemex una mayor obtención de recursos fiscales, en el entendido que esta empresa cumplirá con las promesas hechas a los legisladores. Así sea.
Si, ojalá y se incremente la oferta de gas para que impacte en el precio de la producción de algunos energéticos, especialmente las tarifas eléctricas que se producen con 60 por ciento de gas natural. Ojalá y se logre revitalizar la refinación y la petroquímica y esto impacte en el mediano plazo en la importación de gas LP y, de paso, en el precio de los energéticos para el transporte y el consumo doméstico. Mejor aún, que el nuevo régimen fiscal beneficie al país y a su economía, reanimando el aparato productivo industrial, lo que generará más empleos, ingresos y desarrollo tecnológico. Sí, es seguro que así se aprovechará este tiempo de bonanza con los precios altos del petróleo... sí, por el gobierno del cambio que los aprovechará mientras levan anclas. Y a las pruebas habrá que remitirse.
Por una parte la Secretaría de Hacienda, como muestra de buena voluntad ya revisa, para abatir, las tarifas eléctricas. ¿Cuántas veces lo ha hecho cuando de quedar bien se trata? Varias. Y luego sale con que sólo alcanzó para beneficiar al gran empresario y nada para la industria pequeña y mediana, y pizcachas para el consumo doméstico. ¿Acaso ignoramos que más de la mitad de las plantas operadas por las trasnacionales están paradas merced al bajo consumo nacional de energía y que sin embargo se les paga puntualmente los kilovatios establecidos en los contratos? ¿Ignoramos que eso además sacó de operación a infinidad de plantas mexicanas aduciendo obsolescencia?
¿Cómo afirmar que se podrá agregar valor a la producción, es decir, construcción de refinerías, para producir gasolina, petroquímica y obtención de más gas LP, más aún, a la recuperación de reservas, si en ningún artículo del decreto aprobado se obliga que se destinen recursos a esos renglones? ¿Acaso la orientación del nuevo régimen no es sólo para propiciar más extracción y exportación del crudo? Bueno, no se aseguran recursos para otra cosa, ni siquiera para el mantenimiento de infraestructura que evite desolación y muerte en las regiones productoras, salvo un artículo transitorio que más parece una buena intención, al establecer que se destinarán recursos para mantenimiento, en el caso de que Pemex haya pagado impuestos de más y Hacienda se los reintegre. Y eso lo catalogaría de milagro.
¿Qué no está ahí Hacienda, quejándose de que recaudará menos? Sí, advierte que en 2005 el boquete presupuestal ascenderá a casi 529 mil millones de pesos, es decir, que se recaudará menos debido a las exenciones, condonaciones y beneficios fiscales, y que el mismo fenómeno se acrecentará para 2006 hasta por más de 617 mil millones de pesos; así que la primera medida anunciada es que ha determinado reducirle a Pemex 27 por ciento de las inversiones comprometidas para el periodo 2005-2019. Quién sabe lo que esto signifique, no obstante, el nuevo régimen fiscal. Lo que sí queda claro es que cuando menos para 2006 enarbolará la bandera del IVA a alimentos, medicinas, etcétera.
¿En dónde quedó la congruencia y la memoria histórica? ¿Cómo no recordar que este mismo proceso de capitalización de Pemex ya se vivió en la década de los 70, cuando ante los elevados precios del crudo, los países consumidores impulsaron la exportación de los países productores, incentivándolos para que ampliarán su infraestructura extractiva con deuda? ¿Acaso no se recuerda que entre 1977-82 Pemex invirtió unos 30 mil millones de dólares para la extracción y exportación masiva de crudo con deuda externa? Hoy sucede lo mismo con los Pidiregas, pero dado el agotamiento de este esquema es que aparece uno nuevo: el régimen fiscal.
Ya el secretario de Energía ha aseverado que en virtud de que esos recursos no alcanzarán para atender la demanda interna de gasolinas, se requerirá de la inversión privada en los procesos de refinación, confirmando que quieren dejar en manos de las trasnacionales las actividades que agregan valor y que generan mayores ganancias. Su propuesta es permitirles preservar y aumentar su mercado para ejercer el manejo de los precios a su conveniencia. Sí aunque derrame lágrimas de cocodrilo diciendo que es una lástima que enviemos crudo a la refinería de Houston, Texas, como la única manera de lograr obtener la suficiente gasolina para el mercado nacional, aunque mandemos barriles de crudo en 35 dólares y nos los regresen convertidos en su equivalente en gasolina, con un costo de 65 dólares. Y eso que calla que trabaja con otras cuatro refinerías más en Estados Unidos. Pero ya escribiremos de ello. Así que, compañeros legisladores: si quieren soñar que cuando ganen la Presidencia de la República van a revertir estas situaciones, pues allá ustedes y sus sueños.