Usted está aquí: martes 5 de julio de 2005 Opinión TUMBANDO CAÑA

TUMBANDO CAÑA

Ernesto Márquez

Ojos de Brujo, lo bueno de la globalización

ENERGIA, ENTREGA, PASION, ingenio, alegría y sentido integral del espectáculo son las bases escénicas de Ojos de Brujo, el colectivo musical español que establece en su haber y en su hacer que la globalización musical es la única cosa buena en estos tiempos de confusión.

ORIGINARIA DE BARCELONA, Ojos de Brujo es una agrupación que nace de la inquietud por encontrar puntos en común entre los diferentes ritmos y lenguajes musicales. De ahí su tendencia a fusionar el hip hop, funk, reggae, son cubano o música árabe con canciones que parten de los palos tradicionales del flamenco: tangos, colombianas, bulerías, tanguillos, soleá, rumba... Un proyecto que lleva ya cinco años de marcha, de conocer gente, de madurar ideas y de experimentar con músicos de distintos orígenes y que representa una bocanada de aire fresco en el anquilosado mundillo del pop rock.

CONSTITUIDO COMO SEPTETO -hay veces que llega a ser un colectivo muy numeroso debido a la integración de músicos invitados, danzantes, grafiteros y saltimbanquis-, Ojos de Brujo tiene en su fundador, Ramón Giménez, a un guitarrista talentoso que prefiere la eficacia al vertiginoso virtuosismo; un pincha disco, El Panko, que no se cansa de explorar en los recursos de la electrónica; un bajista, Juanlu El Canijo, que es un verdadero demonio en las cuatro cuerdas; una bailaora que palmea y hace coros, de nombre Loli Jiménez, quien es de llamar la atención, y una cantante, Marina La Canilla, cuyo principal talento radica en la seducción mediante la gracia de su persona y de las letras de sus canciones.

CLARO, LA BANDA cuenta además con una potente base rítmica integrada por el Xavi Turull en el cajón y las tumbadoras, Max en bongó, tabla hindú, congas y beat box, y Sergio Ramos en el cajón y batería que son, por decirlo así, columna vertebral del jaleo.

SOBRE EL ESCENARIO su comportamiento es eficiente y dinámico. Con ellos no hay misterios, pero sí muchas sorpresas. El complemento escenográfico consiste en una proyección de video que les sirve de apoyo creativo al discurso poético de sus canciones. Rolas que describen sus inquietudes y preocupaciones: la desigualdad social, la obsesión dominante imperialista, la globalización, el crimen ecológico... en fin, "el paso del hombre por el la Tierra.

"CASI TODOS TENEMOS inquietudes sociopolíticas -nos dice Marina La Canilla-. La música no puede estar ajena a nuestras circunstancias y no hay más que tener los ojos abiertos ante las cosas que ocurren a tu lado. Nuestras canciones tratan de reflejar eso al tiempo que van hacia lo espiritual callejero. Porque lo social está implícito en la palabra callejero. Entonces, siempre hay un matiz de protesta... pero además de alegría".

DE ESTA MANERA el colectivo demuestra sus inquietudes y el valor de su musicalidad, que no está reñida con la experimentación. Es lo que Marina define como "algo que está en ti naturalmente, como parte de esa globalización buena. De ahí que nos propongamos un flamenco innovador, abierto a muy variadas influencias y mezclas. Lo nuestro es una música global en el buen sentido de la palabra que, como sabéis, tiene otro bien negativo en términos de política y economía, pues lo peor que le ha podido pasar al mundo es la globalización del sistema capitalista. Tampoco estamos ajenos a las realidades musicales más profundas: quiénes somos, cuáles son nuestras raíces y de qué modo nos interesa comunicarlas."

EN BARI, SU más reciente grabación -así como en su anterior, Vengue- hay mucho de esto: flamenco con alianzas, con ausencias de prejuicios, con frescura en el lenguaje y en la amplitud de miras. El álbum que ahora promueven, distribuido para fortuna nuestra por Zafra Música y cuyo nombre significa en lengua caní fuerza, empuje, coraje, esencia, virtud, sabiduría, luz..., reúne 11 temas, y dos inesperados bonus track, entre ellos destacan Tiempos de soleá, dedicado a los niños de la calle; Ventilador R-80, su pago de peaje a Camarón de la Isla; Zambra y Calé Barí, que son intensos homenajes a "todos los gitanos y gitanas que derrochan arte en la música y en la vida", y Naíta, tema en el que fijan su posición ante el capitalismo: "La sangre se me rebela/ cuando me pongo a pensar/ que aquí unos tienen de tó/ y otros no tienen de ná".

LE COMPLEMENTAN QUIEN engaña no gana, dedicada todos los pinochos de la política, la cadenciosa Ley de gravedad, la nostálgica Memorias perdidas, el acubanado Tanguito de María y Bulería del ay!, la única canción de amor, "aunque no correspondío".

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