BALANCE DE LA JORNADA
El futbol mexicano sólo cosecha aplausos
LA HISTORIA DEL FUTBOL mexicano está llena de derrotas honrosas y esta semana se sumaron dos más.
EL TRI DE RICARDO LA VOLPE cayó ante Alemania luego de venir de atrás tres veces en el marcador, pero al final perdió en tiempos extras y se tuvo que conformar con un amargo cuarto lugar en la Copa Confederaciones.
Y A LO QUE QUEDABA de Chivas le sobró entrega pero le faltó condición física y tan sólo rescató el 2-2 ante el Atlético Paranaense, que dirimirá una final brasileña ante Sao Paulo en la Libertadores.
LAS RESEÑAS, ENTONCES, fueron las mismas desde que se tiene memoria: caídas con la cara al sol, derrotas honrosas y el infaltable "se jugó como nunca y se perdió como siempre".
EL CASO ES QUE EL futbol mexicano sólo cosecha alabanzas. Ya sea del prestigiado L'Equipe francés o del jocoso acapulqueño Jorge Campos, que llegaron al extremo de aventurar que el Tri es uno de los candidatos a ganar el Mundial del próximo año.
HACE TIEMPO SE decía que el balompié era un deporte que los brasileños jugaban bien pero que los alemanes siempre lo ganaban. Esto es: el futbol práctico sobre el vistoso. Y a nivel local se recuerda la frase de Manuel Lapuente: "los que quieran ver espectáculo que mejor vayan al circo".
LAPUENTE, EL TECNICO más exitoso de los años recientes, sabe lo que desea: trofeos en las vitrinas y no aplausos del llamado respetable al que, por cierto, ya nadie respeta con eso del Pago por Evento para ver el deporte más popular en este país.
CUANDO MUCHAS voces en medios de comunicación y algunos expertos hablaron del "gran papel" de la selección, surgió la mesura de Francisco Palencia para alertar que México se está convirtiendo en campeón mundial de los halagos, pero que nunca gana nada.
ALENTAR ESTE CULTO a las derrotas honorables es algo que conviene a los dos grandes consorcios televisivos del país, que antes sólo peleaban por el rating y los anunciantes, y ahora han encontrado una nueva modalidad para allegarse recursos: el Pago por Evento.
EL FUTBOL MEXICANO está como el boxeo de la década de 1930. Al ídolo de entonces, Rodolfo Chango Casanova, le llamaron certeramente el Campeón sin Corona. El Nevero de La Lagunilla brindaba pleitos memorables en los que no iba título de por medio, pero estaba condenado a perder cuando el triunfo lo acercaba a algún campeonato.
LE LLAMARON EL YA MERITO y Carlos Monsiváis lo definió como la encarnación del nacido para perder: "En dado caso, lo que cuenta es este terror de un mexicano pobre frente al éxito... Casanova es importante en nuestro precario mapa de emblemas porque significa la legalización del pesimismo, la canonización del desastre...".
AÑOS DESPUES LOS púgiles borrarían esa idea de que el boxeador mexicano nunca llegaría a campeón mundial.
CIERTO ES QUE LOS tricolores han dejado de ser aquellos ratones verdes bautizados por Manuel Seyde -ya que dio gusto verlos enfrentar sin complejos a potencias como Brasil, Argentina y Alemania-, pero les falta dar ese paso que divide a los grandes de los comparsas.
CHIVAS TENIA TODO para que el futbol mexicano ganara por fin un torneo importante, pero LaVolpe y Alberto de la Torre fueron enemigos más aguerridos que los propios equipos sudamericanos.
EL TECNICO ARGENTINO mucho habló de su proceso, que a fin de cuentas se redujo a algo simple: quitarle jugadores al Guadalajara para fortalecer a la selección y permanecer en el puesto.
POR ESO PARECE comprensible la ira de Jorge Vergara, Palencia y los millones de seguidores rojiblancos que vieron esfumarse el título de la Libertadores a cambio de un honroso cuarto lugar en una competencia metida con calzador.
RUMBO AL PROXIMO torneo local los equipos van tomando forma. Cruz Azul todavía respira por la herida del cetro que se les escapó y se armó con la fuerza de la chequera, mientras en el moribundo Tianguis de Piernas las mejores compras fueron de Tigres (Jaime Lozano) y América (Irenio Soares).
DESTACO TAMBIEN LA salida de Raúl Arias del Necaxa. Para dar una idea de su larga permanencia con Rayos sólo le faltó dirigir tres campañas desde que se inventaron los torneos cortos en 1996. Campeón en el Invierno 98, estuvo 15 temporadas manteniendo a los necaxistas en un nivel regular, pese a que se armaba con los sobrantes del hijo mimado de Televisa.