CON PIES DE PAJA |
4 de julio de 2005 |
A
primera vista, la economía de Estados Unidos ofrece una imagen
de fortaleza, que si se mira más a fondo puede ser superficial.
Mientras crecen los desequilibrios fiscal y externo y aumenta la
especulación inmobiliaria, es de esperar que seguirá el
aumento en las tasas de interés. Víctor M. Godínez
El crecimiento del producto interno bruto (PIB) de Estados Unidos (EU) durante el primer trimestre del presente año fue recientemente revisado al alza, estableciéndose una tasa de 3.5 por ciento (contra 3.1 en los primeros cálculos oficiales). Esta revisión estadística expresa un mejoramiento coyuntural de la situación económica de conjunto, que es avalado por varios indicadores de corto plazo. Mejoramiento, sin embargo, que tiene como telón de fondo un cuadro de desequilibrios macroeconómicos y financieros que no se ha modificado de manera sustancial, lo que sugiere la posibilidad de cierta “fuga hacia delante” con respecto a las necesidades de ajuste de la economía estadunidense. Conforme avanza el año, las ventas al menudeo muestran una significativa aceleración. Con un ritmo anual promedio de 6.8 por ciento entre marzo y mayo, el vigor de este indicador del gasto privado responde al mayor dinamismo de los ingresos familiares, determinado de manera directa por un mejor desempeño del mercado de trabajo. Aunque el número de empleos creados en mayo fue bajo (78 mil), las altas cifras registradas en meses precedentes (en especial en febrero y abril) arrojan un promedio mensual de 150 mil. Ello ha bastado para reducir progresivamente el desempleo (cuyo nivel en mayo fue de 5.1 por ciento contra 5.5 en febrero) y generar una mayor masa salarial. No sorprende en este contexto que las expectativas de los agentes económicos también vayan al alza. El índice de confianza del Conference Board pasó de 97.5 a 102.2 de abril y mayo, lo que incluye una mejor percepción de los hogares tanto de la situación económica presente (116.7 contra 113.8) como la futura (92.5 contra 86.7). Las circunstancias financieras y monetarias son propicias para seguir sosteniendo la expansión del mercado inmobiliario, cuyo auge en los últimos años es percibido con preocupación y escepticismo por algunos prominentes especialistas, como Paul Volcker. Los bajos niveles de las tasas de interés a largo plazo –cuya persistencia es, según Alan Greenspan, un “auténtico acertijo” de la economía estadunidense– siguen estimulando las demandas de préstamos hipotecarios. Cifras de la Mortgage Bankers Association indican que en mayo este tipo de créditos observó un incremento de 3.7 por ciento, en tanto que las obras iniciadas se mantienen por arriba del promedio de 2 millones y las demandas de permisos de construcción observan un nivel similar. En EU se da por descontado que en los próximos trimestres la construcción residencial será una importante fuente del crecimiento agregado de la economía. En estas condiciones, es evidente que se mantendrá la tendencia ascendente de los precios del sector inmobiliario, inflando más la nueva burbuja especulativa que prolonga el peligroso juego del “efecto riqueza” observado en la década pasada en el mercado de los valores tecnológicos. En el frente presupuestal, la información disponible sobre el ejercicio de los primeros ocho meses del presente año fiscal, que en EU inició en octubre de 2004, muestra que los ingresos del gobierno federal crecieron más rápidamente que los gastos (15 contra 7 por ciento) gracias sobre todo al aumento sostenido del nivel general de la actividad económica. En consecuencia, el monto del déficit acumulado en los primeros ocho meses del ejercicio es casi 20 por ciento menor al del mismo periodo del pasado año fiscal. No obstante, la falta de medidas concretas de consolidación de estas tendencias coyunturales en materia presupuestal, tanto del lado de los ingresos como del gasto, hará que el déficit estructural de las finanzas federales permanezca prácticamente sin cambio al cierre del año. Esto quiere decir que representará 4 por ciento del PIB. Los más recientes datos sobre la inflación indican que el alza tendió a moderarse en mayo. La tasa anualizada de 2.8 por ciento registrada en este mes se compara de manera muy favorable con la de abril (3.5), además de ser la más baja desde septiembre. La inflación subyacente (que excluye petróleo y alimentos) sólo varió una décima de punto porcentual con respecto a abril, pero en términos anuales su tasa (2.2 por ciento) sigue situándose por encima de banda de 1.8, considerada como idónea por la Reserva Federal. Los costos salariales unitarios se están acelerando. En el primer trimestre observaron una tasa anualizada de 4.2 por ciento (contra 3 en octubre-diciembre de 2004). Aunque las ganancias de productividad se mantienen relativamente elevadas (tasa anualizada de 2.8 por ciento entre enero y marzo), su nivel es ya insuficiente para compensar los incrementos de los costos salariales. El mayor vigor de la actividad económica, en un contexto monetario en el que las tasas de referencia de la Reserva Federal (FED) todavía están por debajo de su “nivel de neutralidad” (entre 3.5 y 5 por ciento) y las tasas de interés de largo plazo se mantienen anormalmente bajas –el acertijo al que se refiere Greenspan–, indica claramente que la FED deberá continuar en los meses próximos con su política de encarecimiento paulatino pero firme del dinero. En los últimos 12 meses los bancos centrales extranjeros moderaron su demanda de títulos del tesoro estadunidense, aunque también es cierto que los no residentes mantienen una vigorosa demanda de títulos financieros con la cual seguir financiando el abultado déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos de la mayor economía del mundo. Con un desequilibrio externo equivalente a 6 por ciento del PIB, la interrupción de la depreciación del dólar no es buena noticia. Esta situación cambiaria no responde tanto a factores internos ni al diferencial internacional de las tasas de interés como a la evolución de acontecimientos externos. Es la situación económica y política de la Unión Europea, con la revisión del Pacto de Estabilidad y el rechazo de la Constitución común por Francia y Holanda, la que ha sido determinante en este vuelco de las relaciones cambiarias que hace algunos meses era sencillamente insospechado. Es pertinente terminar con una observación reciente de Paul Volcker, el predecesor de Greenspan en la FED: “En la superficie, todo parece estar bien. Pero si se bucea un poco, los desequilibrios que se acumulan son tremendos” § |